Crítica: Desde el Jardin (1979)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

Recomendación del EditorUSA, 1979: Peter Sellers (Chance / Chauncy Gardener), Shirley MacLaine (Eve Rand), Melvyn Douglas (Benjamin Rand), Richard Dysart (Dr Robert Allenby), Jack Warden (el Presidente), Dave Clennon (Thomas Franklin)

Director: Hal Ashby, Guión: Jerzy Kosinski, basado en su propia novela

Trama: Chance es un hombre extremadamente inocente. Durante toda su vida trabajó como jardinero en la casa de un potentado, y su único punto de contacto con el mundo ha sido la TV, la cual devora con ansiedad todos los días mientras ingiere sus alimentos. Pero ahora el potentado ha fallecido y Chance ha quedado desamparado, viéndose obligado a buscar un nuevo hogar y un nuevo trabajo. Forzado a salir de la mansión y enfrentar al mundo real – por primera vez en su vida -, Chance vaga por las calles hasta que termina por toparse accidentalmente con la esposa de un poderoso magnate de la industria, la cual no lo atropella de milagro. La mujer – preocupada por su salud y por la potencial demanda judicial que pueda hacerle – decide acobijar a Chance y lo lleva a su casa, en donde hay un vasto equipo médico instalado, el cual atiende diariamente a su moribundo esposo. La sorpresa es que la candidez de Chance termina por cautivar al magnate, el cual termina por presentárselo a su amigo de toda la vida: el Presidente de los Estados Unidos. Y éste resulta impresionado por las palabras de Chance, el cual utiliza todo el tiempo expresiones de jardinería… las que son tomadas como reflexiones de profundo significado. Súbitamente Chance se ha convertido en un referente para el gobierno norteamericano, y los servicios de inteligencia intentan por todos los medios rastrear su origen… convirtiendo a un hombre de razonamiento limitado en el próximo genio político que conducirá los futuros de la nación estadounidense.

Arlequín: Crítica: Desde el Jardin (1979)

Antes de Forrest Gump existió Desde el Jardín (o Estar Ahí, traducción textual de su título original en inglés). Como el filme de Tom Hanks, ésta es la historia de un idiota genio, un individuo de razonamiento corto y palabras inocentes que termina – por esas cosas del destino – jugando un papel vital en la historia de los Estados Unidos. Desde el Jardín era el proyecto soñado de Peter Sellers, uno que persiguió durante años y que sólo pudo concretar después de toneladas de taquilleras (y mediocres) secuelas de La Pantera Rosa. Sellers quería el reconocimiento de la crítica como actor de carácter y estaba convencido que Being There era el único medio de obtenerlo – uno puede ver detalles de esta historia en la excelente biopic Me Llamo Peter: La Vida y Obra de Peter Sellers -; lástima que su salud lo traicionó y terminó por fallecer justo antes de ver su nombre inscripto en la lista de nominaciones al Oscar de ese año (el cual lamentablemente perdió a manos de Dustin Hoffman y su Kramer vs Kramer).

Por supuesto, Desde el Jardín es una sátira. Tenemos a un individuo extremadamente inocente y algo retardado – Sellers, en la performance de su vida -, el que sólo sabe hablar de los cuidados del jardín y de los slogans que ha aprendido de la TV. Viéndose forzado a salir de la pecera en donde vivió toda su vida – posiblemente era el hijo ilegítimo del magnate que le daba empleo, comida y casa, y el cual lo mantuvo aislado durante toda su existencia -, debe salir y enfrentarse con el mundo real; pero, como suele suceder con los inocentes, éstos tienen un Dios aparte y pronto se topan con una oportunidad inesperada en su camino. En este caso, a Sellers le pisan un pié con una limusina, la cual pertenece a la esposa de un capitán de la industria y uno de los tipos más influyentes en la politica norteamericana en las últimas décadas. Este pez fuera del agua va a parar a la mansión del potentado y, haciéndose amigo de éste de manera involuntaria, pronto terminará por cautivar a toda la gente que lo rodea.

Pero la fórmula del éxito de Desde el Jardín reside en ver cómo el grueso de la gente – superficial, vanidosa, rimbobante, banalmente intelectual – empieza a tomar las palabras del personaje de Peter Sellers como si fueran metáforas de formidable sofisticación y profundo significado. La cultura no compra inteligencia, y eso es algo que aquí queda subrayado: ninguno de los personajes es un ignorante, todos pueden citar parrafadas de textos políticos y filosóficos y, aún así, son incapaces de entender que tienen a un ignorante de pensamiento limitado enfrente suyo. Por el contrario, Chance hace las veces de espejo de su propio narcisismo intelectual: son ellos quienes terminan las frases del jardinero, y quienes les ponen un significado vastamente diferente al que el pobre ignorante quiere dar. En definitiva, toda esta gente ha perdido la noción de la simpleza, y pretende re-elaborar hasta el paroxismo el significado de las cosas que son lisa y llanamente textuales. En todo caso Chance es una especie de musa ambulante, un individuo cuyas palabras disparan razonamientos y conclusiones – la mayor parte de las veces exageradas -. La gracia de todo reside en que esta gente comienza a promover social y políticamente a Chance, una medida de la cual el jardinero ni está enterado ya que vive en su propio estado de conciencia. Todos estos personajes están tan encerrados en sí mismos que lo único que hacen es proyectar sus deseos e irreales aspiraciones en un individuo que es tan simple y llano como una tabla rasa.

Quizás lo mas triste de todo esto, es que la sátira tiene tremendas connotaciones en el mundo real. A final de cuentas, si uno sigue de cerca los entretelones de Hollywood – por poner el ejemplo de una casta de gente rica y poderosa alejada del mundo tal cual conocemos -, verá que toda esa gente es fácilmente engañada por gurúes de todo tipo y color, individuos que pretenden ser dueños de la verdad y que se erigen como sabios capaces de darle un significado a sus existencias banales y vacías. ¿Cuántas iglesias falsas han reclutado a ignorantes con dinero?. ¿Cuántos estafadores disfrazados de profetas orientales han enrolado (y explotado) a millonarios aburridos y deprimidos?. Y hablamos de gente culta y poderosa, no de pobres que han crecido sin haber pisado siquiera una escuela en toda su vida. Lo que ocurre es que todos estos individuos viven enredados en sus propias existencias, envueltos en una dialéctica eterna que nunca terminan de resolver y la cual no los conduce a ningún lado; y sólo cuando se topan con alguien que parece acobijarlos y darles algunas respuestas, parecen haber encontrado el significado de su propia existencia. A veces la cultura sin inteligencia sólo sirve para inundar al individuo de preguntas, y la aparición de un extraño termina por proporcionar respuestas – muchas veces disparatadas, pero quizás son el reflejo de lo que nuestra mente quiere traducir -, tras lo cual abrazamos al extraño como si fuera la segunda reencarnación de nuestro Salvador. Es más que probable que el autor Jerzy Kosinski haya visto el accionar de esas masas de personas adineradas y patéticas, compradoras compulsivas de cualquier buzón que se les ponga enfrente y que parezca tener alguna respuesta sobre el vacío de sus propias vidas… el cual suele producirse por vivir sin trabajar (o sin un desgaste de energía productivo) y en un estadío de éxtasis pleno. Los placeres y las respuestas le llegan a uno como recompensa después de una vida de trabajo; pero si usted vive en la inoperancia extrema – pasando todo el tiempo en el spa, en las reuniones sociales, en los clubes de golf, etc -, obteniendo de manera constante y sin esfuerzo una cantidad ilimitada de placeres, éstos no sólo no lo dejarán satisfecho sino que se convertirán en el martirio de una vida carente de significado; usted ha dejado de percibir la realidad tal como es, y lo único que obtiene es el hastiamiento de los sentidos.

Por supuesto la imagen final de Desde el Jardín es la que le da un significado metafísico a toda la historia; Chance es un individuo tan inocente e impoluto que su existencia es poco menos que angelical. Cuando uno ve a Peter Sellers caminando sobre las aguas del lago, termina por comparar a Chance con una figura divina, y comprende que los giros del destino no han sido al azar. Su existencia tiene una razón de ser y es probable que su misión en la Tierra esté escrita por una entidad superior… misión que Chance (y el resto de nosotros) deberemos descubrir con el paso del tiempo.

Desde ya Desde el Jardín es una película superior. Las performances son notables – además de Peter Sellers, el otro que se lleva las palmas es Melvyn Douglas como el vetusto y moribundo millonario que apadrina presidentes y políticos -, y las situaciones son tremendamente graciosas. Chance opera como un extratrerrestre, un individuo que desconoce el funcionamiento de las cosas más mínimas y obvias y, por ello, sus observaciones siempre son frescas y diferentes – como cuando piensa que el ascensor es un cuartito en el que uno debe esperar unos minutos para llegar a algún lado -. Es en esos contrastes en donde Desde el Jardín brilla. Y debido a la prolijidad de toda su propuesta – que en ningún momento pierde la brújula ni la frescura – es que se transforma en un justo clásico, un filme de visión obligatoria para todos aquellos que amamos el buen cine.