Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco
USA, 2004: Daniel Radcliffe (Harry Potter), Emma Watson (Hermione Granger), Rupert Grint (Ron Weasley), Robbie Coltrane (Rufus Hagrid), David Thewlis (Profesor Remus Lupin), Gary Oldman (Sirius Black), Alan Rickman (Profesor Severus Snape), Michael Gambon (Director Albus Dumbledore)
Director: Alfonso Cuaron, Guión: Steve Kloves, basado en la novela homónima de J.K. Rowling
Trama: Los dementores – guardianes demoníacos de la prisión de Azkaban – vigilan Hogwarts y sus alrededores en busca de un peligroso recluso prófugo llamado Sirius Black. Black era el padrino de Harry Potter y se corre el rumor que traicionó a sus amigos a cambio de entregarlos al Señor Oscuro. Con la venganza corriendo en sus venas, Harry se lanzará a buscar a Sirius entre los muros de Hogwarts, convencido de que viene a terminar la tarea que quedara pendiente 14 años atrás. Pero los conspiradores están a la orden del día y nada es lo que parece, con lo cual Harry y sus amigos se encuentran en serio peligro.
Esta es la tercera entrega de la saga de Harry Potter, el niño mago de las novelas de J.K. Rowling. Hasta ahora todo venía en onda de aventura ñoña y sobrecargada de efectos pero el enroque de director – se va Chris Columbus y queda como productor; entra Alfonso Cuarón, el mexicano de Y Tu Mamá También y Roma (!) – redunda en un subidón de calidad y atmósfera. De todos modos el filme no puede lidiar con los tics de la Rowling, que le encanta estirar cosas, irse en redundancias y recular cuando amenaza con avanzar con aspectos cruciales de la historia de fondo de la saga.
Todo se reduce a gente intrigando y murmurando sobre el tan mentado fugado de Azkaban (Gary Oldman con look decrépito que desaparecería en las siguientes secuelas; ¿a dónde fueron a parar los dientes podridos y el cutis agrietado?), el cual no es tan terrible como parece. Bastan cinco minutos en escena como para que Harry cambie de opinión y termine a los abrazos con el enemigo público número uno del mundo mágico. También está la estirada trama del Hipoglifo, un elaborado Deus Ex Machina que el filme usa sobre el final.
El fuerte de Rowling es la construcción del mundo de Harry, haciéndolo cada vez mas denso ahora con la inclusión de cortes, policías y cárceles de infractores del mundo mágico. Es ahí donde Cuarón mete cuchillo y se despega de la superficialidad de Columbus. Esta entrega está desaturada de colores, es un mundo mas frío y hostil y, cuando los efectos especiales aparecen, son integrales a la trama. El vuelo de Harry sobre el Hipoglifo no es un despliegue de FX redundante sino un auténtica escena que te deja con la boca abierta por su lirismo. Pero, lo mas importante aún, es que Cuarón introduce la oscuridad en el universo Potter, con la formidable presencia de los Dementores, guardianes espectrales cazadores de los infractores de lo sobrenatural que parecen salidos de una película de terror y que dejan atrás las pavadas de Chris Columbus (como el vuelo ridículo del Ford Anglia del segundo filme, que parecía una ocurrencia salida de una de Disney).
Si la historia no es particularmente sobresaliente, el clima si lo es. Además los actores están mas grandes y mucho mas cancheros con sus roles, lo cual es de agradecer. La saga continuaría repuntando hasta llegar a Harry Potter y la Orden de Fénix (2007), la que para mí es el pico máximo de toda la serie.