Crítica: Jodorowsky’s Dune (2013)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA / Francia, 2013: con entrevistas a Alejandro Jodorowsky, Devin Faraci, Chris Foss, H.R. Giger, Brontis Jodorowsky, Gary Kurtz, Diane O’Bannon, Amanda Lear, Drew McWeeny, Nicolas Winding Refn, Michel Seydoux, Richard Stanley, Christian Vander, Jean-Pierre Vignau

Director: Frank Pavich

Recomendación del Editor

Trama: Una serie de entrevistas que tiene como punto central el fallido proyecto del cineasta chileno Alejandro Jodorowsky, el cual intentó montar una épica versión cinematográfica de la novela Dune de Frank Herbert entre los años 1974 y 1976.

Jodorowsky's Dune La nunca concretada versión de Dunea manos del cineasta chileno Alejandro Jodorowsky – debe ser uno de los fracasos mas gloriosos de la historia del cine. La gracia de la historia reside en la gran cantidad (y calidad) de los artistas involucrados, los cuales fueron arengados por el chileno para participar en algo que debería haber cambiado la historia del cine e, incluso, de la misma humanidad (según sus propias palabras). Toda esta gente desplegó a full sus alas creativas, generando un proyecto tan gigantesco como ambicioso, el cual terminó por perecer bajo el peso de sus excesivas pretensiones. Tal como la leyenda de Icaro, las alas financieras de Jodorowsky terminaron por prenderse fuego cuando el director se pasó de mambo con los costos de una escalada épica que hubiera salido 15 millones de dólares (una suma gigante para los estándares de mediados de los 70) y que hubiera durado más de 10 horas de proyección. Al carecer de productores dispuestos a avalar la financiación del resto del proyecto, el mismo se cayó y terminó por golpear seriamente el ánimo del mismo Jodorowsky, el cual nunca pudo recuperar la intensidad creativa que tenía antes. En el documental que ahora nos ocupa se analiza el génesis, desarrollo y caída del proyecto así como su supuesta influencia en los títulos más importantes de la ciencia ficción surgidos a partir de finales de los años 70 y principios de los 80, los cuales parecen haber abrevado en el inmenso catálogo de ideas y bocetos que el chileno había preparado para seducir inversores con su abortada versión.

Buena parte de la historia del proyecto fue contada en la review de la versión de David Lynch de Duna, pero igual la repasaremos en breve aquí: Jodorowsky era un director de teatro under que estaba obteniendo éxito (y cierto sensacionalismo en los medios) en México hasta que comenzó a ser seducido por productores franceses (con Michel Seydoux a la cabeza) para que se animara a rodar películas. Jodorowsky se anotó varios porotos con títulos como Fando y Lis (1968) y, especialmente, los filmes El Topo (1970) y La Montaña Sagrada (1973), los cuales recaudaban de a millones en las salas cinematográficas del viejo continente – mientras que no se trataba específicamente de blockbusters, tenían una excelente recaudación tanto en los circuitos under norteamericanos como en las salas de cine arte europeas, en donde los núcleos intelectuales los veían una y otra vez, y se reunían para discutir su denso lenguaje surrealista -. Debido al enorme éxito que tuvo en Italia La Montaña Sagrada es que Jodorowsky obtuvo carta blanca de Seydoux, quien le aseguró 2 millones de dólares de arranque para desarrollar cualquier proyecto que le interesara. Y aún sin conocer la novela de Herbert, Jodorowsky se decidió a apostar por Dune basándose simplemente en los comentarios de sus amigos intelectuales. Lo que siguió fue un largo periplo que duró dos años, en el cual Jodorowsky zambulló a su hijo Brontis en un intensivo entrenamiento diario en todas las artes marciales existentes – destinado a convertirlo en un guerrero de carne y hueso, y así poder tomar con total convicción el papel central de Paul Atreides -, y reclutó a artistas de todo tipo y color, fuera Jean ‘Moebius’ Giraud – quien hizo todos los storyboards del filme y diseñó los trajes de los personajes -, Chris Foss – que dibujó unas impresionantes naves espaciales con forma orgánica -, H.R. Giger – quien se encargó del diseño de la raza Harkonnen, los retorcidos villanos de la historia -, Dan O’Bannon – devenido en especialista de efectos especiales tras su trabajo en Dark Star (1974), y encargado aquí de todos los FX de la película -, David Carradine, Orson Welles, Salvador Dali, Mick Jagger (apalabrados para tomar los roles de Leto Atreides, el barón Harkonnen, el emperador de la galaxia y el andrógino Feyd Rautha), o los conjuntos musicales Magma y Pink Floyd para la banda sonora. Muchos de estos “reclutamientos” eran conversaciones al pasar, charlas que Jodorowsky se ocupa de ensalzar en el documental pero que no dejaban de ser ocurrencias del momento – a Jagger lo convence en menos de 5 minutos durante la asistencia a una galería de arte, mientras que a Welles lo hace durante una cena y después de comprarle uno de los vinos mas caros del restaurante donde se encontraba -. Todo este delirante staff terminaría por pergueñar un gigantesco libro lleno de bocetos de producción y el storyboard de toda la película, con el cual Jodorowsky y Seydoux se embarcaron hacia los Estados Unidos con idea de recaudar los millones restantes para arrancar la producción. Lamentablemente el proyecto era tan ambicioso como sicodélico, y nadie en los grandes estudios estaba interesado en patrocinar un descontrol costoso y densamente surrealista – amén de rechazar de plano la idea de un filme de 10 horas de duración -, tras lo cual el chileno debió resignarse a regresar a Europa con las manos vacías y despedir al equipo creativo. Para Jodorowsky esto significó un durísimo golpe a su autoestima – demoraría 8 años en volver a filmar, y sus obras ya no tendrían la intensidad de antes -, e intentaría reciclar todo el esfuerzo en disparatados comics como la saga El Incal (1981-9) y Los Metabarones (1992-2003), diseñada conjuntamente con Moebius. El otro que tendría un golpe gigantesco sería Dan O’Bannon, el cual había vendido todo para financiar sus estadía en Paris mientras diseñaba las maquetas del filme, y el cual terminaría internado en un siquiátrico y financieramente arruinado. O’Bannon se vengaría con gloria de este desaguisado al escribir Alien (1979) y reclutar al suizo H.R. Giger para su proyecto, al cual había conocido en el equipo de trabajo armado por Jodorowsky.

El fin último de los documentales es, mas allá de registrar testimonios sobre un hecho interesante, el intentar demostrar algún tipo de teoría o explicación sobre el fenómeno comentado. En general las conclusiones suelen ser mas fruto del entusiasmo que de la lógica, y en Jodorowsky’s Dune pasa exactamente eso. Dudo muchísimo que la versión de Dune de Alejandro Jodorowsky hubiera sido la obra maestra que todos intentan declamar, simplemente porque un autor desquiciado es incapaz de encontrar un sentido de equilibrio, objetividad y perspectiva como para pulir su propia creación. Alejandro Jodorowsky es un artista definitivamente metafísico – como él mismo dice, intentaba crear en celuloide los efectos alucinógenos de las drogas, convirtiendo a los filmes en experiencias sensoriales -, algo que se lleva a las patadas con el subtexto alegórico – político de la novela de Frank Herbert, el cual describe una complejísima red de intrigas relacionadas con el tráfico y explotación de una potente droga capaz de doblar el universo para permitr viajes espaciales instantáneos. Quizás el tema de la droga – y la idea de un muchacho devenido en nuevo Dios del universo – sean los temas de Herbert que mejor calzan en la óptica de Jodorowosky, pero sobre la felicidad del resto de la adaptación habría que discutirlo. En todo caso la sensación mas persistente es que Jodorowosky iba a utilizar la obra de Herbert como lienzo para pintar sus propias ideas – tal como dice él mismo en un momento del documental “arrancarle la ropa a la novia para después violarla!” -, especialmente las relacionadas con la sicodelia y la expansión de los sentidos. El otro punto que se me ocurre es que el proyecto de Dune comenzó con los pasos adecuados – reclutando a artistas como Moebius, Giger y Foss -, y después comenzó a descarrilarse a pasos agigantados. Trocar a un artesano descomunal de los efectos especiales como Douglas Trumbull (2001, Odisea del Espacio) por alguien tremendamente limitado e inexperiente como Dan O’Bannon – si uno ve su trabajo técnico en Dark Star, verá que está a la altura de los limitados estándares europeos, como los FX de Barbarella u otras películas continentales de ciencia ficción de la época -, no se condice con la busqueda de la calidad ilimitada sino que responde a un choque de egos, ya que Trumbull no terminó por ser seducido por el exagerado discurso de Jodorowsky. Y si el filme se hubiera materialzado, creo que los FX estarían a la par de lo que consiguió David Lynch en su versión, lo cual roza la mediocridad – y hablo de maquetas y mattés, no de los inspirados bocetos de los artistas gráficos involucrados -.

A partir de allí, lo que siguió es una espiral de delirios. Reclutar a Salvador Dali al precio de 100.000 dólares por minuto – para satisfacer el disparatado ego del pintor -, o apalabrar a la pasada a Pink Floyd, Mick Jagger u Orson Welles, sólo responde a exceso de ambiciones que no se condice con la realidad – si Jodorowsky hubiera elegido a personajes menos notorios y mas económicos, y hubiera bajado sus pretenciones a un filme de 2 o 3 horas, no me quedan dudas de que la película se hubiera materializado -. En todo caso Jodorowsky’s Dune no es mas que la crónica de un creador intoxicado con su propia creatividad, creído de que el mundo debía rendirse a sus pies (y carecía de límite posible) debido a que él había dado con una idea genial. Los recursos no son ilimitados y esa verdad es la que terminó por noquear al chileno, sumándolo a una larga lista de autores geniales – como Francis Ford Coppola, Terry Gilliam, y otros -, tipos que terminaron por dinamitar sus proyectos mas pretensiosos (o que los concretaron a costa de enormes sacrificios personales) debido a querer llevarse el mundo por delante. La realidad terminaría por avasallarlos y aplastarlos, generando cicatrices espirituales que los marcarían de por vida – como el enorme sacrificio de Apocalipsis Now, o la fracasada filmación de El Hombre que Mató a Don Quijote -, cuando no, acobardándolos para encarar proyectos de magnitudes mayores o similares.

En sí, Jodorowsky’s Dune no deja de ser una elaborada anécdota. Me llama la atención que el chileno no hubiera concebido el filme como uno de animación – el cual le brindaría ilimitadas posibilidades, aún cuando su manufactura fuera mas lenta -. Estéticamente hubiera sido genial pero, en cuanto a la historia, habría que verlo. Hay algunas ocurrencias del chileno que suenan interesantes – que Leto Atreides fuera un castrado y que Paul fuera concebido de manera milagrosa (a través del contacto de Lady Jessica con una gota de su sangre); la muerte de Paul y la resucitación como una fuerza espiritual masiva, convirtiendo a todo el planeta Arrakis en una mole consciente que vaga por el universo -, pero recordemos que las pretensiones de Jodorowsky eran de hacer una obra de 10 o 20 horas de duración, lo cual es demasiado mambo para un simple espectador. Sobre si su proyecto fue influencial… es posible que el elaborado storyboardque rodó por las oficinas de los productores de Hollywood durante años – haya servido de inspiración para algunos cineastas (la referencia mas directa es la montaña humaniforme de Prometeus, semejante al palacio Harkonnen diseñado por Giger), pero las referencias citadas por los entrevistados suenan bastante vagas o demasiado traídas de los pelos – pensar que Blade Runner o Star Wars tomaron ideas de Jodorowsky es desconocer el vuelo creativo de sus creadores; sin ir mas lejos (y aunque el documental no lo menciona) Jodorowsky quiso demandar a Luc Besson por El Quinto Elemento, aduciendo el robo de sus ideas, lo cual pinta a un personaje que cree que todo lo existente es poco menos fruto de su imaginación -. Yo creo que la consecuencia mas directa es la puesta en contacto entre O’Bannon y H.R. Giger, los cuales terminaron por crear Alien a los pocos años de caído este proyecto. Lo demás son conclusiones bastante livianas, aunque uno debe reconocer que la notoriedad del proyecto terminó por convertirlo en una leyenda entre los directores de cine fantástico.

Jodorowsky´s Dune es un documental fascinante, ya que da los pormenores de un despliegue de imaginación gigantesco. Pero lo que uno observa aquí son las manifestaciones de los artistas gráficos y ciertas concepciones visuales de Jodorowsky, siendo el núcleo de la historia realmente un misterio – ¿habría sido una obra trascendental que influyera generaciones como 2001, Odisea del Espacio?; si uno considera el limitado éxito de los comics posteriores de Jodorowsky y Moebius (definitivamente inspirados en su trabajo previo en el proyecto de Dune), verá que el delirio atenta contra las pretensiones de mensaje, los cuales no han logrado ni la trascendencia ni la repercusión que aquí nos vende el exultante cineasta -. En todo caso lo que obtenemos es material de alimento para nuestro propia imaginación, lo cual nos lleva a pensar que la versión del chileno hubiera sido mas exótica y atractiva que la entreverada versión de David Lynch, aunque su superioridad argumental es un tema que aún está por verse.

LA SAGA DE DUNA

El libro de Frank Herbert tuvo dos adaptaciones: Duna (1984), dirigido por David Lynch; y Duna (2000), una miniserie dirigida por John Harrison. Children of Dune (2003) es su secuela y adapta los libros Hijos de Duna y El Mesías de Duna. Jodorowsky’s Dune (2013) es un documental que narra el fallido intento del cineasta chileno Alejandro Jodorowsky en rodar el libro de Frank Herbert a mediados de los años 70. Duna – Parte Uno (2021) y Duna: Parte Dos (2024) son parte de una trilogía formada por el director Denis Villeneuve, basada en los dos primeros libros de la saga.