Crítica: Fracción de Segundo (Split Second) (1992)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

GB, 1992: Rutger Hauer (Detective Harley Stone), Neil Duncan (Detective Dick Durkin), Kim Cattrall (Michelle MacLaine), Alun Armstrong (Thresher), Pete Postlethwaite (Poulsen)

Director: Tony Maylam, Guión: Gary Scott Thompson

Trama: Londres, en un 2008 alternativo. La ciudad se encuentra inundada tras las incesantes lluvias producidas por el calentamiento global, y abundan las ratas y las enfermedades. El duro detective Harley Stone se encuentra en la búsqueda incesante de pistas que lo conduzcan hacia el asesino de su compañero, hecho ocurrido varios años atrás. Pero Stone sólo ha descubierto que el homicida posee una fuerza descomunal y devora los corazones de sus víctimas. Ahora el precinto le ha obligado a aceptar a un nuevo compañero, Dick Durkin, el cual resulta ser un especialista en asesinos seriales. Pero Durkin descubre que el homicida es un ser mutante que asimila los ADN de sus víctimas y que cada día se vuelve más poderoso. Ahora el dúo ha descubierto un patrón en los asesinatos, lo que indica que el próximo lugar en donde atacará la criatura es, precisamente, en donde muriera el compañero de Stone. Pero el ser parece ser invencible, y ninguna de las armas convencionales parece hacerle mella.

Fraccion de Segundo Hablemos de gansadas siderales. Fracción de Segundo es una de ellas. Es un filme tan exagerado que resulta imposible tomárselo en serio. Vomita una tonelada de clichés, los personajes son puro estereotipo y se despacha con dos toneladas de pistas intrigantes que no sirven para nada. Uno podría decir que los productores del filme concibieron primero un trailer vendedor, y después se dedicaron a inventar alguna historia que lo justificara. ¿Que estoy exagerando?. Hace 40 años los tipos de la AIP encargaban primero los posters de sus películas y después, si las imágenes tenían gancho – léase, tenían sangre y tetas -, se dedicaban a crear la historia del filme en un curioso caso de tecnología inversa.

Cuando uno ve Fracción de Segundo, lo primero que piensa es en una versión barata de Blade Runner mezclada con toda la exageración cómica de El Ultimo Gran Héroe y salpicada con gotas de Alien. Alun Armstrong es el equivalente del moreno jefe de Schwarzenegger, gritando toda clase de pavadas, dándole perdones y plazos imposibles, insultándolo pero admirándolo, etc, etc. Hauer sintoniza a Arnie, masticando habanos, portando enormes armas fálicas, usando siempre la misma ropa, viviendo en la mugre, etc.etc. Neil Duncan es el compañero con nombre cómico de turno, que provee las conclusiones inteligentes como para que la trama (si la hay) avance, el representante de la regla frente a la anarquía, y la excusa válida para que el héroe lo insulte de dos millones de maneras diferentes. Y Kim Catrall – aún en estado de solidez, y luciendo restos del ridículo peinado vulcano de Viaje a las Estrellas VI: Aquel Pais Desconocido – está para mostrarse en bol… y gritar como una histérica.

La trama es un cliché tras otro. En la primera mitad no avanza mucho; es sólo Hauer disparando e insultando a medio mundo. Las cosas mejoran algo cuando Catrall entra en escena, ya que al menos los diálogos cambian de tono. Pero toda la investigación policial es un disparate, con un monstruo alienígena mutante con ADN de rata y ser humano (bah, asimila a todas sus víctimas) que, a su vez, es tan inteligente como para escribir en inglés y hacer anagramas diabólicos con sangre. Oh si, éste es un bolazo atómico. La resolución del filme no se calienta en explicar en absoluto qué / quién / por qué / cómo existe semejante criatura y, para colmo, el climax es extremadamente tonto.

Eso no quita que, si uno soporta los primeros 15 minutos, termine por tolerar y hasta disfrutar el filme en sus propios y disparatados términos. Rutger Hauer tiene su gracia, y hay un par de secuencias que resultan cómicas – como cuando Neil Duncan parafrasea a Roy Scheider en Tiburón y exclama a los gritos: “precisamos armas jodidamente más grandes!!” -. Pero en general a uno le da la sensación de que todo hubiera funcionado mucho mejor con otro director, y haciéndole un retouch al climax del filme (que, dicho sea de paso, no es el final original ya que echaron a Tony Maylam antes de terminar el rodaje). Aún con todo su caudal de delirio, Fracción de Segundo resulta pasable y hasta entretenida, estrictamente en un sentido descerebrado.