Crítica: El Desafio de Hercules (1983)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA / Italia, 1983: Lou Ferrigno (Hercules), Ingrid Anderson (Casiopea), Mirella D’Angelo (Circe), William Berger (Rey Minos), Sybil Danning (Princesa Arianna), Brad Harris (Rey Augias)

Director: Luigi Cozzi, Guión: Luigi Cozzi

Trama: El capitán de la guardia imperial, Minos, ha decidido traicionar a su líder, el rey Augias, y ha asesinado a todos en palacio. El único que se salva milagrosamente es el hijo del rey, el pequeño Hercules, el cual es recogido y adoptado por una familia de campesinos. Pero Hercules es el favorito de los dioses, y por ello éstos le han dado una fuerza descomunal, incomparable a cualquier ser humano. Ahora Minos ha rastreado a Hercules y ha atacado a su nueva familia, matando a sus padres adoptivos. Furioso por el hallazgo, Hercules ha jurado venganza y se lanza tras los pasos del rey Minos, quien ha secuestrado a una joven para sacrificarla en el fuego del volcán que encierra la furia del Fénix, y cuyo baño de sangre sirve para renovar sus poderes mágicos. ¿Podrá Hercules llegar a tiempo para detener el sacrificio y evitar de ese modo que Minos se convierta en una fuerza imparable?.

El Desafio de Hercules (1983) Hay bolazos importantes y El Desafio de Hercules es uno de ellos. Es también una clara muestra del agotamiento creativo de la península itálica, que en los 60 había dado a luz artistas como Mario Bava, Sergio Leone o Dario Argento, pero que 20 años después apenas sobrevivía gracias a nauseabundos filmes de zombies, terribles comedietas sexuales, y copias de tercera mano de cuanto hit asomara en la taquilla norteamericana. Acá hay un intento de resucitar el Peplumel género de forzudos ambientados en la Grecia / Roma antigua, y que estuvo tan de moda en los 60 -, pero en la época post Star Wars. A algún chiflado se le ocurrió mezclar los géneros, y por eso todo lo que sigue es un descerebre de aquellos, en donde aparecen dioses y héroes griegos con sables laser y robots gigantescos.

Es un filme fascinantemente malo. Hay demasiados efectos especiales mediocres – pareciera que el técnico estuviera engolosinado con los efectos de luces y hay destellos cada 3 minutos del filme -, y las actuaciones son uniformente aterradoras. Lou Ferrigno (El Increíble Hulk!) es un completo incompetente frente a la pantalla – actúa con la convicción de un chico de 10 años, y a veces se queda mirando directamente a la cámara con una expresión totalmente tildada; lo único que le falta es que algún bromista le ponga sonido de grillos en la banda sonora -. Los decorados se mueven solos con el viento, y todo tiene un tufillo de superproducción hecha con dos pesos – hay demasiados decorados mal hechos y demasiados escenarios mal filmados -. Todo esto va complementado con un chifle total, en donde el auteur Luigi Cozzi se pasó la mitología griega por el filo de las nalgas, y decidió despacharse con una aventura totalmente anacrónica. Es posible que Cozzi haya visto Furia de Titanes (1981) y pensó que si Harryhausen podía meter un buho robot en su aventura griega, ¿por qué él no podría despacharse con una sarta de robots gigantes?. Lo peor de todo es que las criaturas stop motion son unos cascajos inmóviles que parecen armados con fichas Lego, y que sólo irradian patetismo.

Y aún con toda la sarta de atrocidades que afectan al filme, El Desafio de Hercules es compulsivamente mirable. Quizás sea el desafío morboso de ver con qué locura se despacha a continuación el director – como lanzar un oso al espacio y convertirlo en la constelación de la Osa Mayor, o volar por los cielos en un carro tirado por una piedra lanzada por Hercules (tsunami de wtf??!!) -, o será por verle los pectorales a medio elenco – desde Ferrigno hasta la pétrea Sybill Danning, eso sin contar a la transexual Eva Robin´s -; o ver cómo despedazó Cozzi a la épica griega – Dédalo ahora es una maga; Minos no es un hombre toro sino un rey humano; el Olimpo está en la luna; aparece la Atlantida mezclada en todo esto -. A su manera, el filme es movido y entretenido, y funciona mejor de lo que uno piensa.

El Desafio de Hercules es mal cine, pero del bueno (!). Es tan horrenda que entretiene siempre – de una forma u otra -, y tiene tantos vicios que es un placer verla. Y, lo que es peor, a la gente le gustó tanto que Cozzi tuvo oportunidad de despacharse con una secuela – Las Aventuras de Hercules – dos años más tarde.