Crítica: Inmortales (2011)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA, 2011: Henry Cavill (Teseo), Mickey Rourke (rey Hyperion), Freida Pinto (Phaedra), Stephen Dorff (Stavros), Luke Evans (Zeus), Joseph Morgan (Lysander), Anne Day-Jones (Aethra), John Hurt (anciano), Isabel Lucas (Atenea)

Director: Tarsem Singh, Guión: Charles Parlapanides & Vlas Parlapanides

Trama: Epoca de la antigua Grecia. El rey Hyperion está decidido a controlar la Tierra y el Cielo, y se encuentra en guerra con los dioses y el resto de la humanidad. Su ejército es despiadado y temible, y nadie puede detener su avance. Ahora se ha obsesionado con obtener el Arco de Ephirus, un artefacto mágico que puede liberar a las deidades conocidas como los Titanes, los cuales sen encuentran apresados en las profundidades del monte Tártaro y que son las únicas que pueden derrotar a los dioses del Olimpo. Pero en su avance Hyperion ha asesinado a Aethra, la madre de Teseo, un poderoso guerrero apadrinado por Zeus. Ahora Teseo se encuentra lanzado a una espiral de venganza, y para ello ha rescatado a Phaedra – la sacerdotisa que conoce el paradero del Arco de Ephirus -. Pero Hyperion se encuentra tras sus pasos, y es inevitable que el sendero de ambos confluya hacia un choque tan sangriento como mortal.

Inmortales (2011) Es innegable que Tarsem Singh es un genio en lo visual. Creó escenarios fascinantes en su debut La Celda y, ahora, en su regreso a la pantalla grande, sigue demostrando que no ha perdido un ápice de su talento. Pero poner a un sibarita de la fotografía detrás de cámara no garantiza una obra maestra, y eso es lo que ocurre con Inmortales. Es un filme plagado de virtudes pero, a la hora de evaluar el conjunto, el mismo nunca termina de cuajar como corresponde.

El primer problema con Inmortales es que toma una historia muy conocida de la mitología griega – la épica de Teseo, la cual conocemos por Furia de Titanes, y que al parecer es la única que conocen los libretistas hollywoodenses -, y termina manipulándola como se le dá la gana. Los dioses no son deidades impresionantes sino seres humanos inmortales con poderes – ya sé que suena estúpido, pero la diferencia estriba en que esta gente puede ser asesinada de alguna manera… y de hecho, a lo largo del filme, algún que otro dios se muere en el fragor de una batalla (!!) -. Los titanes no son gigantes horrendos sino un puñado de tipos, empalados como un metegol humano, que reside en una jaula mágica enterrada en el interior de una montaña. Teseo es un tipo vulgar y silvestre, un bastardo fruto de una violación gang bang que sufrió su madre en sus épocas mozas, y cuyo mayor mérito es su valentía, razón por la cual Zeus decide adoctrinarlo, haciéndose pasar por su padrastro. Y la historia ha dejado de basarse en el capricho de una diosa malvada, celosa de la belleza de una mortal, sino que ahora se trata de un rey renegado que está decidido a conquistar el mundo y el Olimpo, el lugar sagrado en donde residen los dioses. Con lo cual todo esto termina resultando una especie de versión 2.0 de Furia de Titanes, disfrazada con la estética de 300 y con algunos cambios de reglas que resultan desconcertantes, y que me hacen acordar al grado de shock que tuve cuando ví el climax de Bastardos Sin Gloria. Definitivamente esto no es lo que esperaba de una épica de la mitología griega.

El segundo problema con Inmortales pasa porque es algo estática. Hay muchos diálogos (quizás demasiados) que son más que correctos en su contenido, pero casi ninguno de ellos resulta emocionante. En un momento Henry Cavill se despacha con una arenga al estilo de Gerard Butler en 300… pero las palabras suenan huecas o repetidas, y el tono vocal de Cavill no da para inflarle bravura al discurso.

Es que, en realidad, Inmortales se siente demasiado como una copia de menor calibre de 300. Los combates se ven muy parecidos, los escenarios extravagantes son similares, hasta la fotografía amarillenta parece un calco. Pero 300 tenía un puñado de personajes intensos con un fuerte sentido del destino, algo que aquí no aparece. El héroe es correcto pero quizás es demasiado estoico, y uno nunca termina de hacer causa común con él, aún cuando hayan matado a su madre delante de sus ojos. No es un problema del protagonista – el exuberante Henry Cavill, que actúa bien y tiene carisma de sobra – sino del libreto, que no termina de decidirse si debe humanizarlo o hacerlo épico. Por contra, el guión tiene muy claro qué hacer con el villano – Mickey Rourke, robándose cada una de las escenas que le toca, y haciendo su mejor imitación de Marlon Brando en Apocalipsis Now -. Hyperión es un tipo tan despiadado como fascinante, ya que se maneja con su propio sistema de valores morales. El tipo liquida a unos y protege a otros, y no se anda con chiquitas a la hora de mutilar gente. Como Brando en el filme de Coppola, parece vivir en un estado de violencia contenida generado por algún tipo de bizarra filosofía zen … estado del cual abre, de vez en cuando, una puerta y deja salir toda la letalidad de su infierno interior.

Las performances son muy buenas, los diálogos son muy correctos, la historia está ok (aunque los cambios de las reglas de juego sobre los dioses me suenan muy desconcertantes y bizarros). Pero… no es un filme que me emocione, ni tampoco es una película abundante en secuencias de acción. En comparación con Furia de Titanes me quedo con el filme de Louis Leterrier, simplemente porque me entretenía más con aquél que con éste.