Crítica: El Escorpión Negro (The Black Scorpion) (1957)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA, 1957: Richard Denning (Dr Hank Scott), Mara Corday (Teresa Alvarez), Carlos Rivas (Profesor Arturo Ramos), Mario Navarro (Juanito), Carlos Muzquiz (Dr Velasco)

Director: Edward Ludwig, Guión: Robert Blees & David Duncan, Musica – Jack Cookerly

Trama: El Dr. Scott y el profesor Ramos llegan al pueblo mexicano de San Lorenzo a realizar pruebas geológicas de la erupción reciente de un volcán. Pero en el trayecto encuentran una estación gasolinera destrozada y todos sus ocupantes muertos. Colaborando con la policía local pronto descubren que de las grietas provocadas por la erupción provocaron que salieran a la faz de la Tierra un grupo de escorpiones gigantes. Scott y Ramos logran sellar la cueva de los escorpiones, pero existe una inmensa red de galerías subterraneas interconectadas. Ahora Scott y Ramos deberán enfrentarse a la posibilidad de que los escorpiones regresen a la superficie cerca de la super poblada capital de Mexico.

El Escorpion Negro Este es otro film de stock dentro del género de bestias gigantes mutantes, que tan de boga estaba en los 50. Salvo contadas excepciones, todas estas películas resultan más que digeribles, en gran parte a que siguen una rutina probada y exitosa, que usualmente se basa en dos filmes pilares del género: Them! y The Beast of 20.000 Fathoms.

Concretamente The Black Scorpion es Them! pero con escorpiones. Nuevamente hay una explicación científica de cómo se comportan sus contrapartes de la vida real, y las fuerzas del orden actúan en consecuencia. En ese sentido el film no presenta demasiadas novedades; se descubre la amenaza, se la combate y resurge sobre el final para brindar un gran clímax. Al menos dentro de la rutina del género los personajes están bien escritos y resultan interesantes, comenzando por Richard Denning – quien también había participado en El Monstruo de la Laguna Negra -, que tiene su gracia y resulta un héroe racional. Para no desmerecer a los lugareños, al menos los mexicanos – dentro de los estereotipos que le asigna Hollywood – tienen una participación destacada, colaborando activamente en el combate de la amenaza. En todo caso, lo que se puede inferir es que los mexicanos no pueden terminar de concretar nada sin consultar a un americano antes.

Las criaturas están formidablemente animadas, en este caso por Willis O´Brien, el artesano que dio vida a King Kong (1933). Posiblemente debido a lo esquemático de los movimientos de un insecto, las técnicas de stop motion resultan perfectas aquí. A lo sumo lo que se puede reprochar es que, mezclado con las animaciones excelente de O´Brien, hay algunos primeros planos de los rostros humanoides de los escorpiones, que son repetitivos y difieren en calidad del trabajo de stop motion. También hay una superposición de sombras de las criaturas sobre filme proyectado que suele ser demasiado opaca (o demasiado transparente) y que no siempre terminan resultando felices. Pero si la calidad de los FX es despareja, al menos los escorpiones resultan lo suficientemente salvajes para inspirar amenaza. En especial el escorpión negro y líder del grupo, que se muestra excesivamente violento (para beneplácito de la platea).

Los principales problemas de El Escorpion Negro no pasan por los FX, el guión rutinario o las perfomances, sino por dos factores: el personaje de Juanito – el niño mexicano que hace idioteces increíbles y pone a todo el mundo en peligro; algo lamentable ya que el resto del libreto estaba ok -, y el tercer acto, que está incluído con calzador en el resto de la historia. A decir verdad el ejército mexicano no precisa para nada a Scott y a Ramos – siquiera son biólogos – pero los llama igual para combatir la amenaza que ha resurgido cerca de la ciudad de México. El libreto no tiene manera coherente para mantener esos personajes dentro de lo que sigue de la historia, pero igual los mete. Eso no quita que la última parte sea realmente entretenida, especialmente con el duelo entre la milicia y el escorpion negro en un estadio de futbol.

El Escorpion Negro es típica rutina serie B de los cincuenta, pero dirigida con gusto y dotada de buenos efectos especiales (aunque desparejos). Sigue teniendo su appeal, en especial por lo salvaje de los ataques de la criatura del título; y al menos los personajes se comportan con algunas neuronas, como para no resultar los caracteres idiotas que suelen poblar este tipo de películas.