Crítica: Nuestro Hombre en la Habana (1959)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

calificacion 5 Connerys sobre 5: excelente GB, 1959: Alec Guinness (Jim Wormold), Burl Ives (Dr. Hasselbacher), Maureen O’Hara (Beatrice Severn), Ernie Kovacs (capitán Segura), Noel Coward (Hawthorne), Ralph Richardson (operativo en jefe)

Dirigida por Carol Reed. Guión de Graham Greene, basado en su propia novela.

Recomendación del Editor

Trama: Cuba en los años 50, cuando el dictador Batista aún se encontraba en el poder. Jim Wormold es un inglés que ha preferido pasar su vida en la isla con su modesto negocio de venta de aspiradoras. Pero Wormold es contactado por el agente del servicio secreto inglés Hawthorne, quien desea a toda costa que trabaje para él y le ofrece un generoso sueldo. Acuciado por las deudas, el tímido Wormold accede aún sabiendo que es incapaz de montar una red de espionaje en Cuba tal como se lo piden. Por ello empieza a pergueñar reportes falsos de inteligencia; pero las cosas se salen de control cuando envía un informe sobre una gigantesca base misilística que los cubanos estarían montando en secreto … y que resulta ser el dibujo de una moderna aspiradora encastrado sobre un paisaje de montañas. Muy pronto el mismo gobierno cubano, el servicio secreto inglés, y otras agencias de espionaje estarán tras los pasos de Wormold, tomando el informe de la base como verdadero y considerándolo una verdadera amenaza a la seguridad internacional.

Nuestro Hombre en la Habana (1959)Esta es una deliciosa comedia sobre el mundillo del espionaje de la Guerra Fría, pergeñada por un puñado de notables. Se basa en la novela homónima de Graham Greene, editada en 1958. El libro probó ser enormemente popular y en menos de un año se concretó su adaptación cinematográfica. Greene mismo escribió el libreto, amén de tener a Carol Reed en la dirección (Reed y Greene nos darían el super clásico El Tercer Hombre en 1949), y a Alec Guinness al frente de un cast de notables.

La historia fue rodada en Cuba, a escasos meses de que Fidel Castro llegara al poder y cuando aún el líder cubano no se había alineado con el bloque soviético. El gobierno de Castro sometió a una rigurosa inspección el libreto antes de autorizar la filmación, y la consideró como propaganda de los desmadres del derrocado dictador Batista. Lo curioso es que, salvando el título inicial que ubica a la historia en los tiempos de Batista, el resto de la trama cabe perfectamente en los días duros de la Guerra Fría de los años 60. La delirante base de misiles que dibuja Guiness bien podría ser el emplazamiento de una lanzadera futurista en la época de Fidel, y ocurrir con ella lo mismo que pasó con la famosa crisis de octubre de 1962, cuando los soviéticos comenzaron a armar silos atómicos en la isla y el mundo estuvo al borde de la guerra nuclear.

Aquí Greene se despacha con una ácida sátira sobre el género del espionaje, en donde los agentes reclutan a gente que no es capaz simplemente porque su única virtud es su nacionalidad. Lo pinta como un mundo construído exclusivamente sobre los chismes, los cuales compran sin chequear demasiado su veracidad. El vivillo de Wormold prácticamente desata una crisis internacional con sus reportes falsos – inventando agentes cuyos nombres salen de libros e historietas, pasando informes que saca de las revistas y diarios de actualidad -, con tal de pasar gastos y darse la buena vida. Donde las cosas se ponen surrealistas es cuando uno de los espías inventados por Wormold – un aviador de apellido Montes, que sería quien le habría reportado la existencia de la base de misiles – resulta que existe y aparece muerto. A partir de allí, las cosas se disparan hacia la estratósfera, en donde Wormold empieza a descubrir que una gran cantidad de sus amigos son espías de otros servicios, hay una conspiración para matarlo, los militares cubanos pinchan sus teléfonos y terminan por reclutarlo como doble agente. El clímax es el colmo del absurdo, mostrando que el servicio secreto inglés prefiere tapar sus errores antes de admitir su ineficiencia. Es sencillamente delirante.

Aquí está Alec Guinness en otro rol cómico que le calza a la perfección; las expresiones de asombro de Wormold al ver cómo sus mentiras empiezan a crecer y tomar otro rumbo son sencillamente geniales. El cast es realmente bueno, en especial el cómico Ernie Kovacs en el rol del capitán Segura – un militar duro y agresivo, que está prendido de la hija de Wormold -. La escena en que Kovacs empieza a explicar que la tortura es una cuestión de clases – los profesionales no pueden ser forzados mientras que los pobres piden a gritos que los torturen – es definitivamente un clásico.

Nuestro Hombre en la Habana es cómica y sutil. Es pura diversión, y no importa si su setup haya pasado de moda. Tan solo ver la fina performance de Alec Guinness vale la entrada.

En un dato para la trivia, el mismo argumento – con un tono un poco mas dramático – sería reciclado por el autor de novelas de espionaje John Le Carré para su novela El Sastre de Panamá, sólo que ambientada en la época en que la posesión del canal estaba en conflicto entre los americanos y Noriega. Fue llevada al cine en el 2001 por John Boorman, con Pierce Brosnan y Geoffrey Rush en los papeles principales.

5 CONNERYS: Otro clásico de Graham Greene y Carol Reed. Una deliciosa sátira al genero del espionaje. Fantásticas performances, grandes diálogos y una comedia totalmente atemporal. Gran trabajo de Alec Guiness y Ernie Kovacs.