Crítica: The Discovery (2017)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA, 2017: Robert Redford (Thomas), Mary Steenburgen (entrevistadora), Jason Segel (Will), Rooney Mara (Isla), Jesse Plemons (Toby), Ron Canada (Cooper)

Director: Charlie McDowell, Guión: Justin Lader & Charlie McDowell

Trama: Han pasado dos años desde que el prestigioso científico Thomar Harbor probara – de manera irrefutable – la existencia de vida después de la muerte. Desde ese entonces las cosas se han salido de control, y millones de personas se han suicidado en busca de ese nuevo plano existencial que demostrara Harbor. Ahora Will Harbor va de regreso a su casa paterna, dispuesto a confrontar a Thomas y pedirle que desmienta la noticia y que frene la locura masiva. Es que hay una deuda pendiente entre ambos hombres, ya que la madre de Will se quitó la vida poco tiempo después de las revelaciones de Thomas. Pero el científico no está dispuesto a tal sacrificio, e incluso ha creado una máquina que parece corroborar todos sus descubrimientos: una computadora capaz de registrar en video lo que ocurre en el mas allá. Mientras que Will intenta sabotear la máquina, pronto descubre cosas inquietantes en ella – elementos que le hablan de una realidad alternativa mas allá de la muerte -. Y mientras lidia con eso, Will se ha enamorado de Isla, una suicida que ha ido a la isla de su padre para quitarse la vida en el aniversario de la muerte de su hijo a causa de un accidente. ¿Podrá Will salvar a Isla y, al mismo tiempo, aceptar los contundentes descubrimientos que ha hecho su padre?.

Critica: The Discovery

    The Discovery (2017) Estúpida y fascinante: así es la mejor manera de describir a The Discovery, el último filme de ciencia ficción producido por Netflix. Parte de una premisa absurda, se empeña en promoverla, intenta vendernos estos personajes anodinos y excesivamente analíticos y, cuando por fín se topa con un hallazgo interesante, lo arruina hasta volverlo incomprensible. El problema no es la idea sino la exposición de la misma, en donde el director Charlie McDowell nos demuestra que hay pocos tipos con el talento de Christopher Nolan sobre la Tierra… y él no es uno de ellos.

The Discovery es una especie de mezcla de Flatliners e Inception. Hay un genio científico (Robert Redford) que ha logrado demostrar (de manera “abrumadora”) que existe vida después de la muerte. Las pruebas son irrefutables… tanto que el director McDowell es incapaz de darnos siquiera una. Claro, lo único que detalla es que hay actividad subatómica en el cerebro después de la muerte (es como cuando dicen que un cuerpo, cuando muere, pesa 21 gramos menos), pero eso me parece una observación demasiado ínfima y estúpida como para probar que existe el mas allá – y, lo que es peor, que haya millones de idiotas en este mundo que se lo traguen y decidan suicidarse para ir al Edén o donde quede ese lugar final donde residen las almas -. No sólo es absurdo sino que, de haber mas pruebas y ser cierto, lo primero que haría el gobierno sería cerrar las instalaciones de Redford, obligarlo a punta de pistola a que diga que estaba equivocado y llevar el resto de las investigaciones en secreto para su propio beneficio (en otro típica teoría conspirativa). Pero acá no pasa nada de eso; no conocemos las pruebas, la gente cree ciegamente, el gobierno no interviene (¿quién es el presidente?¿John Galt?) y toda esa falta de lógica es tan abrumadora que la premisa de The Discovery sólo es plausible en una utopía. Al no poder vender de manera creíble el escenario donde transcurre su premisa The Discovery nace torpedeada desde el vamos y lo que queda es remontar esa cuesta.

La macana de todo esto es que el concepto en sí es interesante: ¿qué pasaría si la muerte dejara de ser algo a lo cual le temiéramos?. ¿Si es solo un umbral a otro tipo de existencia?. Es como si nos quitaran el piso donde estamos parados – hemos construido toda nuestra vida con la muerte como punto límite y base de nuestras creencias religiosas -, alterando profundamente nuestros puntos de vista. Lástima que The Discovery sólo se va en divagues y adorna la historia con simplicidades – como el tipo enfermo de cáncer terminal que se pone contento al conocer el diagnóstico porque cree que se ha ganado la lotería -. Para la película la palabra de Robert Redford es sagrada y, de pronto, millones de personas deciden matarse sin saber cómo es el mas allá, si es el Edén o el Infierno, si vas a estar solo como una ostra o cayendo en el limbo absoluto. Es un viaje a ciegas basado en un divague. En vez de toda esta estupidez, el director Charlie McDowell hubiera ganado credibilidad empezando por el medio: “Redford ha probado – en secreto – la existencia del mas allá y ahora está construyendo una máquina para grabar la experiencia y asentarla de manera irrefutable”. ¡Guau!. Eso es muchísimo mas lógico que toda la idiotez de los suicidios masivos basados en un chisme y sin que el gobierno detenga la ola de histeria.

Desde ya, The Discovery se vuelve mucho mas interesante cuando vamos a la construcción y prueba de la dichosa máquina. Porque la visión del mas allá es igual a la de la vida en la Tierra… sólo que con pequeños detalles inexactos. ¿Acaso se trata de la imaginación post mortem del occiso, de los deseos que hubiera querido concretar – llegar a tiempo al fallecimiento de un moribundo, salvar a alguien de un suicidio -… o simplemente se trata de una realidad alternativa?. Y, de ser así, significaría que el mas allá es sólo una versión diferente, mejorada, corregida de nuestra propia existencia.

Mientras que ello suena apasionante y parece sintonizar la filosofía budista de la reencarnación – nunca morimos, vamos por distintos estadios hasta convertirnos en seres mejores -, la lógica termina por demoler el argumento. Yo siempre combatí la idea de la reencarnación – sea en otras personas, o en otros seres vivos – simplemente por una cuestión matemática: hoy en día hay muchísimas mas personas y seres vivos (en billones) de lo que existía hace 2.000 años, ni que hablar de los comienzos del hombre. ¿De donde salieron las almas nuevas para comenzar el bucle de la reencarnación eterna?. Acá ocurre algo parecido: si en tu vida alternativa salvas a alguien de su suicidio, la vida de esa persona también es alterada… y hay un montón de consecuencias posteriores que son impredecibles. Si salvaste a una mujer joven en el mas allá (y era alguien que fallecía en la vida real), esa mujer tendrá hijos (que no tienen alma o reencarnación previa y que son nuevos participantes en este juego) y ellos alterarían el curso de la historia. Es algo parecido a las paradojas que siempre se debaten sobre los viajes en el tiempo, sólo que aquí tiene menos asidero.

Y, desde ya, está el horrendo final.(alerta spoilers) Oh, sí, está lleno de pretenciones – es regresar una y otra vez en el loop, muriendo en la segunda vida y regresando en la tercera para corregir el error, falleciendo de nuevo y volviendo una cuarta vez y así (corrige, repite, muere… ups!) – pero está presentado de manera torpe y confusa. Quizás todo lo que vimos hasta ese entonces de Jason Siegel no es mas que una de sus tantas vidas del mas allá, y lo que tiene es rezagos de recuerdos de vidas pasadas, lo que le indican lo que debe hacer. Salvar a Rooney Mara nunca funciona… hasta que dá con la causa que evitaría que ella se suicide en un futuro (o que llegue a la isla de su padre y sea asesinada accidentalmente por una de sus empleadas). (fin spoilers)

The Discovery es un filme interesante construido de manera mediocre. Hay grandes ideas pobremente ejecutadas, y la narración es lo suficientemente desprolija como para terminar de aturdirnos sobre el final. Las performances son pasables – quizás lo mejor es Rooney Mara, cínica y desaliñada -, pero nada compensa el hecho de que sea una experiencia frustrante, simplemente porque apunta muy alto y no está a la altura de colmar las expectativas creadas.