Crítica: Escape del Planeta de los Simios (1971)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

Recomendación del EditorUSA, 1971: Roddy McDowall (Cornelius), Kim Hunter (Zira), Bradford Dillman (Dr Lewis Dixon), Natalie Trundy (Stevie Branton), Eric Braeden (Dr Otto Hasslein), William Windom (Presidente de los Estados Unidos), Sal Mineo (Milo), Ricardo Montalban (Armando)

Director: Don Taylor, Guión: Paul Dehn, basado en los caracteres creados por Pierre Boulle

Trama: Estados Unidos, 1973. Los militares rescatan una nave espacial americana, pero su sorpresa es mayúscula cuando ven que sus tripulantes son tres simios parlantes. Ante las pruebas de su inteligencia, son llevados ante una comisión del congreso en un debate televisado. Allí admiten ser científicos que vienen del futuro de la Tierra, y que la misma será destruída por un holocausto nuclear. El carisma de los chimpancés les da una enorme popularidad entre el público; pero el Dr. Otto Hasslein sospecha que están ocultando información. Con el visto bueno presidencial, Hasslein los somete a un duro interrogatorio en los cuarteles de la CIA para descubrir que ellos han manejado la nave del Coronel Taylor, y que los humanos del futuro tendrán la misma inteligencia que los animales salvajes. Al narrarles Cornelius la historia de su raza – la emancipación de los simios y el subyuzgamiento de la raza humana esclavizante -, Hassler termina por considerarlos una amenaza para la humanidad, más por el hecho de que la hembra está embarazada. Y ahora Zira y Cornelius deberán fugarse y correr por sus vidas mientras las fuerzas militares los rastrean por cielo y tierra para exterminarlos.

Escape del Planeta de los Simios Antes de La Guerra de las Galaxias la franquicia de ciencia ficción más exitosa en cuanto a taquilla y crítica fue la de El Planeta de los Simios. Con el primer filme obtuvieron un resonante suceso en 1968, e inmediatamente se despacharían con numerosas secuelas. Y a pesar de todos los obstáculos que les pondría el mismo estudio – con presupuestos cada vez más reducidos -, la saga generaría cinco capítulos notables (bueno, con excepción del último). Escape del Planeta de los Simios es el tercer filme de la serie.

Debo admitir que estuve esquivando por mucho tiempo la revisión de Escape del Planeta de los Simios. Es una película excelente – quizás superior a la original -, pero a su vez es muy amarga. Tal como con el resto de sus capítulos, la saga siempre se caracterizó por establecer mundos e historias totalmente distintas en cada entrega – un desborde de imaginación que ninguna serie se ha atrevido a igualar -. En Star Wars, Matrix, El Señor de los Anillos o como quiera llamarle, siempre se prosiguió con la historia a partir de las premisas y el universo creado en el primer volumen. Pero con El Planeta de los Simios hay cambios de planeta, de época y de personajes. Y con la excepción de la desastrosa Batalla por el Planeta de los Simios – un invento creado por los estudios y hecho con dos pesos -, yo considero que en realidad se trata de una tetralogía compacta. Planeta …, Regreso… , Escape … y Conquista … son los únicos filmes que valen la pena y cierran efectivamente la epopeya.

Y Escape del Planeta de los Simios es un capítulo realmente oscuro. Ciertamente el filme comienza con mucho humor, y tanto Roddy McDowall como Kim Hunter se roban el show con suma facilidad, invirtiendo aquí los papeles que Charlton Heston tuviera en el primer filme – ahora son dos simios en un mundo de humanos -. Pero uno no deja de notar que hay una gruesa manipulación emocional para después despacharse con la tragedia – que cae como un golpe bajo -. Comenzando con la sorpresiva muerte de Milo – que no estaba en el libreto y tuvo que ser incluída de apuro ya que Sal Mineo estaba incómodo con el maquillaje y deseaba abandonar el set -, siguiendo con los pasos de comedia del dúo de simios, y llegando así hasta la decisión de inutilizarlos sexualmente ya que se consideran una amenaza para la humanidad. Hay algunas escenas que rozan lo camp, como las reuniones sociales de Zira y Cornelius, los comentarios sobre las costumbres humanas y su estilo de vida en la suite del hotel cuatro estrellas, pero por suerte no duran demasiado. Son irreales – si uno lo ve como aliens, jamás se les permitiría el roce por el público y estarían enclaustrados bajo siete llaves para su estudio científico -; pero, por otro lado, funcionan muy bien en el sentido alegórico que siempre tuvo la serie. Uno puede ver la idiotez de los militares y políticos – perciben que los simios tienen comportamientos civilizados pero igualmente los tratan como animales -, amén de despacharse con algunas indirectas sobre la discriminación racial – al ser inteligentes, civilizados y hablar son por definición humanos; sin embargo reciben un trato despectivo la mayor parte del tiempo por sus características físicas -. Lo diferente produce miedo y por ello debe ser exterminado.

Por suerte el ingenio del libretista Paul Dehn da de sobra para despacharse con razonamientos acertados de una y otra parte. Hasta los cuestionamientos del supuesto villano – Eric Braeden, especialista en este tipo de roles – son lógicos. Pero al incluír una figura eclesiástica en la comisión uno se da cuenta de que ellos representan el conservadurismo. Que los simios hayan experimentado con humanos primitivos en su época es similar al trato que hoy le brindamos a los animales de laboratorio; que los humanos del futuro los hayan tomado como mascotas, sometiéndolos y abusando de ellos con el tiempo, es un hecho compatible con nuestra propia naturaleza que tiende a traspasar los límites de lo moral cuando se tiene poder, pero nuestra hipocresía nos impide reconocerlo, así como entender que la futura rebelión simia es un acontecimiento justificable. En todo caso, el personaje de Braeden es el de un individuo temeroso de su propia naturaleza, que considera que abortando la existencia de los simios inteligentes puede salvar el futuro – eliminando a la víctima, ya no habrá posibles victimarios -, en vez de intentar corregir el comportamiento humano que es el corruptor y verdadero culpable de la situación. Ya en las últimas instancias del filme se puede percibir que el Dr. Otto Hasslein se ha transformado en un individuo con una misión mesiánica: se esconde de la policía y procura ser él mismo quien resuelva el futuro de la humanidad, aunque se tiña con sangre las manos.

Es una película muy triste y muy amarga, pero indudablemente una muy inteligente. Uno puede perdonar algunos saltos de lógica del libreto – ¿cómo los simios lograron rescatar, arreglar y volar la nave de Taylor? ¿por qué la historia sólo avanza por las torpezas de Zira? -, ya que la abundancia de conceptos brillantes y la carga emocional de la historia superan a sus defectos. Y al terminar de verla resulta casi imperativo buscar una copia de Conquista del Planeta de los Simios, ya que al espectador le queda una fuerte necesidad de redención que sólo la secuela logrará satisfacer de manera efectiva.

THE PLANET OF THE APES

Los filmes de la saga de El Planeta de los Simios son: El Planeta de los Simios (1968), Regreso al Planeta de los Simios (1970), Escape del Planeta de los Simios (1971), La Conquista del Planeta de los Simios (1972), y Batalla por el Planeta de los Simios (1973). El Planeta de los Simios (2001) es la remake de Tim Burton del filme original. Posteriormente se iniciaría una nueva trilogía que reimaginaría el universo simio con El Origen del Planeta de los Simios (2011), El Amanecer del Planeta de los Simios (2014) y El Planeta de los Simios: la Guerra (2017). La Historia de El Planeta de los Simios es un artículo especializado de este portal, que narra la lucha del productor Arthur P. Jacobs para poder rodar el filme original de la saga.