Crítica: El Hombre de Rio (1964)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

Francia, 1964: Jean-Paul Belmondo (Adrien Dufourquet), Françoise Dorléac (Agnès Villermosa), Jean Servais (profesor Norbert Catalan), Simone Renant (Lola), Adolfo Celi (Mario De Castro)

Director: Philippe de Broca, Guión: Daniel Boulanger, Philippe de Broca, Ariane Mnouchkine & Jean-Paul Rappeneau

Trama: Adrien Dufourquet es un joven soldado enamorado de la bella Agnes Villermosa, hija de un prestigioso arqueólogo ya fallecido. Pero Agnes es raptada por una banda de criminales, los cuales están recuperando tres estatuas milenarias que su padre había hallado en Brasil una década atrás y cuyo paradero sólo lo conoce la chica. Adrien comenzará una larguísima persecución internacional – desde Paris hasta Rio, Brasilia y la cuenca amazónica – para recuperar a su novia y detener a los villanos, armado únicamente con su coraje y sus puños.

El Hombre de Rio (1964) Y seguimos revisando películas que uno tenía en la memoria desde su infancia. En este caso se trata de El Hombre de Rio, una aventura multinacional dirigida por Philippe de Broca en 1964 y con Bebel en el rol del título, que fuera un hit en su momento y llegara a conseguir una nominación al Oscar al mejor guión. Ciertamente lo del Oscar es algo inflado, pero uno no puede negar que toda la historia tiene su cuota de encanto.

Hay que partir de la base que El Hombre de Rio es absurda e ingenua. Aquí hubo tres arqueólogos que recuperaron en Brasil tres estatuas de la desaparecida cultura Malteca (existirá?), y cada uno de ellos se quedó con una de las artesanías. Pasado un tiempo roban una de las estatuas del museo de Paris, y secuestran a la hija de uno de los fallecidos arqueólogos para que le revele el paradero de la estatua que le correspondía. Para ello se la llevan drogada a Rio, no sin que su celoso novio (Belmondo) los persiga noche y dia sin descanso. En Rio no sólo está la segunda sino también la tercera estatua, en manos de un arqueólogo brasilero encarnado por Adolfo Celi.

Los diálogos son tontos y exagerados, en especial los que le tocan a Belmondo. Cada vez que está a punto de liberar a la chica, le hace caritas y le lanza besitos, perdiendo un tiempo valiosísimo (y por lo cual los villanos siempre le arruinan el postre). Pero, por contra, una vez que Belmondo comienza a correr la acción no se detiene hasta que llegan los títulos de crédito finales.

Esta es una pelicula que mejora a medida que avanza la proyección. Hay cosas muy traídas de los pelos – a Francoise Dorleac la secuestran, la drogan y la meten en un avion sin pasaporte; Belmondo se compra el pasaje aéreo con unas monedas que tiene en el bolsillo (otro que anda con el pasaporte encima); se escapa del avión en Rio y se queda en la ciudad, sin un peso y sin conocer el idioma, pero encuentra un lustrabotas que le da plata, casa y comida; los villanos siempre están a la vista y su guarida está a pocas cuadras de donde está Belmondo, etc, etc. -, pero uno termina por aceptarlo por la manera en que De Broca lo filma. Los personajes son simpáticos, Belmondo es un exagerado de aquellos y, para colmo, acá hace sus propias acrobacias – algo tradicional en el cine francés, y que va desde andar por las cornisas de los edificios hasta saltar en paracaidas o manejar autos a toda velocidad -. Súmese a esto los fabulosos paisajes brasileros – los cerros de Rio, las playas, el Amazonas, la ciudad futurista de Brasilia – y lo que obtiene es cerca de una hora y media de persecuciones y aventuras altamente improbables pero 100% entretenidas. Al final, cuando obtienen las tres estatuillas, la película pasa a convertirse en una especie de Indiana Jones a la francesa, con templos con trampas y el héroe enfrentado a una parva de secuaces en medio de un escenario exótico. Pensar que cinco días antes era un misero soldado que iba a tomarse 8 dias de permiso y apenas tenía dinero para invitar a cenar a su novia.

El Hombre de Rio es notablemente entretenida si se la acepta en sus propios términos. Es más aventura que comedia, y funciona en gran parte debido al tour de force físico de Belmondo. Desde ya es una película que vale la pena conseguir.