Crítica: Invasión USA (1985)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA, 1985: Chuck Norris (Matt Hunter), Richard Lynch (Mikhail Rostov), Melissa Prophet (McGuire), Alexander Zale (Nikko), Eddie Jones (Cassidy), Alex Colon (Tomas), Jon de Vries (Johnston), Billy Drago (Mickey), Dehl Berti (John Eagle)

Director: Joseph Zito, Guión: James Bruner & Chuck Norris

Trama: Una balsa cubana, atiborrada de inmigrantes ilegales muertos, ha aparecido en las costas frente a Miami. El incidente llama la atención de las autoridades, quienes descubren que en la balsa hay rastros de un enorme cargamento de droga. Siguiendo la ruta de los narcóticos, descubren que los mismos han sido utilizado para comprar armas al por mayor en el bajo mundo de La Florida, suficientes para equipar un pequeño ejército. Temiendo lo peor, la CIA decide sacar de su retiro a su agente estrella Matt Hunter, el cual sospecha que el comandante soviético Mikhail Rostov se encuentra detrás de la movida. Y, cuando comienza a recabar las pistas, la corazonada de Hunter se confirma y de la peor manera posible: Rostov ha montado una masiva operación en la ciudad, destinada a generar la rebelión civil de las clases bajas a través de atentados efectuados por sus fuerzas y camuflados como policías y militares. Y mientras la ciudad arde en llamas por las revueltas civiles, Hunter deberá darle caza a Rostov antes que la rebelión se contagie al resto del país y toda Norteamerica se suma en el caos.

Invasion U.S.A. En los ochentas el mundo parecía irse al diablo debido a las valentonadas atómicas entre Estados Unidos y la URSS. Ciertamente los que vivimos en estos pagos no tuvimos esa sensación, ya que estábamos a miles de kilómetros de distancia y nos enterábamos de lo que ocurría por los diarios; pero, para quienes vivían en los países en disputa – y en las potenciales zonas de impacto de misiles nucleares – habrá sido un infierno interminable que les habrá devorado sus nervios. Como sea el cine de la época sirvió para hacer catarsis (y para que los oportunistas de turno hicieran unos pesos extras) y la gente decidió acudir en masa a ver apocalipsis nucleares en las salas de su barrio. En toda esa tanda hubo filmes inteligentes y aleccionadores – El Dia Después, Threads – y estuvieron los parientes bobos de turno, como Amanecer Rojo y la película que ahora nos ocupa. Filmes a los que les importaba un pito el peligro atómico y actuaban de manera panfletaria, diciéndole a la platea que los yanquis siempre le iban a partir el trasero a los rojos en cualquier momento y lugar.

Si Amanecer Rojo planteaba la invasión soviética directa del suelo norteamericano, Invasión U.S.A. se despacha – a pesar de su nombre – con una suerte de operativos clandestinos destinados a sembrar la anarquía e incentivar la rebelión civil. Para ello salen a la calle escuadrones de terroristas soviéticos y cubanos, disfrazados como policias y militares, y realizando todo tipo de atentados y matanzas contra las minorías. Y como los morenos y los latinos de Miami poseen una aversión natural hacia las autoridades (!?), lo que sigue es un resultado cantado: minorías contra las fuerzas del orden mientras los villanos se frotan las manos y se ríen de manera estúpida.

Oh, sí, es una premisa idiota, pero lo peor es que la implementación es mas idiota aún. No sólo hay una concepción claramente racista en toda la historia – de que las clases bajas son una especie de masa violenta en estado latente, la cual no precisa demasiada provocación para explotar -, sino que todo esto ocurre en un universo en donde las autoridades son autistas e incapaces de llevar adelante una investigación mínimamente competente de lo que ocurre. El único eficiente es Chuck Norris, el cual puede anticipar de manera pasmosa dónde va a tener lugar cada atentado y puede abatir a decenas de rusos sin que se le mueva la barba. Norris mata mucho, pelea poco, y actúa nada, con lo cual lo que vemos en pantalla la mayor parte del tiempo son los ataques de nervios que tiene Richard Lynch cada vez que se entera que Norris sigue vivo.

Los diálogos son abominables y parecen un compendio de todos los clichés del cine de acción de los últimos 40 años (“Hey, solo tú puedes hacerlo. La Agencia te precisa, Matt” “Diantres, lo que me pides es imposible” “Sólo tienes 48 horas, Matt; más de eso, no puedo protegerte”). Las secuencias de acción zafan un poco más. La historia es hueca y los personajes son de cartón pintado. Debo admitir que hay un par de escenas que me sorprendieron – en especial cuando Richard Lynch se encuentra con Billy “eterno niño malo” Drago y lo liquida en dos minutos! -, pero eso no alcanza a redimir a un filme mediocre por donde se lo mire, que sólo puede servir para matar el tiempo si uno hace el esfuerzo de no analizarlo en lo más mínimo.