Crítica: Un Loco Viaje al Pasado / Jacuzzi al Pasado (Hot Tube Time Machine) (2010)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA, 2010: John Cusack (Adam), Rob Corddry (Lou Dorchin), Craig Robinson (Nick Webber-Agnew), Clark Duke (Jacob), Sebastian Stan (Blaine), Crispin Glover (Phil), Chevy Chase (mecánico)

Director: Steve Pink, Guión: Sean Anders, Josh Heald & John Morris

Trama: Adam y Nick son un dúo de cuarentones desilusionados que deben cargar con su amigo Lou luego que éste intentara suicidarse. Para cambiar los aires deciden irse de viaje, visitando un antiguo hotel en donde se alojaban cuando eran adolescentes, y llevando al sobrino de Adam consigo. Tras una noche de mucho alcohol el cuarteto se despierta en el jacuzzi del cuarto, sólo para encontrarse con que han retrocedido en el tiempo hasta el año 1986. Mientras que el sobrino de Adam se mantiene igual, el resto ha sido rejuvenecido y se ve como si tuvieran 20 años. Y se han despertado en una fecha crucial, ya que en dicha noche ocurrieron una serie de eventos clave que transformaron sus vidas. El problema es que ninguno de ellos recuerda demasiado lo que hizo esa noche con lo cual corren el riesgo de cambiar el futuro e, incluso, de quedar varados en 1986.

Un Loco Viaje al Pasado Un Loco Viaje al Pasado es otra comedia de cuarentones calentones haciendo cosas adolescentes, género que se puso de moda con Old School (2003) y Virgen a los 40 (2005). Acá decidieron meter algo de ciencia ficción a la coctelera, terminando en un mix del tipo Qué Pasó Ayer? (The Hangover) encuentra a Volver al Futuro. El resultado final es bastante cómico y entretenido, sin ser nada memorable.

Acá hay un grupo de amigos que tienen la vida arruinada y que, para colmo, deben hacerse cargo del más bardero del grupo (el insufrible Rob Corddry, el mismo que arruinara Harold y Kumar Escapan de Guantanamo y Operación Proyecto Final, que por lo menos aquí está levemente más contenido y es un poco más gracioso), y deciden irse de vacaciones al mismo lugar a donde iban en su adolescencia. Los tipos se embriagan mal (tal como en The Hangover), mojan los controles del jacuzzi, se descontrolan y caen inconscientes (como The Hangover), y se despietan en medio de un despiole de proporciones bíblicas. Sí… como The Hangover.

Luego el filme pasa a sintonizar Volver al Futuro, parodiando a los años 80, y metiéndose en los enredos propios de los viajes en el tiempo – a quién hay que conocer y en qué momento, o si se puede alterar o no determinada cosa y si la misma repercutirá en el futuro -. En sí las escenas son bastante divertidas y uno pasa un buen rato; el problema es que el libreto hace una mezcla de tipos de comedia que a veces resulta chocante. Por un lado John Cusack intenta hacer sus rutinas de cuarentón carismático y algo torpe, las cuales se estrellan contra un muro en cuanto aparece Rob Corddry y empieza a lanzar todo tipo de fluidos y puteadas al aire. Es notable ver lo incómodo y descolocado que queda Cusack cuando Corddry está en pantalla – el tipo vomita, se pasea desnudo por todos lados, comete todo tipo de excesos -, que pareciera que estuvieran en dos películas diferentes. El otro tema es que Corddry y el otro integrante del trío principal, Craig Robinson, tienen el nivel actoral de una sitcom y son incapaces de dar una nota mesurada o sutil, aún en los supuestos momentos emotivos del filme. Es tan enorme la diferencia de nivel en las performances, que pareciera que a Laurence Olivier lo hubieran empardado con las versiones de Jim Carrey y Jeff Daniels de Tonto y Retonto (1994). Por lo menos el pendex Clark Duke demuestra tener mucho más rango y calidad que el dúo de palurdos que acompaña a Cusack.

Pero aparte de enredos y chistes fáciles, no hay nada más en Un Loco Viaje al Pasado. Está ok, aunque su calidad sea dispar, y uno mata el rato sin remordimiento. Pero si uno la compara con su fuente de inspiración – The Hangover -, verá que es una pálida imitación. Al menos en The Hangover había desarrollo de caracteres y una lenta construcción del momentum cómico, que empezaba a explotar en grande cuando llegábamos a mitad del filme. Acá producen de entrada un gag tras otro, y en el conjunto son más los que aciertan que los que fallan. Uno se ríe, pero a las dos horas de terminado el filme apenas se acuerda de haberlo visto.