Crítica: Gappa, The Triphibian Monster (1967)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

Japón, 1967: Tamio Kawaji (Hiroshi Kurosaki), Yôko Yamamoto (Itoko Koyanagi), Yuji Okada (Daize Tonooka), Kôji Wada (Mashida), Tatsuya Fuji (George Inoue), Keisuke Inoue (presidente Funazu)

Director: Haruyasu Noguchi, Guión: Ryûzô Nakanishi, Gan Yamazaki

Trama: El potentado Funazu está decidido a levantar un costoso resort temático, el cual llevará la marca de su prestigiosa revista Playmate. Es por ello que ha contratado a un grupo de especialistas para que viajen al Pacífico Sur y capturen especies exóticas con las cuales adornar las instalaciones del resort. Pero en una de las islas que visita la expedición terminan por toparse con un extraño especimen, el cual parece un pájaro prehistórico, y deciden llevarlo de inmediato a la civilización. Ni bien llegan y empiezan a estudiarlo, pronto queda en evidencia que es un ser inusual, ya que empieza a crecer de manera desproporcionada en el corto plazo. Mientras tanto, en la isla de donde ha surgido el pájaro, aparecen dos especímenes de mayor tamaño, los cuales resultan ser sus padres. Y ahora los dos gigantes se dirigen hacia Tokio para liberar a su cría, dejando un sendero de caos y destrucción en el camino, y sin que haya medio alguno conocido para poder detenerlos.

Gappa, The Triphibian Monster El kaiju eiga fue fundado por la Toho en 1954 a partir de ese megaclásico llamado Godzilla. En sí, el filme no era mas que la japanización del género de los monstruos atómicos surgido en Norteamérica en los años 50 con el estreno de The Beast of 20.000 Fathoms. Mientras que para los yanquis el Rhedosaurio de The Beast… no dejaba de ser la materialización del inconsciente colectivo sobre el posible temor a una invasión (o ataque) de la Rusia comunista, a los japoneses les pegaba mucho mas de cerca ya que el monstruo de turno era la imagen revivida de la pesadilla atómica surgida en los bombardeos nucleares de Hiroshima y Nagasaki a finales de la Segunda Guerra Mundial. Habia mucho menos de pasatismo y mas de amargura (y catarsis colectiva) en Godzilla que en cualquier otra producción de monstruos atómicos de la misma época.

Godzilla se transformó en un monumental éxito de taquilla en Japón, y pronto los directivos de la Toho se vieron en el dilema de cómo continuar con un fenómeno inesperado. Considerando los antecedentes dramáticos del original, la secuela Godzilla Raids Again de 1955 fue considerada decepcionante y pasatista, y sumando a eso la tibia repercusión de desarrollar otras franquicias – como Rodan (1956) o Varan, The Unbelievable (1962) -, los días del kaiju eiga parecían estar contados. La Toho recién daría con la fórmula definitiva en 1962, con el estreno de King Kong vs Godzilla, dándose cuenta que tenía que armar un espectáculo familiar, menos dramático, y enfrentar a un par de monstruos de renombre en una especie de versión gigante de un match de wrestling.

King Kong vs Godzilla no sólo revitalizó el kaiju eiga sino que lo convirtió en un género menos formal y mas popular, y pronto los filmes de monstruos de la Toho comenzaron a recaudar cantidades descomunales de dinero, generando una oleada de subproductos e imitadores. Mientras la Toho nutría el panteón de monstruos atómicos con King Ghidorah, Mothra, MechaGodzilla y un montón de creaciones delirantes – muchas veces basadas en interpretaciones muy liberales de figuras fantásticas de la mitología japonesa -, el antiguo técnico del estudio, Eiji Tsuburaya, se independizaba y creaba su propio standard con Ultraman (1966) – un superhéroe capaz de crecer y enfrentarse de igual a igual a gigantescos kaiju -, el cual también se transformaría en un éxito en la pantalla chica.

Frente a semejante fiebre de kaijus, los estudios rivales de la Toho decidieron probar suerte con sus propios monstruos. El mas exitoso de todos resultó ser la Daiei con la saga de Gamera, la cual tuvo un arranque notable y pronto decayó al mismo nivel de espectáculo infantil que tenían los filmes de Godzilla de finales de los 60 (30 años mas tarde Gamera resucitaria con toda la furia en una trilogía que se convertiría en lo máximo del género kaiju). Pero, dejando de lado a Gamera y Godzilla, el resto de las intentonas pergeñadas por la competencia terminarían en rotundos fracasos, fuera el ridículo Girara de The X From Outer Space (producida por la Shochiku) o, bien, el caso que ahora nos ocupa.

Gappa, The Triphibian Monster es la incursión de Nikkatsu en el género del kaiju eiga. La Nikkatsu es el estudio cinematográfico mas antiguo de Japón y, aunque siempre se especializó en policiales, dramas y comedias, es mucho mas recordado por ser el prócer del pinku eigael género softcore favorito de Japón entre los 70 y los 90, caracterizado por amas de casa y estudiantes seducidas, torturadas y ultrajadas a mansalva; vaya gusto el de los nipones -, el cual le trajo prosperidad mientras duró. Con la llegada del cable y cierta liberalización de los standares de censura, el softcore no pudo competir contra filmes mucho mas explícitos, lo le arruinó la torta a la Nikkatsu y la terminaría por llevar a la quiebra en 1993. 10 años mas tarde sería revivida por un grupo de inversores, quienes desarrollarían nuevas producciones y explotarían la abultada videoteca de la Nikkatsu como objetos de culto.

Pero a finales de los 60 la Nikkatsu quería participar en la torta que se repartían la Toho y la Daiei, y se despachó con esta especie de versión nipona de Gorgo la que a su vez, tenía muchos elementos de la original King Kong -. He aquí otra expedición a una isla desconocida en el Pacífico Sur, la cual adora a un monstruo como si fuera un Dios. Lamentablemente los motivos de la expedición son menos serios – un potentado, dueño de una publicación con nombre de revista de hombres, quiere hacer un resort y quiere llenarlo con animales exóticos; algo así como el spa Playboy versión nipona -, con lo cual no hay científicos, arqueólogos ni aventureros sino miserables cazadores de tercera categoría. Los tipos exploran una cueva, se topan con un huevo gigante, se lo llevan, el huevo madura y de su interior sale un pájaro enorme de apariencia ridícula; y pronto lo quieren exhibir como la última atracción proveniente de un pasado prehistórico. Lo que sigue es simple: papá y mamá regresan de cazar y se topan con que su bebé no está, así que deciden seguir el rastro hasta Tokio para recuperar su criatura y reventar un montón de maquetas de cartón en el camino.

A decir verdad, el aspecto técnico de Gappa, The Triphibian Monster está muy cuidado y es lo mejor de la película. El diseño de los bichos no es muy feliz pero al menos sus trajes están elaborados – mueven los ojos, cambian de color según el humor -, y lo mejor es la fusión entre actores y tipos en traje de monstruo. Hay varios mattés con los bichos caminando por la ciudad mientras a su pies corre la gente, o incluso cuando la pata gigante de uno de ellos penetra el interior de un templo – una toma que imitaria el Godzilla de Roland Emmerich 30 años mas tarde -. Yo diría que los FX están mas cuidados que las producciones de Godzilla de aquél entonces. La macana, en todo caso, es que estos bichos no pelean con nadie, por lo cual uno debe prestarle atención a los personajes humanos… que son directamente terribles. En teoría Gappa, The Triphibian Monster debería ser una sátira del género kaiju, pero algo se debe haber perdido en la translación ya que lo que abundan son los diálogos malos y los chistes horribles. El peor de todos es el presidente de Playmate, el que se comporta como un nene caprichoso y no quiere devolver a baby Gappa a sus padres ya que ha invertido mucho en su captura. En un momento – aconsejado por un empleaducho suyo – está convencido de que todos los de la expedición están locos y lo quieren engañar trayendo un “lagarto quemado” (wtf?!) en vez de la criatura prehistórica que le habian dicho por la radio. Al veterano le sigue el idiota del protagonista – un tipo cuyo voz doblada suena exactamente igual a George Lazenby! -, un imbécil machista que prepotea a la periodista / objeto romántico de turno, gritándole que debe dejar de tener miedo y, si no, que vaya a su casa, lave los platos y tenga bebés, que ése es el lugar en donde deben estar las mujeres. Oh, Dios….

Gappa, The Triphibian Monster es para visión exclusiva de amantes (y completistas) del genero kaiju. Podría ser pasable pero está saturada de pésimos personajes, y carece de la orgía de destrucción que usualmente la Toho desplegaba en sus kaijus. Como es obvio, resultó un fracaso y terminaría en el olvido, un lugar del cual – fugazmente – sólo la podemos rescatar los fans del género, horda de locos lindos que nos complace ver delirios como éstos.