Crítica: La Oscuridad (The Dark) (1979)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA, 1979: William Devane (Roy Warner / Steve Dupree), Richard Jaeckel (Dave Mooney), Cathy Lee Crosby (Zoe Owens), Biff Elliott (Resler), Jacqueline Hyde (De Resney), Keenan Wynn (Sherman Ross), Warren Kemmerling (Capitán Speer)

Director: John ‘Bud’ Cardos, Guión: Stanford Whitmore

Trama: Los habitantes de la ciudad de Los Angeles se ven acosados por un asesino serial, el cual tiene por costumbre destrozar a sus víctimas y arrancarles la cabeza. El escritor Steve Dupree – un antiguo ex-convicto que ha hecho fortuna gracias a sus obras de ciencia ficción – ha perdido a su hija en uno de los ataques. Desesperado, ha comenzado una frenética búsqueda de pistas que lo lleven hasta el homicida, pero lo único que encuentra es la feroz resistencia de la policía, quienes piensan que él mismo es uno de los principales sospechosos. Sin embargo Dupree logra dar con el paradero de De Resney, una misteriosa medium que dice poder anticipar quiénes serán las próximas victimas del asesino; pero grande será su sorpresa cuando, al toparse con el homicida, descubra que se trata de una criatura del espacio exterior, la cual es tan insaciable como imparable. Con la ayuda de las fuerzas policiales Dupree intentará emboscar al ser, pero su ferocidad es tal que el intento sólo puede devenir en una segura carnicería.

La Oscuridad Parafraseando al slogan publicitario de la serie Seinfeld, uno podría decir que La Oscuridad es una película acerca de nada. No ocurre nada interesante, no hay nada de desarrollo, los personajes son unos pascuatos que hablan obviedades y hasta la cacería de la criatura asesina es un hecho tan fortuito y accidental que ocurre en los cinco minutos finales. No hay investigación, el asesino no tiene identidad oculta y – si bien es un extraterrestre – jamás sabemos por qué vino a La Tierra o porque mata a quienes mata y/o por qué lo hace de una manera tan sangrienta. Es un filme recargado de clichés, inundado de cosas anodinas e infinitamente aburrido. Honestamente no entiendo como alguien, en su sano juicio, podría pretender obtener algo potable con un libreto tan pero tan estúpido.

En sí, La Oscuridad amenaza con parecerse a un capítulo de la sensacional serie de culto Kolchak, The Night Stalker (la de los años 70, no ese vómito moderno con Stuart Townsend). Algo sobrenatural irrumpe en la crónica policial y pronto tanto las autoridades como un intrépido reportero (en este caso una periodista, encarnada por la apetecible Cathy Lee Crosby) se ponen a investigar. A ellos se suma el padre de una de las víctimas, el que resulta ser un ex convicto devenido en autor de éxito y el cual empieza a llevarse a las patadas con los investigadores del caso. Oh, sí, la cosa pinta interesante ya que el asesino es una criatura sobrenatural que revienta a las víctimas con sus garras y después las decapita – eso es lo que dice el forense, lo que dicen los policías y hasta lo que dice la prensa -. Lo que nadie le dijo al resto del cast es que, en la post producción, decidieron cambiar al antiguo monstruo – un verdugo de la Guerra Civil devenido en zombie, el cual le cortaba la cabeza a sus victimas con el hacha que usaba en sus ejecuciones -, y lo trocaron por un tipo con cara gris y que lanza rayos por los ojos (en un fútil intento de prenderse a la moda de extraterrestres asesinos disparada por Alien en aquella época). Todo esto da lugar a una serie de bizarras contradicciones en donde las autoridades insisten en analizar los cuerpos de las víctimas… aunque en los ataques que muestra la película queda en evidencia que el bicho los vuela en pedacitos usando sus rayos laser oculares. Considerando lo mala que es la película, ¿qué le hace una mancha más al tigre?

Pero ese es el menor problema de La Oscuridad. El drama es que la trama es genérica y llena de obviedades. Por ejemplo, tomemos al policía facistoide de Richard Jaeckel, el cual gusta de bardear a los familiares de las víctimas, a los testigos, a su compañero e incluso a su propio jefe, y no investiga nada, solo se deshace en excusas e insultos. Y si Jaeckel es inefectivo, tanto la periodista como el padre de una de las victimas le van en saga. Sólo piensan en encamotarse mutuamente y bobean todo el tiempo sin hallar siquiera la más minima pista. Es que, si uno quita las secuencias de efectos especiales, podría ver que La Oscuridad bien podría funcionar como un thriller standard con un asesino serial común y corriente. El guión es tan vago que es incapaz de hilar cualquier tipo de mínima trama o investigación y sólo se entretiene haciendo que los personajes se peleen mutuamente, creando un estúpido y obvio Deus Ex Machina como el de introducir a una medium -, el cual sirve para saber a último minuto dónde va a atacar la criatura.

No hay nada que redima a La Oscuridad. No es que la odie; simplemente es soberanamente aburrida y obvia. Es una combinación de tiempo y esfuerzo quemados por un libretista perezoso, el cual vomitó una historia tan torpe como lineal y decidió abrocharla en los cinco minutos finales, una simpleza que termina por arruinar tanto el emprendimiento como la paciencia del espectador.