Crítica: Héroes Fuera de Orbita (Galaxy Quest) (1999)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

Recomendación del EditorUSA, 1999: Tim Allen (Jason Nesmith / comandante Peter Quincy Taggart), Alan Rickman (Alexander Dane / Dr Lazarus), Sigourney Weaver (Gwen DeMarco / teniente Tawny Madison), Daryl Mitchell (Tommy Webber / teniente Laredo), Sam Rockwell (Guy Fleegman), Tony Shalhoub (Fred Kwan / sargento Chen), Enrico Colantoni (Mathasar)

Director: Dean Parisot, Guión: Robert Gordon & David Howard

Trama: Jason Nesmith es uno de los tantos actores fracasados cuyo único momento de gloria fue integrar el cast de la serie de culto Galaxy Quest. Ahora Nesmith y sus compañeros de reparto viven de las presentaciones en convenciones de fans. En medio de las constantes peleas con sus egos y con sus vidas fracasadas, Nesmith es abducido por la raza de los Thermianos – a quienes confunde con un grupo de fans de la serie -, los que están siendo avasallados por el ejército del alienígena Sarris. Los Thermianos son extremadamente ingenuos y sólo han atinado a construir una réplica a escala real y completamente funcional de la nave Protector, la usada en la tira televisiva, porque creen que Nesmith es un comandante real y puede derrotar a Sarris. Pero cuando Nesmith cae en la cuenta, ya es demasiado tarde: ahora la furia de Sarris caerá con toda la fuerza sobre los inocentes Thermianos, y sólo el actor puede hacer algo para detenerlo.

Heroes Fuera de Orbita (Galaxy Quest) Viaje a las Estrellas (1966 – 1969) es uno de los mayores fenómenos del mundo del entretenimiento. En su momento fue una serie con una tibia respuesta de audiencia, pero comenzaría un inusual revival después de su cancelación, con la aparición de las primeras convenciones de fans y un público hambriento por estar en contacto con sus héroes televisivos. Con las repeticiones en sindicación de la serie nacería el movimiento trekker; y Star Trek – lenta pero progresivamente – comenzaría a convertirse en una de las franquicias más rentables y populares de Hollywood – con dibujos animados, una saga de filmes para la pantalla grande, numerosas series con nuevos elencos, toneladas de merchandising, etc.-.

Galaxy Quest es una formidable sátira al mundo Trek. Toma por asalto prácticamente todos los estamentos de la evolución del fenómeno, y los parodia ferozmente a la vez que termina por ser increíblemente amigable con los personajes que la componen. Desde el punto de vista de los fans a ultranza de la serie, la película está llena de guiños inconfundibles y sólo para especialistas: Tim Allen es la recreación del egocéntrico y desmedido William Shatner de la vida real – el episodio en el baño de la convención fue verdadero y está relatado en las memorias de Shatner -, Alan Rickman es el pesimista Leonard Nimoy que reniega de su papel, Sigourney Weaver es el clon caucásico de Michelle Nichols – repitiendo los speech de la computadora como un loro -, Tony Shalhoub es el ingeniero lleno de charlatanería técnica al estilo de James Doohan, y Daryl Mitchell es el piloto demasiado falible de la nave. En los roles reales, Justin Long – en su primer papel – es el típico trekkie nerd que sólo vive para la serie – ¡Get a Life! -, y Sam Rockwell es el eterno extra candidato a una muerte segura en el episodio de turno, que ahora sobrevive organizando convenciones de fans.

Galaxy Quest satiriza a los actores reales y al mundo de los fans sin caer en el cinismo; y lo que es mejor, no se queda sólo con la anécdota sino que los dispara a vivir una aventura real con aliens verdaderos. Por supuesto siguen los guiños para los trekkies, como el diseño de la nave de Sarris – casi idéntica a la del episodio The Doomsday Machine de Star Trek TOS -, el de la misma USS Protector, o la pelea con el monstruo de piedra, escenario calcado de Arena (otro capítulo de la original Viaje a las Estrellas) -. Pero lo que hace tan fantástica a Galaxy Quest es que toma todos los clichés de Star Trek – y buena parte de la ciencia ficción en general -, los da vuelta y los masacra con su propia fuerza. Los roles típicos de los personajes de la nave, las rutinas como los detonadores que se detienen a último instante, las trampas mortales instaladas en los pasillos más transitados y vitales de la nave, los teletransportadores que son más falibles de lo que uno piensa… etc, etc. Para quien le gusta la ciencia ficción, el film es una auténtica gozada porque le da con un caño a aquello ilógico que hemos terminado por aceptar simplemente porque ha resultado tan repetitivo que se ha transformado en un cliché. Y la película no sería tan efectiva si el reparto no fuera de lujo: Tim Allen se lleva los aplausos – éste debería haber sido el rol que debería haber lanzado su carrera al estrellato -, pero las líneas del resto del cast y las performances son impecables. En especial Sigourney Weaver y Alan Rickman, aunque el resto no se queda atrás.

Lamentablemente por error de marketing o lo que fuera, Galaxy Quest no fué el éxito esperado, aunque cosechó status de culto recién después de su lanzamiento en video. Es una lástima, porque es una comedia impecable que merece un mayor reconocimiento.