Crítica: Héroe (Hero) (2002) de Zhang Yimou

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

Recomendación del EditorChina, 2002: Jet Li (guerrero sin nombre), Tony Leung Chiu-Wai (Espada Rota), Maggie Cheung Man-Yuk (Nieve), Daoming Chen (Rey de Qin), Zhang Ziyi (Luna), Donnie Yen (Cielo)

Director: Zhang Yimou, Guión: Zhang Yimou, Feng Li & Wang Bin, Musica – Tan Dun

Trama: Un guerrero sin nombre es recibido a solas por el Rey de Qin en la sala real. El guerrero ha eliminado a tres poderosos asesinos – Espada Rota, Nieve y Cielo – que intentaban complotar contra el monarca. En la ceremonia de honor, el rey le pide al héroe sin nombre que le relate el desarrollo de los acontecimientos pero, a medida que la narración progresa, el monarca comienza a darse cuenta de que la realidad de los sucesos no es tal, y que tiene delante de sí a un asesino que ha forjado un elaborado camino para llegar hasta su alcance y poder matarle.

Heroe El Wu Xia es posiblemente el género favorito de la cinematografía china. Al igual que el Western, los filmes de caballería marcial china son un gigantesco escenario que da para todo tipo de temas – desde películas de pura acción hasta obras de arte existencialistas -. Como se ve, el Wu Xia es una metáfora a la cual cada director le da su impronta personal y la moldea según su filosofía.

Posiblemente el tema tenga que ver con el régimen comunista. Situados en otros escenarios de la Edad Media, todo lo descripto es fantasía y no se compromete con la realidad actual. Por ello siempre el Wu Xia ha sido muy popular – contando historias de heroes fantasticos, desarrollando colosales épicas – y existe desde siempre. En los 70 llegaban algunas películas de Wu Xia a estas tierras, aunque siempre se las mantuvo al margen en el nicho de filmes de kung fu. Con el suceso de Crouching Tiger, Hidden Dragon de Ang Lee, el Wu Xia salió del ghetto y pasó a convertirse en un género mainstream respetable a ojos de los espectadores occidentales. Un defecto que suele suceder cuando las audiencias sólo viven para los últimos estrenos de Hollywood y desconocen de que existen cinematografías en otras partes del mundo.

Hero viene de la mano de Zhang Yimou, un reconocido director de cine arte. Si bien en los últimos años Yimou venía filmando obras sin demasiado vuelo artístico (despues de Raise the Red Lantern de 1992, su última gran obra), uno asume que se debe a una suerte de compromisos políticos con los productores… o sea el Estado Chino. En el 2002 Yimou regresa en plena forma con Heroe, donde desata toda una parafernalia de poesía visual que termina por apabullar al espectador.

En Heroe hay que separar lo que es la trama propiamente dicha de lo que es la cinematografía. La historia que relata es, por definirlo de algún modo, muy oriental. Tenemos al rey conquistador que viene arrasando tierras y dominando pueblos, y tenemos a un grupo de asesinos que desean liquidarlo. El más talentoso es el guerrero sin nombre (Jet Li) que, frente al Rey de Qin, comienza a relatar cómo desbarató el complot para atentar contra el monarca. Pero de pronto, cada historia comienza a ser relatada nuevamente pero alterando detalles y hechos – y dándole un significado totalmente distinto -. Con cada visión de la nueva narración de la historia, Yimou altera cromáticamente la pantalla de un modo drástico, de modo que uno puede distinguir el episodio rojo, el azul, el verde y el blanco. Al estilo de Rashomon de Akira Kurosawa, los mismos hechos son narradas desde ópticas diferentes y ya, al final, se termina por llegar a la historia real. Aquí comienza a pelarse, como capas de cebolla, las intenciones verdaderas del héroe sin nombre, el que resulta ser un descomunal asesino que ha simulado las muertes de los complotadores para ser recibido por el Rey y poder asesinarle. Hasta allí, todo bien.

El problema de Heroeel gran problema – es que, a los ojos de un espectador occidental, el clímax carece de sentido. Uno debería entender que el héroe ha aprendido algo sobre el camino y lo que termina es por darle una lección de sabiduría al Rey, aún a costa de su propia vida. Se convierte en un mártir que termina por entender que el beneficio de la nación – la unificación de los pueblos que está realizando Qin – está por encima de su beneficio personal. Lo que uno no termina por explicarse es por qué Jet Li no se dá cuenta de esto 4 días antes y se queda en su casa, en vez de llegar hasta la instancia final y ofrendarse en sacrificio.

Pero más allá del final – interruptus -, lo que ofrece Heroe es un descomunal espectáculo visual pocas veces visto. Es un film impresionantemente hermoso. Toda la paleta está reducida a una escasa policromía, intensa y delicada, y Zhang Yimou ofrece unas secuencias de exquisita poesía visual. El combate entre Nieve y Luna, por ejemplo, tiene lugar en un paisaje lleno de hojas amarillas, que fluye en una delicada coreografía delante de la cámara y que, cuando una de las protagonistas muere, se tiñe enteramente de rojo. O el atentado de Espada Rota en el palacio del Rey, vestido con impresionantes rasos verdes que se ondulan sobre los protagonistas combatiendo. Y la secuencia más espectacular de todas, con el héroe y Espada Rota combatiendo sobre las aguas de un lago… es sencillamente un film exquisito.

Uno puede perdonar el final insatisfactorio – reitero, para los ojos occidentales – a cambio de todo el placer visual que supone cada fotograma del film. No tiene desperdicio. Cada imagen es pura poesía y es un deleite incomparable con algo antes visto. Simplemente se las recomiendo, ya que es una experiencia sensorial única.