Crítica: Everly (2014)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA, 2014: Salma Hayek (Everly), Jennifer Blanc (Dena), Hiroyuki Watanabe (Taiko), Togo Igawa (sádico)

Director: Joe Lynch, Guión: Yale Hannon

Trama: Everly es una prostituta que ha traicionado a su jefe (y amante) de la mafia japonesa. Es por ello que el cruel Taiko la ha sometido a una sesión de tortura y violación en grupo, la cual culminará con su segura muerte. Pero Everly atina a refugiarse en el baño y llamar a su contacto en la policía, el cual parece haber desaparecido. Sumida en la desesperación, la chica logra quitarle la pistola a uno de sus atacantes y provoca una masacre en el departamento en donde está alojada. Rodeada de cadáveres, sin apoyo policial y con una valija llena de dinero, deberá intentar escapar como puede del edificio… pero el mismo es propiedad de Taiko y el mafioso le ha puesto precio a su cabeza. Es por ello que los guardaespaldas, los moradores e incluso las prostitutas que compartían el piso con Everly han salido en masa a masacrarla para cobrar la recompensa ofrecida por Taiko… con lo cual la chica deberá resistir la interminable oleada de agresores mientras sus fuerzas menguan y la esperanza de escapar con vida parece cada vez mas lejana.

Everly Kill Bill en un departamento. Guau, qué concepto que suena copado. Una mujer armada hasta los dientes, rodeada de dinero y cadáveres, y luchando para salir de un edificio plagado de asesinos, drogadictos y prostitutas que desean matarle a toda costa. La única luz de esperanza – y lo que le da fuerzas para sobrevivir – es el deseo de reencontrarse con su hija después de 4 años de ausencia. El problema con la premisa es cómo hacer que semejante mujer – hábil tiradora y pertrechada hasta los calzones – nunca pueda terminar de abrirse paso hasta la puerta del edificio en cuestión. Es más, ni siquiera logra pasar de un piso al otro – lo cual daría lugar a algo mas dinámico como Dredd o The Raid -, sino que siempre termina en el mismo depto, sea porque la bombardean y queda inconsciente, o porque la atrapan y la tiran de vuelta allí, o porque la encierran (y la someten) un grupo de sádicos expertos en torturas. En esa insistencia de mantenerse siempre en el mismo escenario es en donde Everly se clava de punta como el Titanic; llega un momento en que el supuesto estado de suspensión de la credibilidad – ése en donde el espectador se traga cualquier verdura en beneficio de disfrutar de un espectáculo superior – se deshace y todo se transforma en un estado de idiotez constante – molesta y penetrante -, la cual resulta persistente debido a que el director está convencido de que es el tipo mas cool del planeta y que, por ello, le vamos a perdonar todo. Pobre tonto aspirante a Tarantino de cuarta, el cual no posee el más minimo sentido común como para darse cuenta de que perdió el feeling con la platea a los 30 minutos de iniciada la película.

Supuestamente Everly estuvo en el development hell durante años (e incluso se rumoreaba que Kate Hudson estuvo fichada para el proyecto en algún momento), lo cual debería haberle dado tiempo a los creativos responsables de esto como para madurar y darle las pulidas necesarias a la idea; pero la trama parece haber sido escrita en menos de tres horas por un adolescente desbordado de hormonas y fanatizado por los thrillers tarantinescos y las peliculas de acción made by Hong Kong. Hay que admitir que la historia empieza bien – la Hayek, desnudita y toda tatuada, escapando a un baño en donde tiene escondido un celular y una pistola 9 mm, y dando señales de que ha recibido una brutal golpiza (y todo tipo de vejámenes) – . Después sigue una balacera, tras lo cual queda un superviviente mal herido, el que termina convirtiéndose en una especie de voz de la consciencia de la protagonista (y sirve de excusa para que la Hayek interactúe con alguien en escena). Así es como nos enteramos que la chica era la amante de un mafioso de la Yakuza, pero el tipo descubrió que la muchacha quería fugarse (aliándose con un policia para atestiguar en su contra y entrar en el Plan Federal de Proteccion de Testigos), y entonces decidió someterla y prostituirla. Después de eso, la cosa no se entiende demasiado: el cómo esa prostituta amasó una fortuna en 4 años si nunca pudo salir del dichoso departamento y, menos, cómo es que sabe tirar tan bien (a menos de que haya practicado tiro al blanco en el living). Tras la balacera, el mafioso traicionado corre la voz y las prostitutas de los cuartos contiguos (que parecen vivir en otro mundo y no oyeron ni un disparo) reciben un SMS en donde les van a pagar una fortuna si dejan a la Hayek con los ojitos en cruz. Hay varios momentos tarantinescos – gente disfrazada de manera tan sexy como ridicula, trenzada en balaceras feroces; perros guardianes a los que mandan buscar una granada (haciéndoles creer que se trata de un huesito); gente que recibe toneladas de balas pero aún se mantiene en pie – que empiezan a hilar cada vez mas fino la escasa credibilidad de la historia. El problema es que la acción no está filmada de manera excitante, y los diálogos son mas bien chatos y redundantes. Y El filme termina de embarrarla con la llegada de una horda de locos disfrazados, comandados por un chino al que le gusta torturar gente con distintas clases de ácidos, y el cual perece de manera horrenda. En el medio mueren un montón de personajes que no deberían morir, e incluso – sobre el final – no se entiende para nada por qué la Hayek no es asesinada de una buena vez. Es todo demasiado absurdo, aburrido y chocante como para que el filme obtenga alguna oportunidad de redimirse sobre la recta final.

Honestamente, no sé que le vió Salma Hayek al proyecto. La mexicana no es en absoluto creíble a la hora de empuñar un arma y, menos, al momento de tirar una piña. Uma Thurman había recibido entrenamiento previo en Kill Bill y hacía de asesina; y si la Hayek pretendia imitarla (o al menos, seguir los pasos de su par latino Antonio Banderas, famoso por las secuelas hollywoodenses de El Mariachi y con quien compartió cartel en aquella ocasión -), por lo menos se hubiera preparado como corresponde. Y hubiera tenido el tino de leer el libreto antes de embarcarse en el rodaje de semejante porquería. Las inconsistencias y las malas performances desbordan el filme, sea la nenita que hace de su hija – incapaz de actuar ni aún en una escena en donde están a punto de convertirla en puré -, la ridícula entrada en escena de la madre de la Hayek (que sobrepasa impunemente el control de 30 sicarios plantados en la puerta del edificio), ni la estúpida idea de que dicha mujer va a poder salir, portando una valija pesada como un tanque y cargada de miles de dólares ahorrados por la Hayek quién sabe cómo. Eso sin contar que todos en el barrio parecen estar sordos y no se han dado cuenta de la guerra nuclear que la Hayek ha desatado contra la mafia japonesa en el dichoso departamento de marras.

Imposible recomendar Everly; queda a su riesgo conseguirla o alquilarla. A mi juicio es un bodrio sin talento ni credibilidad, disfrazado de filme de acción cool, y que fracasa miserablemente al intentar imitar el estilo de cineastas de superior calidad. Como decía alguien, al menos si vas a fracasar, hazlo a tu manera y no copiando a otro; pero acá la originalidad se ha ido por el drenaje y lo unico que tenemos es el sonido y la furia, sin nada que quede de recuerdo en nuestras mentes ni en nuestros corazones.