Crítica: Inspector Gadget (1999)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

2 atómicos: regularUSA, 1999: Matthew Broderick (John Brown / Inspector Gadget / Robo-Gadget), Rupert Everett (Garra / Sanford Scolex), Joely Fisher (Dra Brenda Bradford / Robo-Brenda), Dabney Coleman (Jefe Quimby)

Director: David Kellogg – Guión: Kerry Ehrin, Zak Penn & Audrey Wells, basados en la serie animada creada por Bruno Bianchi, Jean Chalopin & Andy Heyward

Trama: El doctor Artemus Bradford está trabajando en un proyecto altamente secreto – la del manejo con la mente de miembros robóticos -, algo indispensable para la creación del primer policía robot de la ciudad de Riverton. Pero el siniestro industrial Sanford Scolex está celoso de su éxito y toma por asalto su laboratorio, asesinando a Bradford y robando sus apuntes de trabajo. Un torpe policía de seguridad, John Brown – quien está secretamente enamorado de Brenda, la hija de Bradford -, intenta detenerlo y termina seriamente lastimado, no sin antes destrozar el coche de Scolex y hacerle perder su mano derecha. Ahora Brenda intenta revivir a Brown por todos los medios posibles y para ello aplica el proyecto Gadget de su padre – aún cuando éste no haya logrado terminarlo -. Así es como Brown se transforma en el inspector Gadget, un ser mitad humano – mitad ciborg, lleno de miles de artefactos y utilidades que puede usar en cualquier misión con solo pensarlo. Pero Scolex, mutilado y con una garra de metal en la mano, planea sabotear el proyecto Gadget y saca a Brown de circulación mientras envía a un clon malvado de éste a aterrorizar la ciudad. Desarmado y tirado en un basurero – y siendo considerado una amenaza pública -, éste parece el fin de Gadget… a menos que su corazón y su fuerza de voluntad terminen predominando sobre la máquina y se rearme como para enfrentar a Robo Gadget en el duelo del final.

Arlequín: Crítica: Inspector Gadget (1999)

Si uno pregunta “¿qué le pasó a la prometedora carrera de Matthew Broderick?“, basta fijarse en Godzilla (1998) y en ésta película. Dos años de malas decisiones artísticas (y un vanidoso intento de convertirse en estrella taquillera cuando el tipo venía con un curriculum enorme, sea con clásicos bajo el brazo como Ferrys Bueller’s Day Off, Juegos de Guerra, El Rey León, etc, y de haber estado en la compañía de gigantes como Dustin Hoffman, Sean Connery y Marlon Brando) bastaron para aniquilar una trayectoria prometedora y una reputación de actor serio y carismático. Ahora es un nene viejo, fuera de estado y canoso, trabajando en filmes espantosos como Deck the Halls y haciendo bolos en series de TV (al menos su esposa Sarah Jessica Parker puede parar la olla con las infinitas iteraciones de Sex and the City).

Ciertamente Broderick no es el único responsable de que Inspector Gadget sea un producto hipercafeinado y sin gracia. Rupert Everett sobreactúa salvajemente y deja salir toda su locura gay, lo cual no seria un drama si no fuera que el guión pretende vender que está locamente enamorado de la protagonista. Está la hermanastra de la princesa Leia, Joely Fisher, la cual está demasiado concentrada en su apariencia super producida antes de intentar actuar de manera natural o, al menos, ser un poco cómica. Su química con Broderick es cero y el rol de científica naif y enamoradiza no le calza (mejor le iría en su carrera yendo al polo opuesto, como la cínica esposa de Brad Garrett en la sitcom Hasta que la Muerte nos Separe). Algunos secundarios la reman, sea el incombustible Dabney Coleman, Cheri Oteri o hasta un impensablemente controlado Andy Dick, pero el resto es gritos y morisquetas. Al menos Broderick deja salir toda su locura interna como el clon malvado de Gadget, el cual provee los mejores momentos del filme.

Pero el filme funciona de a ratos, y es mas molesto que gracioso. El libreto se da el lujo de tirar por la borda aspectos fundamentales del cartoona Garra nunca se le veía la cara y nunca tuvo un tete a tete con el inspector; aquí la sobrina de Gadget es un adorno cuando en realidad era una avispada detective amateur que resuelve casi todos los casos de su torpe tío; y ni siquiera el perrito Brain habla o hace algo, cosa que en la serie era prácticamente un co protagonista -, lo cual a los fans de la tira le sonó a herejía. Si bien es cierto que trasladar un comic o un cartoon a una película live precisa cambios sí o sí, por otra parte las alteraciones a la mitología del personaje resultan el menor de los sacrilegios ya que la puesta en escena tiene su sarta de problemas: gags de humor físico que no andan, las morisquetas de Everett, Broderick que parece demasiado pavote e inocentón, o la Fisher tomándose demasiado en serio su papel. Quizás Inspector Gadget precisaba a un maníaco en el rol – fuera Jim Carrey o Robin Williams -, alguien que destilara tanta locura que terminara por salirse del carril y te hiciera olvidar de que el libreto apesta (como hizo Carrey en La Máscara). Si bien es cierto que Gadget es un personaje mucho mas pancho, una especie de clon semi robótico del inspector Clouseau que basa el humor en su torpeza y en sus pésimas decisiones, éste era un rol para un cómico y no para un actor, para alguien que improvisara infernalmente en el set y le diera vida al personaje.

Inspector Gadget zafa para un público con un dígito de edad pero, para el resto, es un licuado de momentos histéricos, chistes fallidos y malas actuaciones. Algunas cosas andan pero no alcanzan para rescatar al filme, matando una potencial franquicia por un exceso de adrenalina y una avalancha de falta de gracia.