Crítica: Fahrenheit 451 (1966)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

GB, 1966: Oskar Werner (Montag), Julie Christie (Linda Montag / Clarisse), Cyril Cusack (Capitan), Anton Diffring (Fabian), Jeremy Spenser (líder de los hombres libro), Bee Duffell (mujer libro)

Director: Francois Truffaut, Guión: Francois Truffaut & Jean-Louis Richard, sobre la novela de Ray Bradbury, Música – Bernard Hermann

Recomendación del Editor

Trama: En un futuro alternativo, los bomberos no se dedican a apagar incendios sino a quemar libros – ya que la lectura y la escritura han sido prohibidos -. Esa es la tarea del bombero Montag, uno de los principales del escuadrón 451. Pero Montag se cruza ocasionalmente con su vecina Clarisse en el tren, y la charla de la chica produce un cambio en la actitud del bombero. Intrigado por el contenido, Montag comienza a robar libros en sus excursiones y a leerlos clandestinamente en su hogar. Su mente comienza a enriquecerse, y Montag ve con otros ojos a la sociedad. Pero en el cuartel ya corren rumores acerca de la extraña actitud del bombero. Muy pronto las fuerzas del orden estarán tras la pista de Montag, y Clarisse parece ser la única que puede ayudarlo a escapar.

Fahrenheit 451 Fahrenheit 451 es la única incursión en la cinematografía mainstream del director francés Francois Truffaut, el mismo de Los 400 Golpes y La Novia Vestida de Negro (entre otros títulos). Tentado por los estudios de Hollywood, Truffaut se mantuvo esquivo a las propuestas y consideró que sólo la ciencia ficción se mantenía como el único terreno viable donde podría narrar una historia y poner su impronta personal. Pero el desastroso rodaje, las peleas constantes con Oskar Werner, y el boicot de marketing al film por parte de la Universal culminaron en un fracaso y Truffaut se alejó para siempre de Hollywood. Solo regresaría como actor en el film de Steven Spielberg Encuentros Cercanos del Tercer TIpo.

Fahrenheit 451 es una adaptación de la novela de Ray Bradbury del mismo nombre. Existen varios cambios notables entre el relato y la película, desde la suerte de los protagonistas hasta la omisión del apocalíptico final. Truffaut, así mismo, poda bastantes elementos de ciencia ficción de la historia, optando por una sci fi más intelectual; salvo la aparición de unos vigías voladores y una televisión interactiva, la trama bien podría quedar establecida en la época actual.

La premisa es interesante y está bien llevada. Esta sociedad futurista ha abolido la lectura y la escritura; los medios de comunicación son la televisión y la radio, los periódicos vienen en forma de comics sin texto, y sólo los números están permitidos (el film, incluso, no tiene títulos escritos de presentación sino que están narrados por un locutor). La inspiración de Bradbury fue la persecución y quema de libros de la Alemania Nazi, si bien el autor siempre se refirió a su novela como una crítica a la cultura omnipotente de la televisión. Aquí, en cambio, Truffaut la perfila como una crítica hacia la clase media, estandarizada y carente de personalidad. La gente es superflua, hedonista y similar entre sí; incluso varios personajes del film están interpretados por los mismos actores – hay dos chicos idénticos en escenas diferentes; Julie Christie interpreta a la esposa, a la vecina de Montag, y a una extraña en una escena en un puente precisamente con el chico antes mencionado; Anton Diffring es el compañero de Montag y también la directora del colegio donde trabaja Clarisse -, con lo cual el guión apunta a que las personas (sintiendo y pensando de manera similar) termina por resultar clonada. Y desde el momento de que los libros están prohibidos, todos van confluyendo para ser una masa de individuos idénticos. Nadie se destaca, nadie piensa diferente.

Uno puede leer el relato de varias maneras. Sin dudas hay un paralelismo con los regímenes totalitarios, donde la libertad de pensamiento está vedada (algo que hemos sufrido en carne propia en el Rio de la Plata). Pero aquí los títulos de los libros abarcan desde poesía hasta Mein Kampf de Adolf Hitler, filosofía y relatos de horror; no hay ningún tipo de material escrito que sobreviva a la persecución. Es la cultura en general la víctima de esta sociedad.

Al no tener profundidad de pensamiento ni individualidad, esta gente se porta de manera extraña. Son autómatas sin sentimientos, inmersos en una rutina salvaje, y viviendo en colmenas. Todos se ven como si fueran una gran familia (los locutores de la TV son vistos como primos; e incluso hay una excelente escena de teatro interactivo por televisión, donde se muestra la banalidad de la cultura de esta sociedad), pero a su vez son indiferentes entre sí. Cuando Oskar Werner comienza a descubrir la magia de la lectura es cuando recién empieza a sentirse vivo y diferente. Y es por ello que el mundo se le comienza a rebelar – no puede subir por el poste de los bomberos, por ejemplo -, pasando a ser un individuo y no parte de la masa.

De todos modos la película tiene unos cuantos toques intelectualoides que a uno le hacen rascarse la cabeza. El diálogo inicial en el tren entre Montag y Clarisse es realmente extraño y antinatural. Toda la escena en que Montag acompaña a Clarisse a pedir por el reintegro a su trabajo es rara (los chicos los ven y huyen a los gritos). O la secuencia donde Montag lee un poema al grupo de aburridas amas de casa, que terminan por llorar y huir de su casa (“los libros solo lastiman y dicen mentiras; la televisión tiene la única verdad”). Pero el final es bello y encaja a la perfección con el tono del relato, en donde villas clandestinas de hombres libro se mantienen recitando, una y otra vez de memoria, novelas enteras con la secreta esperanza que se puedan volver a imprimir algún día.

Es cierto de que el film no se explaya demasiado sobre las causas de la prohibición, y si uno piensa en serio la premisa verá que hay incongruencias (¿cómo Oskar Werner sabe leer si siempre estuvo prohibida la palabra escrita?; ¿cómo transmite la cultura de generación en generación esta sociedad?). Pero con su tono de alegoría y siendo una obra de ciencia ficción intelectual Fahrenheit 451 es un relato satisfactorio. Mantiene al espectador altamente intrigado por el funcionamiento de esta sociedad utópica, y culmina con un clímax de gran lirismo. Simplemente, un film más que recomendable.