Crítica: El Exorcista II: El Hereje (1977)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA, 1977: Richard Burton (padre Phillip Lamont), Linda Blair (Regan MacNeil), Louise Fletcher (Dra Gene Tuskin), Kitty Winn (Sharon Spencer), James Earl Jones (Dr Kokumo)

Director: John Boorman, Guión: William Goodhart

Trama: Han pasado 4 años desde el exorcismo de Regan MacNeil, y la iglesia cuestiona seriamente el accionar del fallecido padre Merrin, salvador de la niña. Para dilucidar si se trataba de un satanista o un hereje – ejecutor de violentos actos prohibidos por la Iglesia durante el proceso de exorcismo -, las autoridades eclesiásticas nombran al padre Philip Lamont para que realice una intensa investigación extraoficial. Lamont ha ubicado a Regan en un centro de avanzados estudios psicológicos, en donde la chica ha estado recuperándose estos últimos años; pero, al caer en trance hipnótico, Lamont descubre que el demonio aún se encuentra en estado durmiente dentro de la muchacha, amenazando con brotar de un momento a otro. Carente de fe y atormentado, Lamont deberá lidiar con Pazuzu – el demonio obsesionado con Regan – y para ello deberá llevar a la chica al lugar en donde todo comenzó; pero se trata de una batalla tan encarnizada como improbable, la cual puede cercenar la vida de todos los involucrados. ¿Podrá el escéptico Lamont triunfar en donde el iluminado Merrin ha fracasado?.

Regan se prepara a revivir su terrorífica experiencia con el demonio en esta escena de El Exorcista II: El Hereje (1977) Regan se prepara a revivir su terrorífica experiencia con el demonio en esta escena de El Exorcista II: El Hereje (1977)

El Exorcista II: El Hereje Salvo dos o tres locos – que se animaron a decir que la secuela era superior al original (!) -, no debe existir persona en el mundo a la cual le haya gustado El Exorcista II: El Hereje. Su mala fama es legendaria. Secuelizando uno de los filmes de terror mas importantes de la historia – sino el mejor de todos -, los responsables de esto terminaron engendrando un bodrio mayúsculo odiado por el público y la critica, y cuyo olor a podrido se siente aún a cuarenta años de su estreno. Ok, El Exorcista II tiene sus momentos, pero todo es tan idiota y banal, tan chocante y absurdo que termina por aplastar los escasos méritos que podrían mínimamente redimirla.

En vez de llamar a alguno de los responsables del original – Friedkin, Blatty -, los tipos decidieron reclutar a un ignoto guionista (que sólo alcanzó a escribir tres míseros libretos en toda su vida) y le despachó la titánica tarea de suceder a un clásico inmortal. El tipo debe haber tomado inspiración de El Padrino II ésa en donde se narraban los orígenes de Don Corleone en flashbacks interpretados por Robert De Niro – y se despacha con un Father Merrin Begins, el cual es el único segmento potable del filme. La idea de un joven Max Von Sydow combatiendo el mal en Africa y siendo hostigado por una masiva plaga de langostas tiene su cuota de grandes momentos… lástima que el filme utiliza eso como aperitivo ya que el grueso de la historia se centra en la vida actual de Linda Blair – mas grande, rolliza y pintarrajeada que nunca, con un look mas propio de actriz porno (¿alguien dijo Renee Summers?) que de desvalida adolescente acosada por el demonio -, la cual parece estar internada en un centro experimental de estudios sicológicos. El por qué el centro parece un laberinto de paredes vidriadas – mareante, carente de intimidad, incluso de la oscuridad necesaria para que los pacientes puedan descansar en paz a la noche – es un misterio; quizás al diseñador de arte del filme le pareció un detalle copado, aunque no deja de ser una decisión artistica tan poco práctica como absurda. Hasta un tipo cuerdo se desquiciaría en semejante lugar intentando encontrar la salida.

Considerando que la mayoría del cast del filme original se negó a rodar la secuela, ahora figura que Regan vive separada de su familia y reside en ese excéntrico laboratorio la mayor parte del día, amén de dormir en un penthouse ubicado en lo mas alto de un rascacielos y carente de barandas (!!) – o sea que si te mareás, de una terminás estrolado contra el suelo 50 pisos mas abajo ya que no tenés nada de dónde agarrarte; en serio, ¿qué habia fumado ese día el diseñador de producción? -. Todo se ve excesivo e irreal y, para colmo, el grueso de la trama decide apoyarse en un ridículo aparatito que permite acoplar las mentes de dos individuos, con lo cual pueden compartir el mismo espacio onírico. Digo: el tipo que escribió esto, ¿entendió de qué trataba el filme original? ¿tenía una mínima idea de por qué a la gente le había gustado / impactado tanto?. El Exorcista no era una fantasía de mala ciencia new age; era un drama familiar en donde veíamos como una nena inocente era degradada violentamente por una fuerza extraña. Era un fenómeno que podría pasarle a su hija o a la hija del vecino, y no era necesario ser un satanista o un ofensor de la religión para haber recibido semejante castigo. En su aleatoriedad residía el mayor shock; y el segundo punto de impacto era que sacaba al diablo de los textos teológicos y las mediocres películas de época de la Hammer, y lo trasladaba al mundo real y moderno, al barrio en donde la religión sólo existe los domingos a la mañana durante la misa. No era la época de la Inquisición, no era una comunidad dominada por la locura religiosa; era una maldición que sobrecogía a una inocente y la llevaba a las mismas puertas del infierno sin que hubiera pecado alguno que la justificara. Trocar ese shock de verse de pronto en las puertas del abismo frente a criaturas implacables y amorales – obsesionadas por ultrajar a la niña de tus ojos – por la bobada de lucecitas, zumbidos y una parva de mala ciencia es no entender de qué trata la historia, o de qué trata la naturaleza de su horror. Es transformar al demonio en un viaje sicodélico, y pretender explicarlo desde la ciencia, olvidándose que fue la fe de un sacerdote la que salvó a Regan del demonio. Richard Burton tiene tanta fe como una gaseosa diet, y el combate con el demonio se reduce a un vulgar intercambio de puñetazos.

Gran parte del fracaso del filme le corresponde al personaje del padre Lamont. Francamente no creo que sea un problema de interpretación – Richard Burton no es de mi agrado, pero lo suyo aquí es menos un tema de sobreactuación que el de un personaje diseñado de manera espantosa -. Lamont es un idiota sin cojones, sin fe, y un llorón que se la pasa quejándose por todo; es incapaz de hacer un exorcismo como la gente y, el por qué las autoridades confían en su (nula) capacidad para llevar adelante la misión de redención del fallecido padre Merrin, es algo que escapa a mi entendimiento.

Honestamente, no se entiende para nada cuál es el propósito de la secuencia en Africa. Es lo mejor del filme pero la verdad descubierta al final del viaje no tiene mucho sentido – evite que las langostas se toquen las alas, así el enjambre no se enloquece; sea la “langosta” buena que lidera el enjambre – y parece una pobre excusa para revivir algunos momentos del pasado de Max Von Sydow en pantalla. El regreso de Lamont a los Estados Unidos da pie al horrendo acto III, en donde la performance de Burton sí se dispara (aunque es porque el libreto así lo pide), y da lugar a los momentos mas ridiculos del filme: gente que se baña en combustible sin razón alguna, langostas y versiones demoníacas de Regan que aparecen de la nada, el idiota del cura peleando a brazo partido con Pazuzu sin que medie ningún acto de fe. Es El Exorcista, no una de Schwarzenegger; se supone que los soldados de Cristo vencen al demonio a partir de la fe y los ritos, no a las trompadas.

Los malos diálogos abundan; los cambios de humor también – “Oh, sí; voy a proteger a Regan y no voy a permitir el experimento de fusión de mentes”; “quiero hacerlo”; “ok, está bien, enchufemos los aparatos” -, y todo no deja de ser un divague sin pies ni cabeza. Era mejor armar una precuela sobre la historia del personaje mas interesante – Lancaster Merrin, algo que recién vendría 30 años mas tarde con Dominion – que insistir con el personaje de Linda Blair, la cual es una tronca (a esa altura ya estaba dura por las drogas) y carece del carisma que precisaba la obra. En todo caso es un licuado de ideas equivocadas y mal cocinadas, a las cuales un par de detalles visuales no pueden salvar de su segura, justificada e inevitable quema.

LA SAGA DE EL EXORCISTA

El Exorcista (1973) – El Exorcista II: El Hereje (1977) – El Exorcista III (1990) – El Exorcista: El Comienzo (2004) – Dominion: Precuela de El Exorcista (2005) – En el 2016 rodarían una reimaginación de la historia en formato televisivo con El Exorcista: la Serie (2016)