Crítica: La Hora Final (On the Beach) (1959)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA, 1959: Gregory Peck (Comandante Dwight Towers), Ava Gardner (Moira Davidson), Fred Astaire (Julian Osborn), Anthony Perkins (Teniente Peter Holmes), Donna Anderson (Mary Holmes), John Tate (Almirante Birdie)

Director: Stanley Kramer, Guión: John Paxton, basado en la novela de Nevil Shute

Recomendación del Editor

Trama: Un 1964 alternativo. Todo el hemisferio norte ha sido arrasado por la guerra nuclear. Un submarino americano ha llegado a las costas de Melbourne, ya que Australia es el único lugar de la Tierra que no ha sido afectado por la radiación. Pero la llegada de la oleada de aire atómico es inevitable, y el comandante Dwight Towers recibe la misión de testear los niveles radiactivos por encima del Ecuador – con la esperanza que las lluvias y nevadas hayan aminorado el nivel de polución nuclear de la atmósfera -. Y ahora deberá partir en un viaje desesperado que acarrea las esperanzas del resto de la humanidad.

La Hora Final En la Playa (o La Hora Final) es un título importante de la historia del cine. Quizás no sea el mejor drama sobre el fin del mundo, pero es el primero que trata abiertamente el apocalipsis debido a una guerra atómica. En los cincuentas la ansiedad por la carrera armamentista y el peligro de un holocausto atómico se había visto reflejados de manera metafórica, usualmente a través del género de los monstruos gigantes radiactivos. El mérito de la película de Stanley Kramer es el dejar de utilizar alegorías y despacharse directamente con los hechos: muchachos, si estalla la guerra nuclear, pasaría esto. La puerta que dejaría abierta La Hora Final sería aprovechada por títulos posteriores como Pánico Infinito, Dr. Strangelove o Fail Safe.

Ciertamente el enfoque del filme es algo difuso al principio, y todo el tiempo roza lo melodramático. La noticia de la guerra nuclear es disparada por una emisión de radio en los cinco primeros minutos del filme, pero todo el panorama de Australia – la rutina normal de todos los días – nos impide asimilar el hecho. Hasta que uno empieza a toparse con situaciones fuera de lo común – la gente movilizada en caballos y bicicletas por toda la ciudad; las extrañas actitudes de la gente -, que nos dan la pauta de que algo no está bien. Y por más que esta gente aparente estar ok – como el personaje de Donna Anderson -, se encuentra devastada por dentro. Gregory Peck todavía imagina que sus hijos y su esposa están vivos en alguna parte, Ava Gardner vive alcoholizada, Donna Anderson niega la realidad, Anthony Perkins sigue con su rutina habitual mientras intenta conseguir pastillas de cianuro para su familia cuando llegue el momento, Fred Astaire se da los gustos de un condenado a muerte.

El filme es muy vago en su tono hasta que aparece Fred Astaire. Sinceramente nunca vi al ex bailarín como un buen actor, pero su performance en La Hora Final es excelente. Todo el cast tiene buenas perfomances, pero lo de Astaire es brillante. Su personaje es cínico y realista, y tiene por lejos los mejores parlamentos de la película. Y es tan sutil su interpretación en algunos momentos – el consuelo a Ava Gardner, los razonamientos sobre el holocausto, la reprimenda a Anthony Perkins – que debería haber ganado un Oscar (sólo recibió una nominación en los Globos de Oro).

Astaire es quien enciende la pantalla, y allí es cuando la película entra en un carril sólido. Quizás no todas las escenas en Australia sean buenas – el romance de Ava Gardner y Gregory Peck tiene un desenlace terrible; la carrera en la cual participa Fred Astaire parece de Los Autos Locos, en vez de disparar alguna línea para que el espectador entienda que la gente ha aprovechado esa situación para cometer suicidio en masa -, pero cuando el submarino parte hacia Norteamérica el filme entra en un sendero de calidad notable. Las ciudades fantasmalmente desiertas o la escena surrealista del periscopio del submarino hablando con un marinero que se fugó en San Francisco (y se encuentra pescando, esperando la muerte) son formidables. Y el climax es ciertamente bizarro. Uno no puede creer que el desenlace a toda orquesta tenga que ver con el suicidio masivo de las más grandes estrellas de aquella época.

La Hora Final es una excelente cápsula del tiempo. No es pareja, pero cuando funciona es realmente notable. Sin dudas Stanley Kramer quiso realizar un panfleto antibelicista – en su momento fue anunciada como la película más importante de todos los tiempos -, y la mayor parte del tiempo resulta efectiva gracias a excelentes diálogos y potentes imágenes. Existe una remake del año 2000 hecha para cable, que también es muy buena en sus propios términos.