Crítica: Gorgo (1961)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

GB, 1961: Bill Travers (Joe Ryan), William Sylvester (Sam Slade), Vincent Winter (Sean), Christopher Rhodes (McCartin)

Director: Eugène Lourié, Guión: Robert L. Richards y Daniel James, Musica – Angelo Lavagnino

Trama: Cazadores de tesoros exploran las aguas cerca de Irlanda, pero la súbita aparición de un volcán submarino cancela sus planes. Con el navío dañado a causa de la tormenta generada por el fenómeno, los buscadores desembarcan en una pequeña isla cercana para realizar reparaciones. La irrupción de un monstruo atrae el terror del poblado, y los líderes de la expedición – Joe Ryan y Sam Slade – deciden matar a la criatura, a cambio de un pago por parte de los aldeanos. Pero a último momento Joe y Sam deciden capturar y exhibirla en Londres, en donde un circo les hace una generosa oferta. El problema es que la criatura resulta ser una cría pequeña, y ahora la madre – una bestia colosal de más de 70 metros de altura – se encuentra en pleno sendero de destrucción hacia Londres, decidida a recuperarla.

Gorgo El mayor problema de los llamados monstruos atómicos, es que todos terminan por ser clones. Filmes iguales producen críticas semejantes, y a lo sumo lo que se destaca es alguna novedad dentro de la fórmula.

En general todo el cine de monstruos sigue dos patrones: King Kong – bestia capturada y llevada a la civilización donde se enamora de una chica – o bien El Monstruo de los Tiempos Remotos – criatura despertada / mutada por explosión atómica y que desata un sendero de destrucción en la gran ciudad -. De hecho el mismo Godzilla cae dentro de esas variantes, y el film de Ishiro Honda merecería una corta review como un pequeño clásico si no hubiera disparado una enorme lista de secuelas que prosperan hasta hoy.

Gorgo (1961) viene de la mano de Eugene Lourie, el mismo de El Monstruo de los Tiempos Remotos, The Giant Behemoth, y The Colossus of New York. Curiosamente este es el último film de Lourie como director – seguirían trabajando en rubros técnicos el resto de su vida -. Como se puede ver, Lourie tiene vasta experiencia en la ciencia ficción y especialmente con bichos gigantes, aunque aún para 1961 no se deja de apreciar que sigue siendo un director chato.

Gorgo sigue muy de cerca la trama básica de King Kong, aunque con algunas variantes. La criatura es atrapada y llevada a la civilización para exhibir; la novedad aquí es que el monstruo capturado no es la amenaza principal, sino que la madre – que es enorme – viene en su búsqueda. Las otras novedades destacables son que la acción transcurre en Londres y que el film tiene un final feliz. El resto es bastante rutinario.

Lo que sí uno no puede dejar de notar son algunas pifias tanto del director como de los guionistas en una trama que podía tener algunos tonos interesantes. La relación inicial de los buscadores de tesoros con los aldeanos es realmente hostil, y Joe y Sam son realmente unos bribones. Pero en vez de explayarse con estos personajes tan grises, el film pasa directo a la secuencia de ataque y captura, que está rodada de un modo no muy inspirado. Aquí uno de ellos baja en una cápsula submarina para ofrecerse de cebo mientras el resto tira las redes y captura al monstruo. El bicho está producido por técnicas de suitemation – al igual que Godzilla, es un tipo en un traje de goma -, pero al menos está rodado con bastante eficiencia de modo de que las maquetas no resulten tan evidentes. Mientras que los FX son relativamente mejores que p.ej. Godzilla, el problema pasa por el diseño del monstruo que parece un lemur gigante cruzado con un dinosaurio, con ojos rojos, orejitas simpáticas y una boca enorme llena de dientes.

Donde el film repunta un poco es con la llegada de la madre a Londres (¿y el padre donde está?). Si bien hay demasiadas tomas nocturnas – y muy oscuras -, al menos Lourie se las ingenia para crear muy buenas escenas de panico masivo y destrucción a granel. Obviamente el presupuesto era bastante bueno, ya que logra movilizaciones masivas de pánico mientras la criatura destruye el Big Ben y el puente de Londres – no sé por qué los bichos gigantes tienen predilección por destruir monumentos nacionales para el desayuno -. Las patas gigantes de Gorgo aplastando edificios, cayendo toneladas de mampostería encima de la gente, o la masa en pánico escondiendose en el subterráneo mientras el techo se cae a pedazos por las pisadas de la criatura son secuencias muy buenas.

Es una película bastante aceptable. Hay algunos problemas de edición al principio, con lo cual la trama va medio a los saltos, pero el final está muy bien filmado. Entre el cast figura William Sylvester, que años más tarde sería el Dr. Floyd de 2001, Odisea del Espacio. También está Bill Travers, que parece un clon mal dormido de Steven Seagal. Como protagonistas, cumplen con las reglas del género – interpretaciones de madera terciada -, pero al menos los díalogos no son tan terribles como en otros filmes del género.