Crítica: El Callejon del Infierno (Damnation Alley) (1977)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA, 1977: Jan-Michael Vincent (Jake Tanner), George Peppard (Mayor Eugene Denton), Dominique Sanda (Janice), Paul Winfield (Keegan), Jackie Earl Harley (Billy)

Director: Jack Smight, Guión: Lukas Heller & Alan Sharp, basados en la novela de Roger Zelazny

Trama: Una masiva guerra nuclear ha reducido el mundo a cenizas. Entre los pocos sobrevivientes que quedan en el planeta figuran Eugene Denton y Jake Tanner, dos militares apostados en uno de los silos misilisticos responsables del contraataque atómico que ha exterminado a la mayoría de la humanidad. Ahora Denton y Tanner han construido un vehículo de exploración y se aprestan a reunirse con otras comunidades de sobrevivientes; pero el viaje es largo y peligroso, teniendo en cuenta la aparición de mutaciones provocadas por la radiación, y la existencia de forajidos dispuestos a todo con tal de apoderarse del vehículo. La muerte asola en cada milla y sólo depende del valor y la inventiva de los exploradores para poder salir adelante con vida, intentando cumplir una misión cuya probabilidad de éxito es tan frágil como escasa.

Jan-Michael Vincent muestra su tutú nuevo en Damnation Alley (1977) Jan-Michael Vincent muestra su tutú nuevo en Damnation Alley (1977)

Damnation Alley Hace rato largo que no veo un filme tan incompetente como Damnation Alley. Personajes inexistentes, actores de piedra, historia hueca y efectos especiales abominables. Es indescriptible la sensación de futilidad: los personajes principales han sido responsables de lanzar algunas de las miles de ojivas nucleares culpables del apocalipsis… pero ninguno de ellos posee algún mínimo remordimiento de conciencia por lo ocurrido. Los sucesos se suceden de manera aleatoria y las aventuras con las que se topan en el camino son el colmo de lo desabrido. Hacer una pira con los millones que gastaron en este filme hubiera resultado seguramente en un espectáculo mas divertido de lo que terminaron rodando George Peppard & cía.

He aquí otra prueba patente de cómo Hollywood arruina las cosas. La novela original de Roger Zelazny también transcurría en un futuro postapocalíptico, pero era muy diferente del engendro que quedó plasmado en la pantalla. Los sobrevivientes a una masiva guerra nuclear quedaban organizados en una serie de estados paramililitares y ahora el gobierno de uno de ellos requiere alcanzar una serie de vacunas a una ciudad situada en medio del desierto y flagelada por un virus mutante que amenaza con liquidar a toda su población. Para ello reclutan a la fuerza a un asesino – al estilo de Fuga de Nueva York -, ofreciéndole el perdón a cambio de llevar los medicamentos a la ciudad… ubicada en la zona mas tempestuosa de la nueva geografía de Norteamérica, el dichoso “corredor de la muerte”, el cual es castigado permanentemente por vientos huracanados de cientos de kilómetros por hora.

El cómo dicha aventura excitante fue convertida en este pedazo de bosta hueco, es una incógnita imposible de resolver. Estos tipos hablan bobadas, George Peppard se la pasa gritando, ocurren accidentes idiotas (como la explosión en el silo atómico que mata a todo el personal: ¿a quién sele ocurre poner un gigantesco depósito de gas al lado de un lugar en donde lanzan misiles intercontinentales?), los sobrevivientes se trepan a un impresionante vehículo (la camioneta de Brigada A!) que George Peppard estuvo armando en sus ratos libres – que dicho sea de paso, es lo mejor del filme -, y les pasan montones de aventuras idiotas, sea toparse con cucarachas asesinas (!), escorpiones gigantes o campesinos alzados que quieren torearse a la chica y el pibe que recogieron por el camino. Dato para la trivia: el chico resulta ser Jackie Earle Harley, siglos antes ponerse la máscara de Rorschach y masacrar criminales en Watchmen. Si, ya en esa epoca era fiero…

Los (d)efectos especiales merecen una mención aparte. Las pinturas matte no coinciden, los objetos cambian de color todo el tiempo, y hay un efecto constante de sicodélicas auroras boreales en el cielo, el cual la mitad del tiempo se ve ok y el resto del tiempo es un bodrio borroso. Incluso hay miniaturas patéticas como cuando el vehiculo todo terreno queda flotando en una inundación (surgida de quién sabe dónde en medio del desierto), el cual se ve como un juguetito de plástico plateado.

Decir que es anticlimático el final no es agregar nada nuevo a los horrores que contiene el filme. No hay nada potable, emocionante o novedoso en Damnation Alley, mérito mínimo siquiera para redimirla de su mediocridad, la cual brota por todos sus poros hasta el punto de sofocar al espectador.