Crítica: Day Watch: Guardianes del Dia (2006)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

Rusia, 2006: Konstantin Khabensky (Anton Gorodetsky), Mariya Poroshina (Sveta Nazarova), Galina Tyunina (Olga), Viktor Verzhbitzky (Zavulon), Vladimir Menshov (Boris Gesser), Zhanna Friske (Alicia), Aleksei Chadov (Kostya Sergeeivich), Dmitri Martynov (Yegor), Valeri Zolotukhin (Valery Sergeeivich), Irina Yakovleva (Galina Rogova), Nurzhuman Ikhtymbayev (Zoar)

Director: Timur Bekmambetov, Guión: Timur Bekmambetov, Sergei Lukyanenko & Alexander Talal, basado en la novela homónima de Sergei Lukyanenko

Trama: Desde hace miles de años que las fuerzas de la luz y la oscuridad han realizado una tregua, y se vigilan mutuamente, repartiéndose la custodia de la noche y el día respectivamente, y chequeando que los humanos no salgan lastimados. Anton es un ser de la luz que se encuentra adiestrando a la recién llegada Sveta – la que posee condiciones para ser una poderosa hechicera -, cuando divisan un crimen cometido por un ser de la oscuridad en plena noche. El problema es que el infractor de la tregua resulta ser el Yegor, el hijo de Anton. Si bien éste intenta permancer ajeno a la investigación, las pruebas contra Yegor desaparecen y se cometen un par de homicidios en lugares frecuentados por Anton. Perseguido por las fuerzas de la luz y de la oscuridad además de los inquisidores – quienes mantienen el equilibrio de la tregua -, Anton intentará descubrir quién es el causante de la conspiración que lo involucra. Y al parecer todo tiene que ver con un artefacto mágico conocido como “la tiza del destino”, la que cumple los deseos de una persona cuando éste los escribe.

Day Watch: Guardianes del Dia En el 2004 Timur Bekmambetov tomó al mundo por asalto con su impresionante Night Watch – Guardianes de la Noche. La esencia del relato no era un prodigio de originalidad – a final de cuentas, desde hace siglos que escuchamos de guerras secretas entre el bien y el mal -, pero el libro de Sergei Lukyanenko le daba un enorme grado de complejidad, y a esto se le sumaba la parafernalia visual que Bekmambetov desplegaba en pantalla. Night Watch se convirtió en el filme más taquillero de la historia en Rusia y rápidamente se volvió objeto de culto en Occidente. La Fox, oliendo el talento del director ruso, le otorgó unos millones para financiar una secuela mejor producida. El resultado final, Day Watch: Guardianes del Dia, es un circo delirante mucho más pulido en lo visual, aunque la historia termina por resentirse en su coherencia.

Si a usted le gustó Wanted – Se Busca tanto como a mí, seguramente tendrá un orgasmo al ver Day Watch. Mientras que el cine de Hollywood sigue ciertos lineamientos más tradicionales en cuanto a intercalar acción con piezas de exposición que avanzan la historia, aquí Bekmambetov tiene las manos libres para hacer lo que se le plazca y dispara toda la imaginería visual – que en Wanted estaba más restringida – a la enésima potencia. El ruso tiene un particular sentido de la dirección y que parece basarse en series de tres etapas: cinco minutos de desorientación (aparecen personajes u ocurren hechos de manera inexplicable); cinco minutos de exposición (en donde frena la velocidad del relato y la audiencia tiene una idea mínima de por qué pasó lo que pasó) y cinco minutos de descerebre visual, en donde los personajes realizan proezas físicas imposibles. Si uno atiende seriamente la historia, se da cuenta que hay huecos enormes de lógica y posiblemente haya un montón de datos que a uno se les escape – nunca se termina de entender cabalmente la trama -, pero Bekmambetov sabe parar la pelota como para que la gente, al menos, “sospeche” de qué va la historia.

Hecho esto, llega la parte visualmente orgásmica. Si motos corriendo sobre edificios le parecieron originales en Ghost Rider y Ultravioleta, esperen a ver lo que hace Bekmambetov con un convertible rojo a toda velocidad y a 90 grados del piso sobre las paredes de un enorme hotel; lluvias de enormes balines que acribillan ciudades enteras y parten edificios en dos; ruedas gigantes de parque de diversiones rodando por las calles y pisando gente; tipos armados con cables de la luz, que utilizan como latigos y parten al medio decenas de autos; y así una infinidad de truculencias demenciales que sólo Bekmambetov puede armar. Al ver Day Watch, uno no deja de considerarla como la versión 3.0 (ya ni siquiera es la 2.0) de Wanted; hay escenas similares pero mucho más espectaculares en todo sentido de la palabra.

El tema con Day Watch: Guardianes del Día es que toda la subtrama de la Tiza del Destino está pegada con saliva. Resulta obvio que la tregua entre la luz y la oscuridad va a estallar por los aires, y que se va a desatar una guerra de proporciones épicas, pero al autor Seguei Lukyanenko no se le ocurrió mejor forma de equilibrar (o poner un punto final) al relato que metiendo un Deus Ex Machina demasiado obvio. Anton se obsesiona con el artefacto de manera inexplicable; y ni siquiera el objetivo final de la conspiración es realmente la tiza sino apropiarse de los poderes de un hechicero demasiado poderoso. Pero aún con su lógica traída de los pelos, Day Watch es un espectáculo visualmente memorable. Los personajes son divertidos y tienen su carisma, lo que realza el show, pero el dueño de la escena es el director Timur Bekmambetov. Es gracias a su delirio que el filme supera por varios cuerpos la calidad de la película promedio que se podría haber obtenido en base a una historia así.

GUARDIANES DE LA NOCHE

La saga de Guardianes de la Noche se compone de: Night Watch, Guardianes de la Noche (2004) y Day Watch, Guardianes del Día (2006). Hay una tercera parte en carpeta, títulada Twilight Watch / Dusk Watch, pero aún sin fecha cierta.