Crítica: Garras (El Fantasma y la Oscuridad) (1996)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

Recomendación del EditorUSA, 1996: Michael Douglas (Charles Remington), Val Kilmer (coronel John Henry Patterson), Tom Wilkinson (Robert Beaumont), John Kani (Samuel), Bernard Hill (doctor David Hawthorne)

Director: Stephen Hopkins, Guión: William Goldman

Trama: Finales del siglo XIX. El coronel John Henry Patterson – un experto ingeniero que trabaja para la corona inglesa – recibe el encargo de tender un puente sobre el rio Tsavo en Kenia, tarea para la cual cuenta con apenas seis meses de plazo. Patterson es extremadamente eficiente y la construcción va adelantada a la agenda … hasta que descubre que un animal salvaje ha comenzado a depredar a los trabajadores de la obra, sembrando el terror en toda el área. Aplicando toda su experiencia Patterson intenta atrapar a los animales pero los mismos – un par de leones a los cuales los locales han bautizado como el Fantasma y la Oscuridad – poseen una inteligencia y crueldad inusitadas, y pronto queda en evidencia que el coronel necesita asistencia para exterminarlos. Ahora ha llegado el veterano cazador Charles Remington al campamento, y parecería que las cosas han llegado a su punto final… de no ser porque los leones ya han matado a más de 100 personas y su ferocidad pareciera haberse agravado con la llegada de los cazadores a Tsavo.

Garras Hay veces en que no entiendo en absoluto a la crítica norteamericana. Ciertamente se comportan como unos idiotas celosos de sus atributos corporativos, razón por la cual atacan en masa a aquellos que les niegan una entrevista o siquiera la proyección previa de un filme próximo a estrenarse; pero, por otro lado, parecen manejarse con una escala de valores que roza la estupidez diplomada. Que todo el mundo haya salido a apedrear Garras (o El Fantasma y la Oscuridad, como se la tituló en otros paises, y que respeta con total fidelidad el original en inglés) es una muestra de que los tipos no tienen ni dos dedos de frente. ¿Cuál es el problema con el filme?. ¿Que el peinado de Val Kilmer se ve demasiado yuppie?. ¿Que Michael Douglas es totalmente inapropiado para el papel?. ¿Que hay un par de diálogos pretensiosos?. En todo caso, los pecados del filme son menores. El gran mérito de Garras es recrear la atmósfera de los grandes filmes de aventuras, ésos en donde en el mundo aún quedaban lugares sin explorar, y quedaban misterios por develar. Hoy la tecnología ha matado todo intento de vivir una aventura en un mundo recargado de modernidad y conocimiento; y la única manera de experimentar emociones es regresar al pasado, cuando todo era mas rústico y artesanal. Nada de armas guiadas por satélite, sino un tipo enfrentándose a muerte a un león armado con un cuchillo entre los dientes.

Ciertamente la puesta en escena de Garras tiene su cuota de pifias, pero no me parecen tan distrayentes ni horrendas como para lapidar el filme bajo una lluvia de piedrazos. La historia se basa en un hecho de la vida real ocurrido en 1898, cuando una pareja de leones liquidó – a lo largo de varios meses – a 135 trabajadores que operaban en un campamento inglés radicado en Tsavo, Kenia, los cuales se dedicaban a montar una extensa via de tren para agilizar el comercio con el imperio. Los sucesos posteriores determinaron que los leones estaban hambreados por diversos motivos – una peste había matado a una enorme cantidad de venados en las cercanías (su principal fuente de sustento), amén de que había afectado a varias poblaciones civiles cercanas, las cuales terminaban deshaciéndose de los cadáveres en el río que atravesaba la zona -, lo cual les llevó a desarrollar una conducta totalmente antinatural y a viciarse con el gusto de la sangre humana. Cuando los depredadores descubrieron el campamento de Tsavo se dedicaron a hacerse un festín, y esto culminó con una masiva cacería que terminó con la muerte de ambos animales en diciembre de 1898. El suceso hizo historia, e incluso fue llevado al cine en varias ocasiones – dos veces en los cincuentas, y la tercera adaptación que es la que ahora nos ocupa -, debido a la particular intensidad del relato.

En sí, Garras es la típica aventura colonial. Aquí nadie cuestiona los métodos o la autoridad de los europeos, sino que su don de mando está visto como algo natural. Esa visión colonialista – que los europeos son padres severos, astutos, y necesarios para los territorios conquistados – impregna todo el relato, y todo lo que hace el protagonista está impulsado por la codicia del imperio al cual sirve – el tren es construído para llevar mercaderías al puerto y a Inglaterra, no para mejorar el nivel de vida de los locales -. Yo no vengo aquí a hablar de política pero sí de visiones del mundo, y Garras en tal sentido no difiere en lo más mínimo de otras aventuras rodadas entre los años 20 y 50, en donde los locales eran incapaces de tener algún tipo (siquiera mínimo ) de protagonismo. Incluso los nativos hacen de carne de cañón para las correrías de los depredadores, y se muestran incapaces de emprender cualquier tipo de iniciativa para detener a los animales – aún cuando los africanos convivieran con los leones desde el vamos, mientras que los ingleses sólo conocen a dichos felinos por la presencia en los zoológicos -, comportándose como una masa asustada que sólo puede reaccionar cuando un inglés se para adelante y les dice dónde ir. Hay mucho de absurdo en esto de que los extranjeros recién llegados a un continente virgen saben más del universo local que los mismos nativos… y terminan arreándolos como si fueran algo un poco más inteligente que simple ganado.

Mientras que la visión colonialista es clásica – no revisionista como, por ejemplo, Danza Con Lobos, en donde los nativos actuaban como seres humanos con sentimientos e inteligencia -, al menos la aventura resulta apasionante. Muchos palurdos yanquis dijeron que esto era Jaws pero en la sabana y, aunque hay algunas tomas similares, la aventura pasa por otro lado. Es el duelo de inteligencias entre el cazador y una presa inusualmente inteligente. Hay algo de predestinación trágica en todo esto – las calamidades comienzan con la llegada de Val Kilmer al campamento, con lo cual los leones se convierte en una especie de alegoría de la resistencia nativa a la invasión del europeo colonialista -, y de que estas dos creaturas son un reto necesario en la vida del protagonista, el cual es el único capaz de resolverlo. Ese duelo a nivel personal pone a Garras en el mismo segmento que otra aventura clásica – Harry Black (1958) -, en donde Stewart Granger era un veterano cazador que debía vérselas con un tigre devorador de hombres en la India. Vale decir, los animales dejan de serlo y pasan a ser demonios del mismo protagonista, o metáforas de una situación personal que le toca vivir.

Mientras que Garras es un filme eficiente – manufacturado con prolijidad por Stephen Hopkins, director menospreciado si los hay, y responsable de Depredador 2 y La Vida y Muerte de Peter Sellers entre otros títulos destacables -, la mecánica se resiente cuando llega Michael Douglas a la historia. El problema es cómo decirle que no al tipo que produce el filme. Esa era una época en la cual Michael Douglas quería hacerse el banana, cuando el tipo carece totalmente de estampa de héroe – muy por el contrario de su viejo, don Kirk -, y no le da el cuero para aparecer en títulos como La Esmeralda Perdida, Bajos Instintos o Lluvia Negra. Es un geronte con voz de pito y pelo largo, queríendo hacerse el canchero y no le sale. Douglas es mucho más eficiente en roles más pasivos y venenosos como Wall Street o Un Dia de Furia. Acá pretende ser una especie de Indiana Jones de cuarta categoría, pero su performance es vulgar y carente de misterio. Para colmo el libreto de William Goldman – Maratón de la Muerte, Butch Cassidy, La Princesa Prometida, y una lista interminable de clásicos – se despacha con algunos diálogos horrendos, como la metáfora del luchador caído o los pésimos chistes elegidos para establecer cierta camaradería entre los personajes principales, los cuales empobrecen un relato que venía muy bien hasta ese momento.

Garras es una aventura a la antigua, intensa y apasionante. Podría haber sido mejor, pero a mi me terminó gustando por encima de sus defectos. Ni por asomo es la abominación que dispara la prensa, sino que es un espectáculo de matineé ligeramente mas sangriento, igualmente sólido y absolutamente entretenido.