Crítica: Un Puñado de Dinamita / Erase una Vez la Revolución (1971)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

Italia, 1971: Rod Steiger (Juan Miranda), James Coburn (John H. Mallory), Romolo Valli (Dr. Villega), Franco Graziosi (gobernador Jaime), Antoine Saint-John (coronel Günther Reza)

Director: Sergio Leone, Guión: Sergio Donati, Sergio Leone & Luciano Vincenzoni

Trama: México, principios del siglo XX. Juan Miranda comanda una banda de asaltantes integrada por sus hijos y el resto de su numerosa familia. En uno de sus atracos en el desierto mexicano se topa con John Mallory, un irlandés que se gana la vida buscando filones de plata para una compañía minera. Mallory maneja como ninguno los explosivos y eso le hace agua la boca a Miranda, quien desea – desde hace muchisimos años – robar el fortificado banco de Mesa Verde, el cual desborda de lingotes de oro. Mallory accede y contacta a Miranda con un grupo de revolucionarios, quienes desean tomar Mesa Verde, doblegar al ejército estacionado allí y, de paso, irrumpir en el banco. Pero al ingresar Miranda se lleva la enorme sorpresa de que el banco ha sido transformado en una gigantesca prisión para presos políticos… y su descerebrada maniobra ha sido vista como un gesto de enorme heroísmo. A regañadientes Miranda acepta el puesto de héroe de la revolución, e intenta convencer a Mallory de que deben robar un banco real… pero el ejército ha comenzado a perseguirlos y a diezmar sin piedad a algunos de los miembros de la familia de Juan. Y ahora el ignorante ladronzuelo deberá convertirse en su propia leyenda, vengando la muerte de sus seres queridos y liderando las acciones más arriesgadas jamás tomadas por los revolucionarios, convirtiendo su vida en una auténtica gesta épica.

Erase una Vez la Revolucion Este es el último western oficial de Leone (sin contar aquellos que co dirigió de manera fantasma, como Mi Nombre es Nadie y A Genius, Two Partners and a Dupe)… y la verdad es que se trata de uno medio flojo. La historia es muy episódica y va a los saltos, amén de que el villano está de adorno y hay demasiadas casualidades; pero aún así, el filme más soso de Sergio Leone tiene mas nervio que una decena de películas de acción juntas.

Leone tiene un don – que sólo lo poseen los grandes como Tarantino o Scorsese, por citar a un par – y es el de crear escenas con momentum: son mini secuencias con inicio, desarrollo y final, en donde se parte de una situación ordinaria, se empieza a tergiversar todo, y la tensión crece hasta explotar de una manera inimaginable. La secuencia inicial es una obra maestra de los detalles: un vagabundo ignorante recogido en el desierto, metido a prepo en el medio de una diligencia fortificada de lujo; un carromato poblado por la flor y nata de la politica y el clero, los que hablan despectivamente (y a boca de jarro) de la naturaleza del bruto que los acompaña… y, cuando las cosas bordean el limite de lo tolerable, el abrupto cambio de roles: el ignorante se transforma en un ladrón que les da su merecido a todos los malnacidos que recién lo estaban despreciando. Es una secuencia muy larga y muy satisfactoria, y me hace acordar muchísimo al interrogatorio que le hace Hans Landa al granjero en el inicio de Bastardos Sin Gloria: la tensión crece, crece, crece…. y de pronto los gritos y la balacera. Lo que comenzó como una situación de tensión y sarcasmo se transformó en caos y muerte.

Como ocurre en todos los westerns de Leone, acá hay un par de tipos comunes que terminan envueltos en una serie de circunstancias épicas. Por ejemplo, el ladronzuelo y su banda se unen (por interés) a un experto en explosivos – un irlandés que viene escapando de su tierra natal después de haber colaborado con el IRA y ser perseguido por asesinato – para que éste los ayude a robar un banco. Por supuesto las cosas no salen como es debido, y el amoral asaltante termina no sólo involucrado en la revolución mexicana sino erigiéndose en uno de sus máximos héroes. Y la presión de las circunstancias hará que los ideales revolucionarios hagan carne y termine abrazando la causa de la cual renegaba.

El problema con el filme (que tiene media docena de nombres, como Un Puñado de Dinamita, Erase una Vez la Revolución, Agacha la Cabeza, Maldito!el más parecido al original italiano -, y Los Heroes de Mesa Verde, p.ej) es que, después de la excelente escena inicial, comienza a ir a los saltos. James Coburn trabaja dinamitando colinas… pero, de pronto, recuerda su pasado en el IRA y se une a la revolución mexicana. Rod Steiger va por el desierto pero, de golpe, aparece arriba de un tren. El dúo huye del ejército y, de un momento a otro, Steiger aparece enfrente de un pelotón de fusilamiento mientras Coburn intenta denodadamente rescatarlo. Incluso hasta el encuentro con el gobernador – que fuera quien ordenó la represión – resulta absolutamente fortuito y la venganza de Steiger no tiene el sabor a revancha que debiera. Y el supuesto villano de la historia – un general alemán (!) que tortura a medio mundo y monta un camión blindado – no emite una sola palabra en todo el filme. Mientras que Leone se deleita coreografiando escenas, por el otro lado, omite darle substancia a la historia. Para colmo hay unos flashbacks – sobre la vida de Coburn en Irlanda, su novia y sus amistades – que son eternos y bordean lo bizarro. Por ejemplo, uno de ellos trata de la relación que tiene con su novia y con un amigo (que uno cree que es el hermano de la novia)… hasta que ve que le pega flor de beso a la chica de Coburn (wtf!); todo esto matizado por una pegajosa melodía de Ennio Morricone que – no por conocida y popular – deja de ser molesta. Morricone ha escrito partituras memorables, pero la de Erase una Vez la Revolución es una de las más densas e insidiosas que haya compuesto jamás.

Erase una Vez la Revolución es un buen espectáculo, pero no es ni por asomo tan satisfactoria como la trilogía del dolar o Erase una Vez en el Oeste. Quizás faltaba la colaboración de Dario Argento en el libreto, o una segunda revisión que le diera más substancia y linealidad a la trama. Es una historia despareja y movida, salpicada por un puñado de escenas intensas como sólo Leone sabía montar, y las cuales se transforman en el único consuelo para aquellos adictos a su obra, quienes estábamos esperando otra obra maestra.

SERGIO LEONE

Por un Puñado de Dolares (1964) – Por unos Dolares Mas (1965) – Lo Bueno, lo Malo y lo Feo (1966) – Erase una Vez en el Oeste (1968) – Erase una vez la Revolución (1971) – Erase una Vez en America (1984). En este portal también comentamos Mi Nombre es Nadie (1973), con la participación no acreditada de Leone en la dirección del filme.