Crítica: Gattaca (1997)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA, 1997: Ethan Hawke (Vincent Freeman), Jude Law (Jerome Morrow), Uma Thurman (Irene Cassini), Loren Dean (Anton), Alan Arkin (Hugo Coldspring), Gore Vidal (Director Josef), Xander Berkeley (Dr Lamar), Ernest Borgnine (Cesar)

Director: Andrew Niccol, Guión: Andrew Niccol

Trama: En el futuro la ingeniería genética habrá avanzado tanto que es posible depurar enfermedades y defectos congénitos a las células embrionarias humanas en el momento de la concepción. Además, un análisis del ADN efectuado a los bebés permitirá anticipar desde la fecha de su muerte hasta sus aptitudes laborales e intelectuales. Sin embargo Vincent Freeman ha sido concebido “a la antigua” – sin pasar por la depuración del laboratorio – y se ha convertido en un descastado. Debido al pronósticode su ADN – tendencia a la violencia; probabilidad de fallo cardíaco antes de los 30 años -, Vincent ha quedado relegado a trabajos menores. Pero su sueño es ser astronauta y para ello ha montado una compleja operación con ayuda de especialistas, para tomar la identidad de Jerome Morrow – un discapacitado con un ADN perfecto – y así ingresar en la exigente escuela aeroespacial. Pero el asesinato de uno de los directores del instituto ha puesto en peligro su coartada, y Vincent / Jerome deberá evitar a toda costa los controles genéticos y policiales que hacen al personal de la escuela en busca del homicida.

Gattaca Gattaca tiene la virtud de ser una distopía creada para el nuevo milenio, en un momento en que el género había sido archivado. Las distopías son planteos intelectuales que juegan con la idea de un futuro alternativo en donde falla o es alterado un elemento esencial de la vida real, y se ponen a explorar las resonancias de dicha alteración. En los años 70 estaban de moda, con filmes como Cuando el Destino Nos Alcance, Edicto Siglo XXI: Prohibido Tener Hijos y La Fuga de Logan (con el tema de la superpoblación mundial, hambrunas, control de natalidad y depuración de la población por la edad). Gattaca fue concebida en los momentos en que la noticia del clonamiento de la oveja Dolly sorprendía al mundo, y se iniciaba un acalorado debate sobre la ética de la ingeniería genética en humanos. Pero aún con una realización prolija e intelectualmente solvente, Gattaca no deja de ser un filme simplemente ok. Hay dos problemas importantes que lastran al filme: es una distopía que no hace discursos (ni a favor ni en contra) de la ingeniería genética; y el héroe de la historia es un amoral obsesionado con sus propios intereses.

En lo técnico es una película cuidada. Este es un futuro retro y art decó, como si la Norteamérica nuclear de los años 50 hubiera evolucionado en el tiempo. Los protagonistas usan coches como el Studebaker Avanti y el Rover P6 (ambos de 1963), sólo que con motores eléctricos. Los escenarios son universidades futuristas diseñados en aquella época. Todo el mundo está a la moda de aquellos años, y es un futuro alternativo maníaco y paranoico. Todo está impecable; los controles de ADN se usan para cualquier cosa – desde la admisión en los trabajos hasta para chequear el potencial de las parejas -.

Pero Gattaca no deja de ser un filme rebuscado. El esquema del fraude de Ethan Hawke es altamente complejo e improbable – con operaciones caseras montadas por un médico ilegal para aumentar su estatura mediante el estiramiento de los huesos; la portación de innumerables bolsitas con sangre, orina y otros desechos humanos producidos por Jude Law para engañar eventuales controles de ADN; severas limpiezas de piel que se hace Ethan Hawke para eliminar rastros celulares que pueda dejar por allí -. La obsesión con los controles de ADN van más allá de toda lógica, especialmente después del asesinato de uno de los directores del estudio. Es como si la policía hubiera sido reemplazada con una troupe de palurdos incapaces de pensar y que se la pasan corriendo con sus aparatitos chequeadores de genes. Por ejemplo, nadie interroga coartadas, nadie pone controles de rayos X para ver si alguien carga armas, ni siquiera controla identificaciones (que son simples dibujitos en vez de fotografías). (alerta spoilers) Incluso la revelación final es sideralmente estúpida. Nadie (ni siquiera Alan Arkin) ha chequeado de que el sospechoso y el jefe de la policía tienen el mismo apellido. (fin de spoilers).

Por otro lado, este es un futuro eminentemente discriminativo. Es como una fantasía aria – solo los especímenes perfectos de la raza elegida tienen acceso a los mejores puestos -, lo cual no deja de ser idiota. Que un individuo tenga condiciones genéticas perfectas para algo es tan sólo un detalle menor de una larga serie de eventos, como la educación y los entornos sociales, que son los que en definitiva forman a una persona. Por los hechos de la vida una persona con gran capacidad intelectual y físico sano pudo haberse convertido en un tímido, un incompetente o un individuo incapaz de asumir liderazgos. Es un estado totalitario basado ideológicamente en la genética. El gran problema con todo ello es que, en una distopía propia de los años 70, Ethan Hawke hubiera sido el héroe enfurecido con la disciplina del régimen, hubiera hecho acalorados discursos en su contra y hubiera terminado por voltear semejante estado de injusticia social. Aquí, en cambio, es imposible simpatizar con su personaje, ya que es un amoral decidido a engañar las reglas de juego con el simple fin de satisfacer sus intenciones egoístas. Al tipo sólo le importa su sueño, y pasa por encima a todo el mundo con tal de lograrlo. Sinceramente hubiera esperado, al menos, un final mucho más justo: que Hawke hubiera sido apresado y que Jude Law hubiera tomado su lugar en el viaje espacial.

El romance no funciona. El protagonista no es un héroe y ni siquiera tiene carisma; hay agujeros de lógica en todos lados; el thriller policial no convence, y la trama es demasiado rebuscada. No hay explicación alguna de por qué hay tantas misiones al espacio, ni siquiera por qué estos astronautas viajan de traje (!). Gattaca funciona en el momento de simular un mundo obsesionado con la genética; pero el punto central del filme – mostrar a un hombre luchando contra viento y marea para alcanzar sus ideales – es realmente muy ambiguo, y resulta imposible emocionarse cuando Ethan Hawke lo logra, simplemente porque no nos merece la menor de las simpatías. En sí, Gattaca es un filme superior a la media; pero no satisface la expectativas planteadas tras semejante premisa.