Crítica: La Gran Muralla (2016)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA / China / Canadá, 2016: Matt Damon (William Garin), Pedro Pascal (Pedro Tovar), Jing Tian (Comandante Lin Mae), Willem Dafoe (Ballard), Andy Lau (Estratega Wang), Hanyu Zhang (General Shao)

Director: Zhang Yimou, Guión: Carlo Bernard, Tony Gilroy & Doug Miro

Trama: William Garin y Pedro Tovar son dos aventureros que han viajado hasta China en busca del secreto de la pólvora – desconocida en Occidente, y cuyo poder puede encumbrar en potencia militar a la nación europea que la posea -. Pero al llegar se topan con una criatura feroz que asesina a varios miembros del grupo de Garin. Sin embargo el arquero logra amputarle una pata y, ante lo desconocido de la especie, decide portarla para preguntarle a algún lugareño sobre el tipo de animal a la que pertenece. Pero Garin y Tovar son interceptados por el ejército imperial, y puestos en prisión mientras se preparan para defender la gigantesca muralla que rodea a China. Al parecer una descomunal horda de criaturas – conocidas como Tao Tie – surge en la Tierra cada 60 años y ataca sin piedad el imperio Chino, amenazando con exterminarlo y extenderse al mundo entero. Tras superar la primera oleada, las autoridades analizan la pata que porta Garin y – alabando su valor en combate – deciden incorporarlo al ejército que defiende la muralla. Mientras tanto Tovar sólo piensa en huir con un puñado de pólvora e intenta convencer a su compañero de seguir su misma suerte. Pero Garin ha quedado prendado de la comandante Lin, la cual habla inglés y le ha convencido de que lo suyo hace a una causa mayor – la de salvar a la humanidad de las garras de una raza de criaturas que crece exponencialmente a medida que depreda ejércitos enteros -. Ahora Garin debe ubicar y matar a la reina de los Tao Tie, la cual coordina todo el ataque y es custodiada por los mas poderosos de la manada. Pero entre Garin y la reina se interponen miles de criaturas y, para que su misión sea un éxito, el aventurero precisará un golpe de suerte… caso contrario, la suerte de todo el imperio chino estará echada.

Critica: La Gran Muralla

    La Gran Muralla (2016) Cuando China decidió abrir sus mercados era obvio que, con el correr del tiempo, el gigante rojo quisiera jugar sus bazas en la industria cinematográfica. Si Pacific Rim y xXx: Reactivado han abrevado en la taquilla china y han obtenido mas dinero que en suelo estadounidense, se debe a que el tema del filme / el co-protagonista atrae tanto al público chino o toca una fibra popular de dicho mercado (como son los monstruos gigantes, los mechas, las space operas y los filmes de fantasía) que lo vuelve taquillero en suelo oriental. Ahora llega La Gran Muralla, la cual es un producto esencialmente norteamericano – escritores yanquis, productores yanquis, estrella yanqui – pensado para el mercado asiático, el cual el equipo local chino del artesano Zhang Yimou se encarga de adaptarlo y customizarlo. Sí, visualmente se parece a los festines visuales de Yimou como La Casa de las Dagas Voladoras o Héroe, y la épica de la batallas es por lejos lo mejor que tiene para ofrecer el filme. Lástima que entre pelea y pelea estos personajes deben hablar y ahí queda patente la pobreza creativa del libreto.

Ciertamente el modo en que explican que Matt Damon esté en China es coherente. El problema es que, si esto figura situado cerca del año 1.000, Damon debería ser inglés (América ni siquiera había sido descubierta) y es lo que menos pinta tiene. Dejando de lado eso, el cómo llega y se integra a la lucha del ejército chino contra los Tao Tieuna especie de jabalies mutantes que parece ser de origen alienígena y cuyas hordas tardan en multiplicarse, crecer y atacar 60 años – es digerible. El problema es cuando Damon cancherea y se hace el gran Legolas, lo cual es ridículo. Si bien el Wu Xia es un género plagado de absurdos – ¿se acuerdan de Michelle Yeoh volando por las copas de los árboles en El Tigre y el Dragón? -, hay que crear un clima fantástico para hacerlos creíbles. Por ejemplo, en el clásico de Ang Lee los guerreros volaban en el aire porque eran elegidos divinos, una especie de superhéroes misticos que los separaba del resto de los mortales. Pero ver a Jason Bourne un simple mortal, un mercenario nada honorable y para colmo occidental – haciendo piruetas en el aire y liquidando a tres bicharracos con una sola flecha es simplemente intragable.

Quizás el problema sea la presencia de Damon. Hubieran puesto a cualquier figura china en el protagónico – un Donnie Yen, por ejemplo – y nadie se quejaría de eso. Es como las peliculas de Godzilla, en donde nadie cuestiona un tipo enfundado en un traje de goma y pisando maquetas de Tokio simplemente porque son japoneses y parece algo natural para ellos. Ahora, cuando lo trasladamos a occidente y hacemos algo parecido – con un Gorgo arrasando Londres – uno se queja que el bicho se ve estúpido y que los efectos especiales apestan.

Mientras que Yimou despliega toda su parafernalia visual que nos tiene acostumbrados – y convierte esto en una versión extendida de la batalla del Abismo de Helm de El Señor de los Anillos: Las Dos Torres -, generando una paleta riquisima de colores, exhibiendo un ejército uniformado de manera extravagante – bien podría ser un ejército de elfos tolkianos -, haciendo un despliegue fabuloso de fuego y destrucción, la cuestión es cuando la batalla calla y estos tipos hablan. Son personajes de carton pintado que sólo saben hablar de robarle la pólvora a los chinos y nada mas que eso (como si llevarse la pólvora garantizase que alguien en occidente sabe cómo reproducir el proceso para generarla). Digo: si estás frente a una horda de millones de bichos nunca antes vistos, lo que semejante visión te genera es un shock que te lleva a una profunda reflexión sobre la naturaleza humana, si estamos solos en el universo, si esos demonios son la misión de tu vida, bla, bla, bla. Un discurso tipo rey Theoden en Las Dos Torres. Pero no; estos tipos sólo piensan en fugarse con su polvo explosivo y hacerse ricos sin importarle el destino del mundo.

La Gran Muralla es una enorme oportunidad desperdiciada de hacer algo memorable. Corten todas las escenas de Damon (o reemplácenlo por un idolo chino) y el filme sería mucho mejor. Incluso tolelaríamos el final ultraestúpido que depende de un montón de torpezas y casualidades. Un desperdicio de dinero y talento que sólo busca el bocadillo visual y la recaudación fácil en vez de aprovechar la ocasión para hacer una obra densa, memorable e intelectualmente mucho mas satisfactoria.