Crítica: Goke, Body Snatcher From Hell (1968)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

Japon, 1968: Teruo Yoshida (co piloto Sugisaka), Tomomi Sato (azafata), Eizo Kitamura (senador Mano), Hideo Ko (asesino), Kathy Horan (Sra. Neal)

Director: Hajime Sato, Guión: Kyuzo Kobayashi & Susumu Takaku

Trama: Un avión de pasajeros se topa con una extraña interferencia atmosférica que daña sus instrumentos y lo obliga a hacer un aterrizaje de emergencia en una desolada isla. Allí descubren que uno de los pasajeros resulta ser un peligroso asesino profesional y, tras una feroz pelea, éste logra huir. Pero en su fuga el individuo se topa con una nave espacial, de cuyo interior surge una criatura alienígena que se apodera de su mente y lo obliga a beber sangre. Ahora el sicario ha comenzado a acosar al resto de los tripulantes, quienes se ven obligados a montar una improvisada defensa … pero la criatura es más fuerte que ellos, y todos los intentos de combatirla han resultado estériles hasta el momento.

Goke, Body Snatcher From Hell Hay películas espantosas. Pero espantosas en un sentido bíblico, de esas que te dejan petrificado y convertido en sal. Filmes en los cuales hubieran podido reemplazar al director por un orangután y el resultado hubiera sido mejor de lo que quedó en pantalla.

En general mi concepto de espantoso equivale a bodrio sideral, como cuando uno se pasa una hora y media sintiendo cómo le crecen las hemorroides, lo cual resulta más entretenido que lo que aparece en pantalla. En pocos casos me he topado con especímenes de ese estilo – y eso que mis gustos son amplios y bizarros -, con lo cual suelo perdonar vidas y me divierto con cosas indigeribles. Pero también mi concepto de espantoso recae sobre películas que tenían un par de ideas con potencial – para las cuales uno mentalmente anticipó un par de desarrollos posibles e interesantes – … y que termina por descubrir cómo el idiota sentado en la silla del director se encargó de arruinarlas de la peor manera posible. No hay nada más indignante que ver cómo asesinan una buena premisa.

Goke, Body Snatcher From Hell (Goke: el Usurpador de Cuerpos del Infierno) entra en mi lista negra. Este es un filme del auteur Hajime Sato, responsable de El Murciélago Dorado (Ogon Batto). Sí, sí; esa en donde el malo era un tipo con una funda de almohada en la cabeza y reflectantes de bicicleta como ojos. Esa es una clara muestra del vuelo creativo del cineasta, y en este filme vuelve a ratificar sus kilates artísticos (o la ausencia de ellos).

No se precisaba mucho para que Goke, Body Snatcher From Hell alcanzara a ser una película medianamente competente. Con algunos diálogos razonables y un par de performances medidas por parte del cast se podría haber llegado a algo potable. Pero el libreto parece que lo hubiera escrito un ejército de monos (y con sus colas), y la dirección le va en saga. Imaginen la siguiente situación: un avión comercial se mete en una zona que parece salida de un capítulo de La Dimensión Desconocidacon cielos sangrientos, pájaros que se estrellan contra las ventanillas del aeroplano, etc – y casi es atropellado por un OVNI. Como las dimensiones alteradas, los alienígenas y los pájaros desquiciados fueran poco, tenemos a) un asesino profesional gay; b) un idiota que fabrica bombas por hobby y que las lleva a a bordo. Toda esta gente se enloquece y se pelea arriba del avión, lo que hace que se venga a pique y aterrice de emergencia en una isla desconocida. Los pibes del OVNI también los han seguido y han aterrizado cerca. La tripulación se compone de nueve tipos, todos ellos estereotipos irritantes y sobreactuados, y que van desde: un sicólogo que parece más loco y siniestro que el asesino y el fabricante de bombas; un hombre de negocios que no duda en entregarle su mujer al despreciable senador que lo acompaña, con tal de que le autorice un proyecto de negocios; una viuda yanqui que se la pasa chapurreando en inglés sin que nadie la entienda; y la lista sigue hasta el superhonesto héroe del día, al cual todo el mundo lo bardea mal, y la azafata que hace de damisela en apuros de turno.

Goke, Body Snatcher From Hell es una película escrita de una manera terrible. La tripulación prefiere trompearse con el héroe – porque no les dice en dónde han caído -, antes que aporrear al asesino que tiene de rehén a la azafata y que quiere fugarse a quién sabe dónde (ya le dijeron varias veces que están en una isla abandonada, pero no lo entiende). Hay una larguísima escena de quince minutos en donde el senador se transa a la mujer del ejecutivo mientras se la pasa reclamando por whisky y agua. La yanqui habla y habla y, cuando debe disparar, apunta hacia el cielo. Hay un científico de pacotilla que se despacha con la teoría de que los aliens están aquí para aprovechar las numerosas guerras que padece la humanidad (excusa que sirve para que el director meta unos inserts en rojo y veamos que ésta es una película con mensaje anti belicista). Los ataques del vampiro espacial son patéticos, y lo único shockeante es que el tipo infectado anda con un tajo profundo en medio de la frente. Pero hay suspenso cero, los personajes son irritantes, y las escenas intermedias son estiradas hasta el hartazgo, como si el libreto se hubiera quedado corto de ideas y le hubieran pedido a los actores que improvisen en el set. Hasta el clímax (del cual Tim Burton habrá tomado alguna idea para Marcianos al Ataque) es demasiado largo.

Y todo esto resulta ser una lástima, ya que los valores de producción son prolijos y habían algunas ideas interesantes en Goke, Body Snatcher From Hell. Si uno puede establecer algún paralelismo, Hajime Sato no es Ishiro Honda y lo que hace aquí no llega ni al 5% de efectividad que había logrado el maestro en Matango, el Ataque de los Hombres Hongo. Este era un escenario con gran potencial, arruinado por una sarta de ladrones con patente. Así como está termina siendo una curiosidad, pero una que no resulta recomendable en absoluto.