Crítica: Banderas de Nuestros Padres (Flags of Our Fathers) (2006)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA, 2006: Ryan Phillippe (John “Doc” Bradley), Jesse Bradford (Rene Gagnon), Adam Beach (Ira Hayes), John Benjamin Hickey (Keyes Beech), John Slattery (Bud Gerber)

Director: Clint Eastwood, Guión: William Broyles Jr. & Paul Haggis, basados en el libro homónimo escrito por James Bradley & Ron Powers

Trama: La Segunda Guerra Mundial está llegando a su fin, y los norteamericanos se aprestan a pisar suelo japonés en la isla de Iwo Jima. Pero la batalla es descomunalmente cruenta y deja un tendal de bajas en ambos bandos. Un puñado de soldados decide levantar una bandera en lo alto del monte que domina la isla, acto que es debidamente registrado por la prensa militar. Sin embargo las autoridades deciden quedarse con la bandera como souvenir y ordenan levantar otra en la cima del monte. Curiosamente la foto del segundo alzamiento sale mucho mejor que la anterior, y pronto causa sensación en la prensa. Ahora los tres soldados sobrevivientes de Iwo Jima (y que alzaron la segunda bandera) son llevados a Norteamérica en la calidad de héroes e iconos de la nación, en virtud de la popularidad obtenida por dicha foto. Pero la presión del gobierno y del publico comienza a carcomerlos por dentro, especialmente porque se trata de una fama inmerecida – el pelotón que alzó la primera bandera fue exterminado en las arenas de Iwo Jima, y ellos son unos reemplazos montados por el gobierno para vender bonos de guerra -. Y ése será un estigma que los perseguirá durante el resto de sus vidas.

Banderas de Nuestros Padres (2006) A principios del 2000 Clint Eastwood estaba interesado en adaptar el libro Flags of Our Fathers, en donde se narraba la historia verdadera detrás de una mítica foto de la Segunda Guerra Mundial – en donde un pelotón de soldados alzaba un mástil con una bandera norteamericana en las arenas de Iwo Jima -, y la suerte que corrieron sus protagonistas. Pero los derechos los tenía Steven Spielberg y Eastwood comenzó a perseguirlo hasta que llegaron a una sociedad. El resultado final es el filme que ahora nos ocupa.

Es casi imposible no haber visto alguna vez la foto de Iwo Jima. Se transformó en un icono cultural que recorrió el mundo y cuya influencia sigue hasta nuestros días – hasta se construyó un monumento en base a dicha imagen -, pero la historia real es bastante menos heroica. Hubo un primer alzamiento de la bandera; hubo un oficial que se quiso quedar con la bandera de recuerdo; y hubo un segundo alzamiento con otra bandera y otros protagonistas, en donde se tomó la mítica foto. Como a) los tipos del primer alzamiento se murieron b) el segundo alzamiento se veía mucho más bonito – y, sobre todo, épico -, decidieron traer a los supervivientes de éste último, darle el título de héroes y usarlos como carne de cañón para una campaña publicitaria destinada a recaudar fondos con la venta de bonos de guerra. Los tipos, que al principio se sentían como unos reyes, comenzaron a sentirse torturados con el paso del tiempo, como que le estaban robando el honor a los verdaderos héroes que yacían masacrados en Iwo Jima. Chin, púm, ese es el meollo dramático de la historia.

Por supuesto los norteamericanos pueden hablar maravillas de Banderas de Nuestros Padres, diciendo que es revisionismo valiente y un canto al patriotismo, pero la verdad es que es una película dramáticamente muy floja. El problema es que la atención está dispersa en demasiados asuntos y eso le resta potencia al hilo central de la historia. El filme arranca de manera formidable, con la reflexión de la versión anciana de uno de los protagonistas sobre lo que es la guerra, y uno se frota las manos anticipando que ésta va a ser una película potente, pero lo que sigue deja que desear.

Hay varios detalles que desmerecen el esfuerzo de Eastwood. Hay demasiados personajes, compuestos por actores blandengues y que no son memorables. Aquí deberían haber dos pelotones – el original que levanta la primera bandera, y el que levanta la segunda bandera -, cuyos miembros resultaran fáciles de distinguir y recordar – una verdadera prueba de talento para los guionistas: definir la personalidad de un personaje en dos frases, ya que se carece de tiempo y hay demasiados caracteres por desarrollar -, como para que después uno se sienta afligido por su muerte. No pasa nada de eso; es una masa anónima que perece bajo las balas japonesas y, de no ser porque uno sigue el argumento en la Wikipedia, jamás se enteraría de quién es quién (hubiera sido mejor contratar a pelotones de actores famosos y fáciles de recordar: ¡mirá! ¡ahí mataron a Johnny Depp!). Por otro lado Eastwood se distrae con una masivas secuencias de acción que dejan a la hecatombe inicial de Salvando al Soldado Ryan a la altura de un duelo con pistolas de juguete. Sin dudas son escenas formidables – es la primera vez que se ve un combate de la Segunda Guerra Mundial como si fueran las puertas abiertas de Infierno -, pero no estoy seguro de que fuera eso lo que el relato requería. Tampoco termina de convencerme el drama posterior: aún cuando fueran falsos héroes, esta gente contribuyó desde su lugar a ganar la guerra recaudando fondos (son héroes a su manera). Si yo hubiera sido Eastwood, hubiera podado casi todo y me hubiera centrado en la historia de Ira Hayes, el soldado indio que participó en la toma y cuyo remordimiento lo llevó al alcoholismo y a la muerte a temprana edad. Mientras que los otros dos son unos vivillos explotadores, la crónica de Hayes era potencialmente muy rica – podía reflexionar sobre la raíz del heroísmo, el horror de la guerra, el drama de ser una minoría en los años 40, etc. – pero está relegada a un segundo o tercer plano. Y todo esto para intentar abarcar demasiadas cosas – el soldado que se siente culpable por haber abandonado a su amigo, al que capturaron y torturaronr los japonesas; el hijo del héroe de guerra que investiga la verdad de todo, etc – y dándole la tarea a actores blandos y sin carisma.

Banderas de Nuestros Padres me resultó decepcionante. Pretende hacer muchas cosas y no se enfoca en ninguna. El drama suena hueco y disperso, y da la sensación de que la fama del filme ha sido inflada simplemente porque es prolijo, revisionista y patriótico… pero dista bastante (a mi juicio) de ser la obra fundamental que todos pretenden vender.

EL DIPTICO DE CLINT EASTWOOD SOBRE IWO JIMA

Banderas de Nuestros Padres (2006) – Cartas Desde Iwo Jima (2006)