Crítica: El Cuervo (1994)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA, 1994: Brandon Lee (Eric Draven), Ernie Hudson (Albrecht), Michael Wincott (Top Dollar), Rochelle Davis (Sarah), Tony Todd (Grange), Bai Ling (Myca), Jon Polito (Gideon), David Patrick Kelly (T-Bird), Lawrence Mason (Tin-Tin), Michael Massee (Funboy),

Director: Alex Proyas, Guión: David J. Schow & John Shirley, basados en la novela gráfica de James O’Barr

Trama: Eric Draven es un músico de rock que vive apaciblemente en compañía de su novia Shelly. Sin embargo, en vísperas del 30 de Octubre – la llamada “Noche del Demonio” – son atacados por una pandilla, quienes matan a Eric y torturan y violan a Shelly hasta dejarla al borde de la muerte. Ahora ha pasado un año y un misterioso cuervo – poseedor de poderes sobrenaturales – se ha posado en la tumba de Eric. Como guardian entre la vida y la muerte, el cuervo revive a Eric, quien pronto asume una identidad enmascarada y se dedica a rastrear a cada uno de sus agresores… sobre los cuales desatará una venganza tan violenta como indetenible.

El Cuervo El Cuervo se basa en la novela gráfica de culto escrita por James O´Barr en 1989 para la editorial independiente Caliber Comics. La tira se convirtió en un suceso y pronto llamó la atención de Hollywood, quienes adquirieron los derechos para llevarla al cine. Al mando del proyecto pusieron a Alex Proyas, el cual se desempeñaba en aquel entonces como director de videoclips y cuya única experiencia previa en el cine había sido Spirits of the Air, Gremlins of the Clouds (1989), un filme de ciencia ficción que obtuvo buena crítica pero escasa distribución. Proyas haría de El Cuervo un filme impresionante, obteniendo un gran prestigio que terminaría de refrendar con ese opus del cine fantástico que es Dark City (1998); y aunque la obra posterior de Proyas no está a la altura de sus títulos de la década del 90 – como es el caso Yo, Robot o Knowing -, sin dudas es un cineasta inteligente para seguir bien de cerca.

Pero buena parte del éxito comercial de El Cuervo se debe a su leyenda negra; al hecho de que su protagonista Brandon Lee – hijo del ícono de las artes marciales Bruce Lee – muriera en el set en un accidente de características muy particulares. En una de las escenas que le tocaba protagonizar con Michael Massee, utilizaron un revólver Magnum 44 armado con balas que tenían los proyectiles pero no pólvora – con la idea de que la cámara tomara un primerísimo plano del arma y se vieran las puntas sobresaliendo del barril, tal como ocurriría con un arma cargada con balas de verdad -. El problema es que las balas no habían sido preparadas como corresponde – algo de fulminante había quedado en su interior -, razón por la cual hubo una imperceptible detonación que trabó un proyectil de plomo en el cañón del arma. Mientras que nadie en el set – ni siquiera los encargados de utilería que chequeaban las armas – se dió cuenta del detalle, al otro día decidieron utilizar tal como estaba la Magnum, sólo que esta vez le pusieron balas de fogueo – casquillos sin proyectil de plomo, pero recargados de hasta un 400% más de polvora que las balas comunes, ya que la idea es hacer un fogonazo impresionante -. La explosión de la bala de fogueo impulsó el proyectil trancado en el cañón, el cual salió disparado como si se tratara de una bala real, y terminó por darle al actor en el pecho, pereciendo en el hospital horas después del accidente. Pronto sobrevino una debacle de insospechadas proporciones, con estudios y creativos renunciando a proseguir con el filme, juicios millonarios por parte de la madre de Brandon (y esposa de su padre Bruce), emparches de último momento – que incluyeron retoques del libreto, la utilización de dobles y la inserción digital de Lee en tomas que faltaban hacer, a partir de imágenes que tomaron de secuencias de descarte -, y el relanzamiento del filme en manos de otro distribuidor diez meses después de haber ocurrido el accidente. La macana de todo esto es que El Cuervo hubiera significado a Brandon Lee su ascenso al estrellato; protagonista habitual de filmes serie B, el papel de Eric Draven era sin lugar a dudas su puerta a la fama y a la popularidad; pero tal como pasó con su padre Bruce, fallecieron en su momento de mayor gloria artística. Tanto por las cualidades cinematográficas del filme, por el morbo o por el homenaje al actor desaparecido, lo cierto es que El Cuervo se convirtió en un éxito de taquilla y, más tarde, en un clásico de culto.

Pero si uno analiza objetivamente a El Cuervo, verá que el triunfo del filme le pertenece exclusivamente a Proyas. Es su concepción visual y el notable clima que crea lo que hacen que la cinta sea realmente efectiva. La performance de Brandon Lee es correcta, pero él era un artista marcial, no un intérprete de amplio rango, y hay momentos en que esa carencia se nota. A veces su voz suena demasiado blanda, y no siempre logra transmitir la desesperación de su condición – a final de cuentas, él ha regresado a la Tierra para enterarse que lo ha perdido todo y que debe exterminar a sus asesinos -. Pongan a alguien menos acróbata y mejor actor – ¿Heath Ledger? – y los resultados del papel hubieran sido superiores.

Precisamente tomando como referencia a Ledger – otro que tuvo un trágico final al momento de tomar su papel más memorable – es que uno empieza a comparar El Cuervo en el contexto del género de superhéroes – y fundamentalmente con Batman -. A final de cuentas El Cuervo se siente como un filme protagonizado por una versión heroica del Joker: están los remates cínicos, las muertes brutales, la venganza despiadada, el escenario gótico. Incluso me animaría a decir que el filme ha resultado influencial en buena parte de la concepción de Batman, el Caballero de la Noche: basta ver la llegada de Heath Ledger a la reunión de mafiosos liderada por Eric Roberts y verá que tiene pasajes idénticos a la irrupción de Brandon Lee en el mitin organizado por Michael Wincott. Incluso uno se anima a decirle “bonito traje”, tal como le ocurría a Ledger en el filme de Christopher Nolan.

El Cuervo es efectiva por muchas razones. El héroe es una imparable máquina de matar; el villano es efectivo y tiene un puñado de grandes líneas; hay un clima sobrenatural muy logrado; la acción es brutal, y la sensación de satisfacción es inmensa. Por contra, la película tiene una pequeña cuota de desprolijidades, como la exagerada pandilla de idiotas liderada por David Patrick Kelly – un tipo que se ha dado maña en arruinar cada uno de los roles que ha hecho, comenzando por Commando (1985); ¿a quién se le ocurrió que retratar a los matones como fiesteros gritones los hace realmente intimidantes? -, las providenciales intervenciones del personaje encarnado por Ernie Hudson cada vez que las papas queman, o la falta de un objetivo coherente para el plan del villano – que sólo sale los meses de octubre de cada año para quemar cosas…¿sólo por el gusto de quemar?. Ahh!. “Lo importante es mandar el mensaje… de que todo puede arder!” -. Por lo demás, El Cuervo es impecable e inspirada. Lástima que el éxito del filme sólo serviría de excusa para despacharse con una larga e insípida lista de secuelas y versiones televisivas, ninguna de las cuales le harían justicia a la inspirada visión de Proyas. Pero esa ya es otra historia triste de la cual hablaremos en otro momento.