Crítica: Una Loca Entrevista (The Interview) (2014)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA, 1959: James Franco (Dave Skylark), Seth Rogen (Aaron Rapaport), Lizzy Caplan (agente Lacey), Randall Park (Kim Jong-un), Diana Bang (Sook)

Director: Evan Goldberg & Seth Rogen, Guión: Dan Sterling

Trama: Aaron Rapaport es un productor periodístico que trabaja para el exitoso programa de entrevistas Skylark Tonight. Pero, después de permanecer 10 años en el show, se siente frustrado y está convencido de haber traicionado al prestigio de su carrera a cambio de éxito y amarillismo popular. Es por ello que convence al conductor del programa, Dave Skylark, a conducir algún reportaje mas jugado y serio, y ambos terminan por decantarse por la idea de entrevistar a Kim Jong-un, el dictador que rige con mano de hierro a Corea del Norte. Pero, al terminar de concertar la entrevista, los periodistas son secretamente abordados por agentes de la CIA, quienes los convencen – y adiestran – para que porten un veneno de efecto retardado, el cual deben suministrarle a Kim mediante el simple contacto físico de un apretón de manos. El tema es que, al llegar a Norcorea, los ineptos pierden el veneno y deberán vérselas en figurillas para obtener otra muestra, amén de que Skylark ha cambiado de idea al ser seducido por el carisma – y la aparente humanidad – de Kim Jong-un. Con el tiempo en contra ahora depende de ellos liquidar al líder norcoreano de cualquier manera… lo cual implica embarcarse en una misión tan complicada como suicida.

The Interview (Una Loca Entrevista) Uno se da cuenta de que el mundo se ha ido literalmente al carajo cuando hablamos – como escenario altamente probable – de un posible estado de guerra entre dos potencias nucleares a partir de una comedia fumona de Seth Rogen. ¿Lo qué?. Y no hablamos de una ácida sátira política kubrickiana – de esas recargadas de veneno, destinadas a quemarte la cabeza y darte una nuevo punto de vista del mundo -, sino de una comedia pedorra en donde dos drogones intercambian chistes malos con un dictador tercermundista que llora cada vez que escucha un tema de Katy Perry. Pero si la realidad es absurda – la posibilidad de considerar seriamente a Seth Rogen como el líder de una troupe de capitalistas conspiradores obsesionados con voltear el régimen comunista norcoreano -, también es cierto que los acontecimientos posteriores han desatado una espiral de locura que va mucho mas lejos de todo lo imaginable. The Interview será una película mediocre pero, por Dios, el libro (y la película) que puedan generar sobre esto será mucho mas fascinante que la insulsa comedia diseñada por Rogen y sus socios.

El tema de fondo con el escándalo es la paranoia que tienen los dictadores respecto a su imagen. Ellos se ven a sí mismos como los Padres de la Patria, los líderes fundadores de un nuevo régimen destinado a llevar a su país a la grandeza, y gastan enormes fortunas en el culto a su nombre. Crean obras tan costosas y monumentales como inútiles, y desarrollan toda una cultura masturbatoria basada en su persona. Todo esto los hace ver imprescindibles, eternos, etéreos, autoritarios, intimidantes, paternalistas… un montón de basura preparada por los marketineros de turno, creada para vender una versión falsa del mundo. ¿Qué dictadura – o aspirante a mandamás eterno – no se ha engolosinado con el culto a la persona?. Desde Hitler hasta los pichones fascistas que tuvimos en Argentina, desde Khadafi hasta el mas ignoto autócrata africano… todos ellos gustan de verse en el mármol y, mejor aún, estando en vida. No esperan el juicio de la posteridad, la valoración de su obra, sino que quieren sentirse personas importantes mientras aún respiran. Y, entre toda esa tanda de tipos de gatillo fácil, poca moral y baja auto estima, quien sobresale es Kim Jong-un, líder de la volátil Corea del Norte. El tipo es un dictador de tercera generación – su familia domina el pais con mano de hierro desde finales de los años 40 -, lo que significa que hereda toda una cultura del disparate engendrada y practicada desde hace 70 años. Mantiene a su país en un estricto aislamiento tecnológico e informativo, ha desarrollado todo un sistema cultural falaz – tergiversando los detalles esenciales de su historia nacional -, se ha embadurnado con montañas de títulos ridículos (para ensalzar su fama de superhombre) y ha llevado el culto de su persona a niveles disparatados, con decenas de miles de estatuas suyas diseminadas por todo el país, eso sin contar las cientos de leyendas que rondan alrededor de su persona, como que su nacimiento produjo una serie de eclipses, o de que posee el poder de parar la lluvia en cualquier parte del mundo.

Curiosamente los dictadores suelen elegir ignorar a sus enemigos externos – o a quienes consideran que los son -, ya que tienen dos dedos de frente y saben que la confrontación sólo sirve para enaltecer a su opositor. Hitler no le declaró la guerra a Estados Unidos cuando Chaplin parodió su persona con El Gran Dictador (1940); ni siquiera los norcoreanos hicieron algún escándalo cuando se estrenó en el 2004 Team America: World Police, la cual despellejaba literalmente al papá de Kim Jong-un; pero a este pibe le faltó temple y, cuando escuchó el rumor de que habían rodado una película que lo satirizaba, se le soltó la chaveta. Primero comenzó con las amenazas diplomáticas; después mandó en silencio a un grupo de hackers a reventar los servers de la Sonycomo si nadie pudiera sospechar de dónde venía el ataque -; después vino la advertencia de los mismos “hackers” de que iba a correr un río de sangre en los cines en donde estrenaran la cinta (referenciando al 11 de Setiembre de 2001) y, cuando Corea del Norte se estaba lavando las manos del saqueo informático (que incluyó robo de libretos de filmes a punto de rodar, peliculas aún no estrenadas, e incluso escandalosos mails internos en donde los CEOs de la corporación puteaban en todos los idiomas a las caprichosas – y costosas – estrellas del estudio), saltó a amenazar de manera directa a los Estados Unidos diciéndoles que debían aceptar si o sí su oferta de ayuda, so pena de desatar un conflicto armado por el desaire cometido. Al toque salieron los yanquis a contraatacar – primero, con un contraataque informático en la frágil Intranet norcoreana; después Barack Obama, quien salió a enardecer el espíritu nacional y terminó por calificar a la gente de Sony de “cobarde” debido al congelamiento indefinido del estreno del filme decidido por el estudio (y sin que mediara una consulta previa a las agencias de seguridad nacional); y por último los encendidos discursos de la mayoría de los integrantes de la comunidad artistica norteamericana, los cuales vendieron a The Interview como un auténtico símbolo de la libertad de expresión y una herramienta de reprobación a la tiranía norcoreana -, lo cual convirtió a todo esto en un circo de proporciones impensadas. Todos se volvieron mesianicos fundamentalistas, y la comedia drogona de Rogen & Goldberg pasó a transformarse en una martir caída en la sempiterna lucha del mundo occidental librepensante contra la descomunal tiranía comunista, … poniéndole un sayo tan gigantesco como ridículo a una película pochoclera y puramente comercial, hecha con un dedo de frente y sin la mas mínima intención de trascender en algún sentido.

Ciertamente The Interview es una película zarpada. No se engolosina con Kim Jong-un pero definitivamente no lo deja bien parado. Es, entre otras cosas, un gordito de peinado simpático, un loquito dueño de una tonelada de misiles, un drogón que carece de orificios para evacuar sus deshechos corporales, un mujeriego que ama en secreto la decadente cultura norteamericana, y un inmaduro que llora cada vez que le ponen un tema de Katy Perry. Pero el filme no se obsesiona con él, simplemente es un elemento mas de la historia. El quid de fondo son las desventuras de estos dos torpes, reclutados a la fuerza por la CIA para que asesine al líder norcoreano en lo que parece ser una oportunidad tan única como imperdible.

El prólogo y el desarrollo están bastante bien. No hay mucha lógica en todo – como pasa en las comedias de Rogen, los protagonistas toman decisiones en base a su líbido y a la cantidad de droga que llevan en el organismo, y aquí no es muy diferente: este par de ineptos termina enrolados en una alta y peligrosa misión de la CIA, simplemente porque la espía que les hace la propuesta “está buena” -, pero uno se entretiene bastante. Rogen va bien como tipo sufrido víctima de las circunstancias, mientras que Franco sobreactúa mal como la estrella egocéntrica del show periodistico, y el resto acompaña con cierta gracia. Si hay alguien más que se destaca, esa es Diana Bang como la secretaria del dictador norcoreano, la cual tiene una espectacular cara de mala… hasta que larga prenda y empieza a portarse como una loca.

Comparada con Team America, The Interview es una comedia infantil. Carece de veneno, no es una sátira, y sólo se dedica a hacer chistes groseros sobre el régimen norcoreano y su particular líder eterno. Y si el Acto I y II zafan, en donde el filme se clava de punta es en el Acto III, en donde queda en evidencia que los guionistas no tienen la más minima idea de cómo terminar lo que empezaron con cierto decoro. Las incoherencias se acumulan de manera descomunal – considerando que éste es un régimen extremadamente paranoico y altamente militarizado, estos extranjeros se desenvuelven con total libertad para recibir paquetes aéreos secretos de la CIA a plena medianoche, e incluso disparar una catarata de preguntas incómodas al supremo líder durante la transmisión en vivo a nivel mundial… cuando cualquier cameraman podía apretar un botón y cancelar la emisión al toque – y todo es tan estúpido como forzado. Es cierto que a Sony metió mano desde mucho antes de que la hackearan, intentando suavizar el tono de todo, pero aún así es peor el emparche de lo que debió haber sido el final original.

Una Loca Entrevista es una comedia mediocre que merecería el anonimato si no fuera por la disparatada anécdota que rodeó a su estreno. Sería apasionante que un grupo de tipos afilados para la sátira – como los que escribieron In the Loop, la cual era una comedia política realmente inteligente – tomara esta premisa y la desarrollaran como corresponde, ya que el escándalo daría lugar a una película mucho mejor que esta berretada sobreproducida. Ese si es un filme que me encantaría ver y recomendar, ya que el original del escándalo dista mucho de ser un filme pasable.