Crítica: El Fabuloso Capitán Nemo (The Amazing Captain Nemo) (1978)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA, 1978: Jose Ferrer (Capitán Nemo), Burgess Meredith (Profesor Waldo Cunningham), Tom Hallick (Comandante Tom Franklin), Burr de Benning (Teniente Jim Porter), Mel Ferrer (Dr Robert Cook), Lynda Day George (Kate), Horst Buchholtz (Rey Tibor)

Director: Alex March, Guión: Larry Alexander, Robert Bloch, Robert C. Dennis, Norman Katkov, William Keys, Mann Rubin & Preston Wood

Trama: El genio criminal Waldo Cunningham ha lanzado un ultimátum a los Estados Unidos, amenazando con borrar de la faz del planeta a la ciudad de Washington con sus misiles nucleares a menos que el gobierno le pague un cuantioso rescate. Mientras tanto las fuerzas armadas norteamericanas buscan a Cunningham por cielo y tierra, y descubren accidentalmente a un antiguo submarino encallado en las profundidades del océano Pacífico. Resulta ser el mítico Nautilus, el cual alberga al capitán Nemo en estado de hibernación. Lo más increíble de todo es que el antiguo Nautilus es más poderoso y veloz que la mayoría de los submarinos actuales, y parece ser el único capaz de enfrentarse a las poderosas armas del profesor Cunningham. Pero en las filas de Nemo hay traidores ocultos, amén de que las profundidades del mar encierran amenazas nunca antes vistas para el legendario capitán, y todo ello atenta contra sus intenciones de detener al demente científico.

The Amazing Captain Nemo (1978) Este bodoque es otro engendro de Irwin Allen, el maestro del cine catástrofe de los años 70, pero que se encontraba en franco declive para finales de la década. Antes de voltear cruceros y prenderle fuego a imponentes rascacielos, Allen tenía una merecida mala fama como creador de bofes de ciencia ficción para la pantalla chica. El fue responsable de cositas feas como Perdidos en el Espacio y El Tunel del Tiempo, y otras aventuras más pasables como Tierra de Gigantes y Viaje al Fondo del Mar. Acá Allen parece decidido a reflotar esta última serie, que fuera precisamente la que le diera más prestigio como productor. Lamentablemente el resultado final dista mucho de ser potable.

Es cierto que uno cuando ve películas típicas de matineé (orientadas a chicos y adolescentes) suele ser más tolerante que en otros casos, especialmente porque prima el ritmo y el espíritu de aventura por encima de la coherencia del relato, pero acá dicho límite es llevado al extremo. Resulta obvio que se tratan de tres capítulos de alguna serie / mini serie fallida, los cuales fueron comprimidos contra natura en 90 minutos de duración. El resultado final es un filme saturado de situaciones improbables y metidas con calzador. Y, como todo va demasiado rápido, la película carece del tiempo mínimo como para generar alguna credibilidad. En cinco minutos Burguess Meredith lanza una amenaza nuclear desde un submarino cargado de robots de pacotilla, encuentran al Nautilus y al capitán Nemo en estado de hibernación, lo liberan, modernizan al arcaico submarino, le ofrecen un contrato y lo mandan a pelear contra Meredith. Eso sin contar que Nemo, en el medio de todo esto, quiere salir a buscar a la Atlántida.

El otro punto son los valores de producción, que son bastante lamentables. Es obvio que Allen quería sumarse a la euforia de La Guerra de las Galaxias y por eso se despacha con armas láser, robots, y sets que parecen los corredores de La Estrella de la Muerte. Pero los disparos laser no se ven bien (esta gente apunta de frente y los rayos salen de costado!), las maquetas submarinas son horribles, y los robots son maniquíes disfrazados.

Lo que compensa todo este delirio mediocre son las performances de los actores, que son una parva de veteranos que le ponen garra. Sentando antecedentes para tipos como Fred Olen Ray, Irwin Allen decidió llamar a un montón de jubilados que actúan bien y cobran barato. José Ferrer le da mucha dignidad a su Nemo, y Burgess Meredith se deleita sobreactuando como el profesor Cunningham (el que se ve todo el tiempo como si fuera un desaliñado maestro de escuela; sólo le falta la tiza en los codos!). Mel Ferrer y Horst Buchholz (salud!) están bastante más deslucidos.

El Fabuloso Capitán Nemo es una aventura mediocre, que uno le puede perdonar la vida si la pasan por cable justo en un momento de aburrimiento total. Podrían haber hecho cosas más interesantes con esta misma historia, pero acá hay siete libretistas – incluyendo al autor de culto Robert Bloch – que resultan completamente incapaces de generar algo medianamente potable.