Crítica: The Girl With All the Gifts (2016)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

Recomendación del EditorGB, 2016: Sennia Nanua (Melanie), Gemma Arterton (Helen Justineau), Glenn Close (Dra Caroline Caldwell), Paddy Considine (Sargento Eddie Parks), Fisayo Akinade (Kieran Gallagher), Annamaria Marinca (Dra Selkirk), Dominique Tipper (Devani), Anthony Welsh (Dillon)

Director: Colm McCarthy, Guión: Mike Carey, basado en su propia novela

Trama: 20 niños viven como prisioneros en una base militar altamente fortificada. Los soldados los desprecian y los maltratan pero cumplen con su obligación de llevarlos diariamente a clase, fuertemente atados a sus sillas de ruedas. Helen Justineau es una de las pocas civiles que trabaja en la base, y su obligación es enseñarle historia y ciencias a los chicos. Pero hay una de las niñas, Melanie, que posee inteligencia de genio y una sensibilidad excepcional. Conmovida por los dichos de Melanie Helen intenta hacerle un mimo pero es rápidamente interrumpida por el duro sargento Parks, quien está a cargo de la base. Así es como le demuestra – acercándole su brazo a la boca de Melanie – de que estos chicos, en presencia cercana de humanos, se transforman en monstruos devoradores de carne. Y es que Melanie – así como el resto de los niños apresados – ha nacido de una mujer contagiada por el virus zombie durante su proceso de gestación, dando a luz un híbrido que conserva su inteligencia y su sensibilidad emocional pero también su apetito por la carne humana. Ahora la misión de científicos y militares es estudiarlos y encontrar una cura antes que los zombies encuentren la base y la invadan… pero ya es demasiado tarde y Melanie, Helen y la doctora Caroline Caldwell – quien está a punto de crear una vacuna efectiva – deben salir huyendo con lo puesto mientras la base es diezmada por una masiva oleada de muertos vivientes. Su única esperanza radica en llegar a Londres donde se encuentra la central militar… pero cuatro personas casi sin armas y a bordo de un endeleble camión dificilmente puedan sobrevivir a millones de zombies habitando la capital de Inglaterra. Es entonces cuando Melanie se ofrecerá a ayudar para asegurar la supervivencia del grupo, aunque ello denote la desconfianza de todos. Porque Melanie … ¿es realmente humana o simplemente un zombie que imita a los humanos y que está esperando el momento preciso para atacarlos y devorarlos, asegurando su propia libertad?.

Critica: The Girl With All the Gifts

The Girl With All the Gifts (2016) No quiero ser malo. The Girl With All the Gifts (parafraseando la traducción utilizada en el diálogo del filme, “aquella con todos los poderes” y que se refiere a la leyenda de la mitología griega de Pandora y su caja mágica) es un gran filme. Es extraordinariamente inteligente, no tiene un gramo de desperdicio, hay grandes performances (en especial de la niña Sennia Nanua) y un tema brillantemente abordado desde una perspectiva nueva y fresca. Pero tengo problemas con la dirección de Colm McCarthy, la cual no me parece tan efectiva como debiera. Es posible que el modesto presupuesto de producción atente contra la visión épica de un apocalipsis zombie – hay unos cuantos escenarios CGI, y la horda de zombies se reduce a 40 tipos mal maquillados (¿dónde estás, Tom Savini, cuando mas te precisamos?) -, pero también es cierto que McCarthy tampoco maneja con maestría escenas mas íntimas y peligrosas, y las cuales deberían ser escalofriantes. Una incursión en un shopping atestado de zombies durmientes – y para los cuales los protagonistas son invisibles ya que usan un gel que inhibe el olor corporal humano que tanto excita a los muertos vivientes – debería ser un día de campo para un tipo como James Wan o George Romero, pero McCarthy lo resuelve rápido y con escaso shock. Es un tipo mas interesado en el drama humano y la aventura que en el suspenso y la carnicería.

Ojalá usted, ávido lector y fan del cine fantástico, tuviera la oportunidad de acceder a la experiencia de The Girl With All the Gifts de manera virgen, es decir, sin tener idea de qué se trata (si está acá, lamento decirle que ha perdido!) como cuando uno captura una película por accidente en el cable. Tener la oportunidad de ir develando de a poco sus misterios, shockearse con las revelaciones sobre la naturaleza de la niña y sus compañeros, ver a esa criatura angelical cometer sorpresivamente los actos mas aberrantes e inimaginables que cabrían a un niño de 12 años. Ciertamente es un filme de zombies, pero hecho como nunca antes hemos visto (y eso que los zombies es un género saturado de exponentes en los últimos años), y posee una perspectiva única. En muchos sentidos me hace acordar a El Planeta de los Simios (ya sean los capítulos viejos o los filmes de la nueva saga) porque trata sobre la aparición accidental de una nueva especie que va a transformarse en la dominante sobre el planeta (¿acaso Melanie no es el equivalente zombie de Cesar, liderando a su raza hacia el dominio del mundo, aunque ello ocurra de manera accidental?). El virus ha convertido en zombies a la mayoría de la población, los escasos no infectados sobreviven como pueden y, en el medio, hay un puñado de híbridos, humanos infectados pero resistentes al virus que se comportan con inteligencia y sentimientos pero no logran dominar su hambre de carne humana. Desde ya, éste es otro filme que no resuelve la gran falacia sobre el apocalipsis zombie, que es qué harán los muertos vivientes cuando exterminen a todos los seres vivos sobre el planeta. ¿Se transformarán en veganos?.

Un puñado de esos hibridos es retenido en una base militar. No sabemos esto de antemano, así que nos shockea la violencia y desprecio de los soldados contra estos niños. Pronto sabemos que son humanos infectados (¿o zombies inteligentes?; una cuestión que desvela al personaje de Glenn Close) y que son sujeto de un experimento. Ecos de El Día de los Muertos resuenan en el libreto de Mike Carey. ¿Les están enseñando a estos zombies a ser inteligentes?. ¿O desean que estos humanos infectados – si esa es la definición – evolucionen para que los ayuden a resolver el problema de la epidemia?. ¿Por qué les darías educación a tus conejillos de Indias?. Hay una mezcla de incógnita y efectismo en el hecho de que estás criando a tu enemigo bajo tu propio techo con el fin de… ¿qué?. ¿De que no sean salvajes, porque civilizados serán mas fáciles de dominar?.

El toque humano es Gemma Arterton, sin maquillaje, ojerosa y pecosa (es algo fiera sin make up), pasadita de postres como siempre, pero con una sensibilidad extrema a flor de piel (increíble lo que ha crecido esta mujer actoralmente desde su papelito en Quantum of Solace). Ella es la abogada del diablo, la defensora a rajatable de Melanie, la morenita brillante que lleva sobre sus hombros todo el filme. La nena está por encima de todos ya que tiene la IQ de un genio y una madurez emocional que la lleva a tomar las decisiones mas lógicas. La Arterton pasa a ser su madre subrogante, la maestra que la ama y ve en ella todo lo mejor que los demás no pueden ver, enceguecidos por el hecho de que es un monstruo con apariencia adorable. Cuando la base es inundada por oleadas de zombies, la Arterton cierra los ojos para no ver su horrendo e inminente final pero es la niña la que la rescata. Juntas – con el oficial detestable y pragmático, y la científica de implacable racionalidad – escaparán de la base y descubrirán en qué se ha transformado el mundo después de la epidemia zombie.

La gracia del filme son los diálogos de Melanie. El resto es rutina supervivencialista de todo filme zombie, pero la niña es la frutilla del postre. Es el hecho de que la chica – condenada a muerte por Glenn Close, ya que ella es el único especímen a mano que puede viviseccionar y completar su presunta vacuna infalible para erradicar la plaga zombie – desee salvar la vida de sus captores y torturadores, mostrando una humanidad que los auténticos humanos no tienen con ella. Ráfagas de Roy Batty salpican a Melanie, un ser extraño que desean el bienestar de sus perseguidores aún en la hora 25 simplemente porque ese ser ha aprendido el valor de lo que significa una vida. Y si Melanie aún se comportan como un humano – porque podría ser como Ava de Ex Machina, un ser simulando humanidad y complaciendo al resto hasta vislumbrar la primera oportunidad de fuga o traición que se le presente – es porque el amor de la maestra la humaniza. Es su cable a tierra, es su refugio moral que le hace hacer las cosas como corresponde y no guiadas por su egoismo personal.

(alerta spoilers) Hay algo bizarro en el hecho de descubrir que el virus zombie es en realidad un hongo y que termina germinando (como plantas!) de los cuerpos corruptos de los muertos vivientes. El descubrimiento de la planta gigante en medio de Londres – cuyas esporas, en caso de apertura de sus duras semillas, pueden terminar de aniquilar a todos los humanos remanentes en el planeta – es tan asombroso como chocante, pero al menos sirve de mecanismo apocalíptico para el climax de la historia. La niña ha descubierto otros chicos como ella – pero en estado salvaje, en donde su cultura aprendida en la base la ha establecido como una líder – y ha decidido que ellos son el futuro del planeta; el estadío siguiente de la raza humana cuyo destino natural es perecer. Al ser invisibles a los zombies, los hibridos pueden exterminarlos sin esfuerzo y emprender la reconstrucción de la civilización en una versión mejorada. Es por ello que Melanie decide incendiar el arbol gigante, contagiar a los humanos remanentes, y rescatar a los hibridos para que la maestra ayude a civilizarlos para reconstruir el mundo – resolviendo el estado de indefinición y caos que reina en este escenario -. Es un final tan épico y tan indiscutiblemente lógico, lástima que la dirección de Colm McCarthy no logra darle la resonancia emocional que debiera (fin spoilers).

The Girl With All the Gifts es una película imperdible. Me encantaría ver una remake mucho mejor producida y con mayor efectismo, con estos mismos actores (¡oh, Dios!, ¡Jaden Smith, noo!) y un director de altura (James Wan, Alex Garland, Marc Foster, Danny Boyle, etc) que sepa cómo asustarte mientras respeta la inteligencia de la historia. Como se puede ver, sólo los cineastas extranjeros (y algún norteamericano perdido y extremadamente talentoso) puede hilar fino la sensibilidad de la trama con la perspectiva épica que desesperadamente precisa, y que aquí vemos en cuentagotas debido a la modestia del proyecto, lo cual atenta contra la resonancia de sus golpes de efecto.