Crítica: La Encarnación del Demonio (2008)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

Brasil, 2008: José Mojica Marins (Zé do Caixão), Jece Valadão (Coronel Claudiomiro Pontes), Adriano Stuart (Capitán Oswaldo Pontes), Milhem Cortaz (Padre Eugênio), Rui Resende (Bruno)

Director: José Mojica Marins, Guión: José Mojica Marins & Dennison Ramalho

Trama: Zé do Caixao ha sido liberado de la cárcel después de 40 años de reclusión. Y aún continúa obsesionado con la continuidad de su sangre. Junto con su fiel ayudante Bruno y una banda de secuaces se dedica a secuestrar mujeres y torturarlas para probar que son las adecuadas para concebir su hijo. Pero a su vez el accionar del funebrero se topa con las violentas incursiones de la policía en las favelas. Y el Coronel Pontes junto con su hermano se sumarán al padre Eugenio – quienes han sido víctimas de Zé do Caixao en algún momento de sus vidas -. Ahora el siniestro funebrero deberá enfrentarse a este trío de némesis que desean matarlo y acabar con su sendero de violencia y corrupción.

La Encarnacion del Demonio Esta es la segunda secuela oficial basada en la figura de Zé do Caixao, creada por José Mojica Marins en la década del sesenta. Zé do Caixao era un personaje de terror típicamente exploitation, pero terminó por transformarse en un ícono del horror en Brasil y le dío status de estrella a Mojica Marins. El personaje haría una gran cantidad de cameos en otros filmes dirigidos por Mojica Marins, pero su historia oficial – detenida en Esta Noche Poseeré tu Cadáver (1967) – no había sido continuada desde aquellaépoca.

Hay algo glorioso en ver semejante film exploitation avalado por el imponente sello de la 20th Century Fox en los títulos iniciales. Es una muestra de la trascendencia de la obra de Marins, que ha superado los límites del Brasil. No estoy muy seguro de si la continuidad tiene sentido o no – como las sagas de Jason o Freddy Krueger, siempre hay omisiones para reestablecer el hilo de la historia, aunque vaya en contra de la coherencia -, pero aporta un capítulo final razonable para culminar la trilogía.

Resulta obvio que Mojica Marins tuvo aquí a su disposición un presupuesto mucho mayor que el habitual en su filmografía. La secuencia de títulos son lujosas animaciones CGI que muestran el interior del cuerpo humano – concretamente en el proceso de formación de un feto -. Además el director se da el lujo de recrear con toda la fanfarria una secuencia en los infiernos que parece a años luz de los decorados de tergopol de escenas similares de Esta Noche Poseeré tu Cadáver. Realmente se han gastado los pesos en la puesta en escena.

Incluso el guión parece mucho más equilibrado. Las aventuras de Zé do Caixao usualmente era larguísimos monólogos de Mojica Marins y el resto de los personajes quedaba pintado. Aquí se compensan de una manera enorme esas cosas, dándole al funebrero una trinidad de enemigos realmente potentes – un oficial de policía cuyo hermano perdió un ojo con Zé en Esta Noche Poseeré tu Cadáver; un sacerdote extremista que resulta ser el hijo del doctor que atendía a la esposa de Zé en el mismo filme – que van en busca de su sangre. El duelo final tiene su intensidad.

Pero el que parece haber perdido su energía es Mojica Marins. Con setenta y pico de años a cuesta, se lo ve demasiado viejo y gordo como para generar amenaza. Mojica Marins no se ha conservado muy bien, y es difícil creer que éste sea el mismo tipo bajito y flaco con mirada penetrante que provocaba terror en los años sesenta. Para compensar las cosas, ahora dispone de una banda – reclutada por quien sabe quién – que se encarga de la parte física y operativa.

El otro punto que debilita la historia es el engolosinamiento con la pornografía de la tortura. Es como si Mojica Marins hubiera visto Hostel o Hellraiser, y lo hubiera llevado mucho más allá en términos de sadismo y sangre. El tema es que muchas de esas escenas shockeantes (y muy bien montadas) terminan siendo gratuitas, sin mayor peso dentro de la historia. Por ejemplo, Zé do Caixao secuestra algunas oficiales policiales enviadas a acosar a las favelas, y las tortura de las maneras más terribles – a una de ellas, la unta con melaza en el pubis y deja que una rata encuentre el camino de salida … devorando a través de donde ustedes saben -. También hay un montón de secuencias que parecen reales, protagonizadas por faquires u otro tipo de individuos del mismo estilo, que involucran la incrustación de ganchos en la espalda y su colgamiento – no, no son efectos de maquillaje -, devorar arañas y otras alimañas, amén de flagelaciones de todo tipo y color montadas con impresionantes FX – quitarle el cuero cabelludo a una mujer en vida, amputar glúteos, despellejamientos, etc -. Resultan chocantes visualmente, pero cuando hay una enorme cantidad de escenas similares con personajes con poco o cero grado de desarrollo y que hacen de víctimas, sólo termina siendo un show circense de mal gusto. Al menos en los sesentas, el show freak barato de Mojica Marins involucraba a personajes que tenían algún peso en la historia, lo cual terminaba impactando por lo inesperado y estaba montado de manera dosificada; torturar aquí a 30 o 40 personas ya es un exceso.

Hay algunos momentos en que La Encarnación del Demonio se eleva por encima de su calidad exploitation; cuando Zé hace el amor con la hija de las brujas, que la habitación se inunda de sangre (tal como en Corazón Satánico de Francis Ford Coppola); el funebrero acosado por los fantasmas de sus víctimas; algunos discursos de Zé do Caixao, y la visita de éste al purgatorio, que está muy bien montada. Pero lo que uno echa de menos es que semejante despliegue de violencia le ha hecho perder el sabor pulp a las aventuras del funebrero. Mojica Marins ha adaptado el personaje a los tiempos que corren, pero a su vez ha perdido bastante de su identidad.

Una cosa curiosa es el subtexto que puede leerse en la trama de La Encarnación del Demonio. Ahora la residencia de Zé do Caixao ha pasado de un pueblo a ser una favela. Allí hay un ambiente densamente criminal y muy religioso – todos tienen santos o figuras umbanda, hay ritos y mais dando vueltas por la zona -, y los habitantes de la favela son mucho más cínicos y violentos que los tontos ignorantes del pueblo donde vivía el funebrero en los sesenta. Con los escuadrones de la muerte de la policía, la historia pareciera en un momento que fuera coquetear con la idea de transformar a Zé en un vengador de los desposeídos, hasta que la gente también termina por rechazarlo. Con lo cual Zé do Caixao termina al mismo nivel que los policías asesinos, despreciados por la favela porque sólo aterrorizan a la comunidad. Es el rechazo de los humildes a cualquier manifestación violenta sobre sus integrantes.

La Encarnación del Demonio está ok, con algunos momentos muy buenos pero empañada por un desborde de violencia gratuita. Zé do Caixao ha perdido amenaza y presencia, aunque igual sigue asustando. Es un buen capítulo final para el personaje, y una adaptación pasable para que las nuevas generaciones tomen contacto con él. Pero en el ajuste, ha perdido algo de su sabor.

ZE DO CAIXAO

Los filmes comentados sobre Zé do Caixao, el icónico personaje de terror creado por Jose Mojica Marins son: A Media Noche me Llevaré tu Alma (1964); Esta Noche Poseeré tu Cadáver (1967), y La Encarnación del Demonio (2008), que constituyen la trilogía clásica. El personaje también ha aparecido como cameo en otros filmes como El Extraño Mundo de Zé do Caixao (1968)