Crítica: La Cuenta Regresiva (El Final de la Cuenta Atrás) (The Final Countdown) (1980)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA, 1980: Kirk Douglas (Capitan Matthew Yelland), Martin Sheen (Warren Lasky), James Farentino (Comandante Richard Owens), Charles Durning (Senador Charles Chapman), Katharine Ross (Laurel Scott)

Director: Don Taylor, Guión: David Ambrose, Gerry Davis, Thomas Hunter & Peter Powell, Musica – John Scott

Trama: El U.S.S. Nimitz parte en ejercicio de entrenamiento desde las costas de Hawaii. Pero una extraña tormenta los alcanza mientras se encuentran en maniobras de recuperar todos los aviones en vuelo. Las comunicaciones se alteran y las únicas señales que reciben son emisiones de radio de 1941. Enviando aviones de reconocimiento y recabando diversas pruebas, el Capitan Yelland llega a la conclusión que han sido transportados en el tiempo y se encuentran en vísperas del ataque japonés a Pearl Harbor el 5 de diciembre de 1941. Ahora Yelland deberá sopesar entre intentar regresar a la época actual, o ir al choque con las fuerzas japonesas y alterar el curso de la historia.

La Cuenta Regresiva Los filmes de viajes en el tiempo no son algo que me apasionen. Será el mal recuerdo que a uno le queda de El Tunel del Tiempo (la serie de TV de Irwin Allen), que siempre despiden cierto tufillo a reciclado de filmes de stock (movilizaciones de tropas romanas, documentales de la segunda guerra, etc.; nunca material original), y que en general nunca terminan de realizar apuestas arriesgadas desde el punto de vista intelectual.

Y La Cuenta Regresiva es otro flagrante ejemplo de lo mismo. Uno piensa que no es otro de los capitulos clonados de la mítica serie de TV La Dimensión Desconocida, sólo con mejor presupuesto y numerosas tomas de aviones y barcos de guerra modernos. Acá la premisa es simple y está bastante bien construída: experimentemos con una teoría loca; ¿qué pasaría si una fuerza militar moderna apareciera 50 años atrás y pudiera cambiar el rumbo de la historia?

El problema del film es que va encadenando toda una serie de hechos de modo de crear una escalada de expectativas que, a último momento, termina por desarmarse. Es un coito interruptus cinematográfico. En general los escenarios que se plantean los viajes en el tiempo son dos: viajar al futuro (que es una excusa para una aventura de ciencia ficción standard, con mundos devastados y nuevas razas como La Maquina del Tiempo), o bien viajar al pasado y descubrir que el curso de la historia no se puede cambiar. Bah, en realidad se puede, pero casi ningún director ha desarrollado un proyecto decente sobre el tema, con la excepción de la trilogía Volver al Futuro.

En realidad la aparición de tecnología moderna en el pasado se relaciona con la llamada paradoja Newton, donde la incursión de un nuevo elemento determina futuros alternativos. Como en la novela de Len Deighton SS-GB, donde los nazis han invadido Inglaterra, por ejemplo. Mientras que la paradoja Newton es imaginar ¿Qué hubiera pasado si…?, los viajes al pasado son la excusa para justificar dichas teorías. Acá podría plantearse si la presencia del portaviones atómico Nimitz en 1941 hubiera sido decisiva, no sólo para vencer a la flota japonesa en Pearl Harbor, sino incluso para ganar toda la guerra y proveer un mundo absolutamente distinto. Mientras que en el cine este tipo de apuestas terminan con argumentos tímidos o cobardes (como aquí, que inexplicablemente reaparece la tormenta que transportó al navío al pasado junto en el momento que están por irse a los bifes), en el mundo del comic el desenlace hubiera sido radicalmente distinto. Imaginando, p.ej. a Alan Moore (de V de Vendetta y Watchmen) a cargo de un argumento similar, el Nimitz hubiera arrasado a las potencias del eje, la tecnología volvería a USA una superpotencia nuclear y tecnológica incomparable, y Yelland bien podría instaurarse como dictador en Estados Unidos con semejante poder de su navío. Vale decir, las posibilidades del argumento eran tan enormes y fascinantes que uno no puede dejar de sentir una enorme frustración (y rabia) cuando el libreto decide irse al mazo y replegar todos los artilugios que venía construyendo. Como dice Richard Scheib en su website, es un acto de enorme cobardía cinematográfica.

El film está bien, tiene buen ritmo y unas excelentes tomas aéreas. Por supuesto recicla escenas de Tora! Tora! Tora!, pero muy pocas. Los personajes son títeres de los guionistas para plantear las alternativas posibles – el rescate del posible vicepresidente de Roosvelt, que a la muerte de este, llegaría al poder en lugar de Harry S. Truman; la teoría de Martin Sheen de si él asesinara a su abuelo… cómo podría él viajar desde el futuro si nunca existió -, y la escalada de suspenso está ok. Don Taylor (Escape del Planeta de los Simios) dirige correctamente. Lástima que los guionistas son cobardes y no se animaron a explorar la riqueza de posibilidades que planteaba el tema, pasando a ser una película correcta en vez de haber sido un formidable clásico.