Crítica: El Gigante de Hierro (1999)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

Recomendación del EditorUSA, 1999: Eli Marienthal (Hogarth Hughes), Harry Connick Jr (Dean McCoppin), Christopher McDonald (Kent Mansley), Jennifer Aniston (Annie Hughes), John Mahoney (General Rogard), Vin Diesel (gigante)

Director: Brad Bird, Guión: Ted McCanlies, basado en la novela El Hombre de Hierro de Ted Hughes

Trama: Estados Unidos, años 50. Son los tiempos más duros de la Guerra Fría, en donde los pobladores viven en un permanente estado de paranoia temiendo un inminente ataque nuclear soviético. Sumidos en ese clima se encuentran el pequeño Hogarth junto a su madre, quienes viven en un pequeño pueblito de Maine. Ahora Hogarth ha visto la caída de un meteorito cerca del pueblo, y ha ido a investigar… pero se topa con un robot gigante de mas de 30 metros de altura, el cual ha comenzado a alimentarse de todos los objetos de metal que encuentra. Aunque al principio el pequeño se encuentra asustado por la presencia del autómata, muy pronto se hacen amigos y comienza a enseñarle a hablar. Pero la caida a tierra del gigante no ha pasado desapercibida a las autoridades, quienes han enviado al ejército a investigar. Y ahora Hogarth tendrá que esconder al robot, antes que los militares lo encuentren y lo destruyan, creyendo que se trata de un arma secreta soviética enviada a destruir Norteamérica.

El Gigante de Hierro Este es el debut como director para la pantalla grande de Brad Bird, un creativo de la hostia que dio a luz algunos de los mejores capítulos de Los Simpson y la excelente Los Increibles para la Pixar. Pero en 1999 Bird aún era un desconocido, siendo su único antecedente un capítulo de la serie Amazing Stories y el libreto de Milagro en la Calle 8, todos ellos, productos de Steven Spielberg. Aquí Bird se despacha con un sentido homenaje a la cultura de la familia atómica norteamericana de los 50, a la vez que consigue tocar las fibras emocionales de la platea con un relato realmente conmovedor.

En realidad pareciera que Bird tiene una vena especial por la cultura retro. Acá realiza una adaptación tan liberal que tiene muy poco que ver con la historia original de Ted Hughes – en donde había un robot alienígena que se hacía amigo de un niño terricola… pero todo pasaba en Inglaterra, el robot se transformaba en una celebridad local, y pronto tenía que ir a combatir a una criatura gigante (Godzilla?) en Australia -, y pareciera más emparentada con la propia infancia de Bird. Hay referencias a los comics viejos de Superman, a The Spirit de Will Eisner, al “agacharse y cubrirse” (la enseñanza básica que daban en las escuelas norteamericanas para el caso de un ataque atómico, y cuyos cortos forman parte del documental The Atomic Cafe), y a toda la paranoia extendida de principios de la Guerra Fria. Pero si uno aparta esos detalles, lo que termina por encontrar es un reciclado de E.T. El Extraterrestre, en donde el alien de turno es ahora un androide de 30 metros de altura.

Las semejanzas con el filme de Spielberg no terminan allí. Hay otra alegoría cristiana, con las autoridades persiguiendo un inocente para matarlo y el sacrificio final del héroe… resurrección incluída. Lo que salva a la historia de ser una regurgitación mecánica de E.T. es que Bird lo adorna con numerosos detalles de época, personajes realmente simpáticos, y una animación soberbia. Estos son dibujos animados hechos a mano, pero realzados mediante el uso de computadoras, lo que permite algunos detalles y planos excepcionales.

Ciertamente El Gigante de Hierro es previsible, pero no por ello deja de ser entretenida. Hay muchos toques simpáticos y algún que otro gag hilarante, y que tiene que ver más con lo delicioso que son los personajes que con la gracia real de la escena. No es dificil encariñarse con el personaje – interpretado guturalmente por Vin Diesel en uno de sus primeros papeles -, aunque uno echa de menos alguna explicación adicional de por qué llegó a la Tierra y cual es su propósito.

El Gigante de Hierro es diversión sana para toda la familia. Es entretenimiento sólido que funciona en varios niveles, y tiene su subtexto nerd ideal para nosotros que somos fans del cine fantástico. Y desde ya, es un filme definitivamente recomendable.