Crítica: Duna, La Miniserie (2000)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA, 2000, miniserie: Alec Newman (Paul Atreides / Muad’Dib), Saskia Reeves (Lady Jessica), Uwe Ochsenknecht (Stilgar), Barbora Kodetova (Chani), Ian McNeice (Baron Vladimir Harkonnen), William Hurt (Duque Leto Atreides), Julie Cox (Princesa Irulan), Matt Keeslar (Feyd-Rautha Harkonnen), Giancarlo Giannini (Emperador Padishah Shaddam IV), R.H. Moriarty (Gurney Halleck)

Director: John Harrison, Guión: John Harrison sobre la novela homónima de Frank Herbert, Musica – Graeme Revell

Trama: El Emperador designa al clan Atreides para que se haga cargo de la administración del planeta Arrakis, hogar de la especia mezclada, en reemplazo de la casta Harkonnen. La especia es la sustancia más valiosa del universo ya que provee la expansion de la mente que precisan los miembros del Gremio de Navegantes para realizar viajes en el espacio, así como amplía los poderes mentales de la secta religiosa de las Bene Gesserit. Pero la popularidad en aumento de los Atreides, gracias a su administración justa y eficiente, comienza a incomodar al Emperador, además de que los Harkonnen desean recuperar su potestad sobre Arrakis. Por ello se genera una conspiración que extermina a los Atreides, asesinando al duque Leto y abandonando en el desierto a su concubina Jessica y a su hijo Paul. Paul se alía con los nativos Fremen y comienza una guerra de guerrillas contra los usurpadores Harkonnen. Pero a su vez, el contacto con la especia comienza a expandir la mente de Paul, convirtiéndolo en el Mesías de una profecía Fremen que indica que él es el elegido para liberar al planeta de la tiranía y transformar a Arrakis en un mundo fértil.

Arlequín: Crítica: Duna, La Miniserie (2000)

Esta es la segunda adaptación de la novela Dune (1965) de Frank Herbert. Duna se transformó, al poco tiempo de su publicación, en una obra de culto e inmediatamente surgieron interesados en generar un proyecto cinematográfico, especialmente después de 2001, Odisea del Espacio. La idea de un Mesías que expandía su mente mediante una droga cayó justo en una época donde el LSD era popular entre jovenes e intelectuales, y se había desarrollado una verdadera cultura lisérgica a fines de los 60. Pero no sería hasta entrados los 70, con el formidable impulso a la sci fi que significó Star Wars, que el libro recién empezaría a encontrar fervientes adeptos. Existieron múltiples proyectos, el más conocido es el de Alejandro Jodorowsky que rayó entre la locura y la genialidad, y que no pasó de ser un tibio y rebuscado intento de concretar el libro, algo que terminaría por convertirse en leyenda (la génesis de Duna la explicamos en la review de la película de David Lynch). Posteriormente David Lynch lograría concretar la puesta cinematográfica del libro con un film muy desparejo, pleno tanto de momentos geniales como de secuencias bizarras; pero la larga duración de la cinta y la críptica narración de Lynch alejaron al público de la película, convirtiéndola en un rotundo fracaso. Recién en el 2000 llegaría esta segunda puesta en escena, esta vez en formato de miniserie televisiva.

Debido a su duración y cuidado puesto en el guión, Duna, la miniserie termina por ser la mejor adaptación de todas, pero aún así dista de ser perfecta. Aquí el proyecto queda en manos de John Harrison, que es un artesano más standard que Lynch y le brinda una narrativa mucho mas tradicional. Harrison expande notablemente el relato, incluyendo gran cantidad de temas del libro que Lynch no pudo mostrar por una cuestión de tiempos y enfoque creativo, como las culturas del desierto, el trasfondo político y la ecología del planeta. Es una obra mucho más fiel al texto de Herbert que la versión filmica de 1984.

El tema es que, a pesar de sus grandes desprolijidades, la versión de David Lynch se las arreglaba para crear un puñado de poderosas imágenes que resultaban memorables, y por las cuales a la miniserie le cuesta salir de su sombra. Mientras que aquí el presupuesto es más acotado (aunque los efectos especiales son más prolijos), cuando uno ve secuencias como la prueba de Paul con la caja del dolor de las Bene Gesserit, el entrenamiento con cuchillos entre Paul y Gurney, y un montón de escenas vistas en Duna de 1984, no deja de pensar en un clonamiento barato de dichas secuencias del film de Lynch. Por ejemplo, el formidable escudo personal compuesto pot cubos en la versión de Lynch es reducido aquí a una simple aureola de colores; el ataque inicial al palacio de los Atreides se ve abreviado y carente de espectacularidad, y así sucede con muchas escenas. Por otro lado, los diseñadores de arte han intentado desarrollar un estilo propio y diferente del usado en el film de 1984, pero terminan de caer en enormes similitudes a la corta o a la larga, como los ornicópteros, la nave de los navegantes del Gremio Espacial o bien los cazas Harkonnen. Todo esto termina por producir una confusa sensación de deja vu en los primeros minutos de proyección.

Pero cuando la acción llega a Arrakis las cosas comienzan a desenvolverse muy bien y con originalidad. Aquí toda la historia previa al golpe de estado contra los Atreides es desarrollada con mucho tiempo y minuciosidad, lo que contribuye a entender cabalmente la historia (aunque no termina por darle tridimensionalidad a los personajes). A diferencia de Lynch, que vomitaba todos los antecedentes en escasos minutos y encima mezclaba los monólogos internos de los personajes – cuando se preguntaban si Paul Atreides era el Kwisatz Haderach – lo que terminaba por aturdir, el relato lleva aquí un ritmo de exposición envidiable. Harrison demuestra ser un excelente guionista, y sin dudas este es el libreto cinematográfico que la novela precisaba para que la audiencia pudiera entender perfectamente la historia. Las dos primeras partes de la miniserie son en realidad expansiones de lo visto con David Lynch, pero desarrollado de una manera mucho más efectiva.

Donde la miniserie se aparta considerablemente del film de 1984 es en el último tercio de la proyección. Una de las cosas más interesantes que hace Harrison es mostrar a todos los individuos con poder – las Bene Gesserit, el Emperador, el Gremio de Navegantes – como gente totalmente arrogante. Por el contrario, los Atreides son bondadosos y justos – a veces pareciera que fuera en exceso, pero el libreto los trata como desconfiados y astutos en vez de ingenuos -; pero cuando Paul Atreides escapa al desierto y se vuelve líder de los Fremen, comienza a transformarse en otro individuo despótico. Además el guión de Harrison tira un montón de data realmente nuevo, que va desde las intrigas de la hija del Emperador para averiguar el destino de Paul, el descubrimiento del linaje real de Paul – termina siendo nieto del Barón Harkonnen -, la manipulación de Jessica de la leyenda Fremen para obtener asilo, e incluso el manejo prepotente de Paul (ya como Kwisatz Haderach) que amenaza con contaminar todo el planeta y aniquilar la producción de especia. A su vez desarrolla en profundidad toda una conspiración de los Harkonnen para hacerse cargo del trono imperial.

Si hay faltas en la miniserie, pasan porque Harrison es mejor guionista que director. Todas las secuencias épicas parecen algo blandas. La fidelidad al libro a veces atenta contra el film – era mucho más excitante el final de la película de Lynch que el de la miniserie, si bien es idéntico al de la novela; el ataque al palacio, el final de Barón, e incluso los poderes del Kwisatz Haderach suenan demasiado light; mientras que Lynch lo convertía en un verdadero Dios, aquí Paul puede vislumbrar pasado y futuro, y a lo sumo provocar un ridículo brote de agua -; y tanto el perfil como el casting de los Harkonnen es también muy blando. Comparado con el asqueroso y depravado Barón Harkonnen de Lynch, su sangriento sobrino Rabban o el incestuoso Feyd-Rautha, la troupe de villanos es aquí de stock y no genera una amenaza real.

Es una adaptación muy buena de Duna, que le da claridad y profundidad, pero requería de un director con mayor talento a la hora de generar secuencias épicas. Posee una enorme cantidad de virtudes, pero no termina de despegarse de la sombra del film de Lynch, al menos durante su primera mitad. Pero convierte a una obra tan compleja como el libro de Frank Herbert en algo realmente accesible e interesante, lo cual es más que meritorio.

LA SAGA DE DUNA

El libro de Frank Herbert tuvo dos adaptaciones: Duna (1984), dirigido por David Lynch; y Duna (2000), una miniserie dirigida por John Harrison. Children of Dune (2003) es su secuela y adapta los libros Hijos de Duna y El Mesías de Duna. Jodorowsky’s Dune (2013) es un documental que narra el fallido intento del cineasta chileno Alejandro Jodorowsky en rodar el libro de Frank Herbert a mediados de los años 70. Duna – Parte Uno (2021) y Duna: Parte Dos (2024) son parte de una trilogía formada por el director Denis Villeneuve, basada en los dos primeros libros de la saga.