Crítica: Dark House / Haunted (2013)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA, 2013: Luke Kleintank (Nick Di Santo), Alex McKenna (Eve), Anthony Rey Perez (Ryan), Zack Ward (Chris McCulluch), Lacey Anzelc (Lillith), Tobin Bell (Seth)

Director: Victor Salva, Guión: Victor Salva & Charles Agron

Trama: Hace años que el joven Nick Di Santo vive atormentado por conocer la identidad de su padre. Constantemente visita a su madre – internada en un siquiátrico desde hace 15 años – para preguntarle una y otra vez sobre el tema. Pero ahora su madre ha perecido en misteriosas circunstancias y le ha legado una extraña casa – conocida como la mansión Madera Quemada – cuyo paradero es desconocido; y es que la casa fue arrasada por una inundación hace cerca de 20 años, razón por la cual sólo ha quedado el terreno. Pero las fotos existentes demuestran que Madera Quemada es la casa que Nick ha estado dibujando desde que era pequeño, un misterio grabado en su subconciente y el cual debe resolver a toda costa. Lo curioso es que los lugareños hablan de la mansión como si fuera una casa fantasma… como si Madera Quemada hubiera sido arrancada por las aguas y hubiera sido desplazada a una locación desconocida en donde permanece intacta y a la espera de su dueño. Y ahora Nick y sus amigos han terminado de rastrear todo el condado y han dado con la mansión… la cual parece albergar en su interior un misterio de origen sobrenatural… y relacionado con la identidad del padre de Nick.

Dark House (2013) Hace rato que uno le ha perdido el rastro a Victor Salva, el auteur detrás de la deliciosa Jeepers Creepers y su secuela. En un momento Salva amenazaba con ser la nueva esperanza del cine de terror, pero pronto las expectativas terminaron de diluirse tras rodar un par de dramas de bajo perfil, y permanecer ignorado por la crítica durante todos estos años. Ahora Salva ha regresado al género de terror con Dark House, un filme que resulta tan ambicioso como fallido; y es que Dark House comprime material suficiente como para generar cinco o seis filmes, lo cual termina por ahogar a la trama debido a la superposición y abundancia de temas. Es una lástima, considerando que algunos de sus puntos son realmente interesantes y que el filme tiene algún que otro momento inspirado.

Los primeros minutos de Dark House se alternan entre blandos y fallidos. Vemos a un muchacho visitar a su madre internada en un siquiátrico – Lesley-Anne Down, otrora belleza de los 70 y que ahora luce deforme por las cirugías y el botox -, e interrogarla sobre la identidad de su padre. Como la mujer sólo le responde con evasivas, el pibe se marcha y la loca se pone a hablar con alguien que la ha estado observando desde un ducto de ventilación. Mientras que uno supone que a la vieja le faltan varios jugadores, la confirmación de que “eso” que está allí es real y maligno llega segundos mas tarde cuando el ente decide escupirle una bocanada de fuego y la rostiza en su propio cuarto en cuestión de unos instantes. La primera sensación que se me ocurre es la de estar viendo algún tipo de clon de No le Tengas Miedo a la Oscuridad ésa con los pequeños demonios que moran en los rincones más oscuros de la casa -; lástima que el filme decide no detenerse allí y empieza a despachar fruta cada vez mas grande y en mayor cantidad. Que el chico puede percibir con el tacto cómo va a morir la gente que lo rodea; que al morir su madre le deja en herencia una casa con fama de maldita; de que la casa es una especie de entidad fantasmal errante, ya que una inundación la arrancó de su sitio original y varios vecinos dicen haberla visto en numerosos lugares distintos a la vera de un antiguo río desecado; que la casa parece haber detenido su migración al empotrarse contra un antiquísimo árbol en donde se ahorcaba la gente; de que ahora la casa está habitada por un geronte con pinta de hippie viejo – Tobin Bell, intentando conseguirse otra franquicia después de Saw, el Juego del Miedo -, el que habla con acertijos y se la pasa amenazando al protagonista y a sus amigos; que éstos salen corriendo al ser perseguidos por unos engendros que usan hachas y parecen ser los ahorcados revividos; que resulta que los tipos que ayudan al protagonista son demonios encubiertos; y que todo esto termina siendo una encubierta batalla entre el bien y el mal, en donde la casa resulta ser una especie de puerta al infierno. Oh, si, todo esto es un licuado excedido de datos y detalles, y con el tiempo cada información que agrega el guión termina por ir diluyendo la escasa credibilidad de éste. Digo: ¿qué utilidad tiene que el protagonista vea las muertes de las personas? ¿para qué cacso meter el tema de las criaturas de los ductos? ¿qué tiene que ver el árbol de los ahorcados?. Da la impresión de que todo esto es un pastiche de temas que parecían interesantes, que nunca terminaron de desarrollarlos como corresponde y que, cuando se aburrían de tocar un tema, pasaban al siguiente sin demasiados miramientos. El final es inconsistente e insatisfactorio, aunque ya para esa altura a uno le importa poco y nada lo que le ocurra a la gente que se la pasa corriendo y gritando en la pantalla.

Ciertamente en Dark House hay algún que otro momento interesante. Cuando vienen por el bosque las hordas de tipos con hachas – surgiendo del medio de las tinieblas – da miedo, y el momento en que el grupo principal regresa al pueblo y piensan que está vacio – cuando en realidad vemos que están rodeados de gente que no los ven – es inquietante, como si hubiera salido de un buen capítulo de La Dimensión Desconocida. El problema es que tantas ocurrencias terminan siendo incongruentes entre sí, y hubiera sido mejor podar la mayoría para obtener una línea argumental mas limpia y clara. Si todo esto trata sobre ángeles y demonios peleando en un escenario fantástico, ¿por qué meterle tantos adornos?.

Dark House es demasiado dispar como para resultar recomendable. Tiene algún que otro momento, y hay instantes en donde parece salirse de la vaina con alguna genialidad, pero todo queda en tentativas y termina siendo frustrante. Desde ya que es inusual – un dato que es de agradecer -, pero le falta pulido y nunca termina de generar el impacto que debiera. Es una macana que Victor Salva no haya podido manipular el guión – todo esto pinta ser el capricho de un hombre rico, Charles Argron, quien escribe, produce y toma para sí uno de los papeles -, careciendo del control creativo que la historia precisaba. En todo caso es un disparate plagado en exceso de ideas originales, ninguna de las cuales termina por cuajar como corresponde.