Crítica: La Cruz de Hierro (Cross of Iron) (1977)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

GB / Alemania, 1977: James Coburn (sargento Steiner), Maximilian Schell (capitan Stransky), James Mason (coronel Brandt), David Warner (capitan Kiesel), Roger Fritz (teniente Triebig), Igor Galo (teniente Meyer)

Director: Sam Peckinpah, Guión: Julius J. Epstein, James Hamilton y Walter Kelley sobre la novela The Willing Flesh de Willi Heinrich, Musica – Ernest Gold

Trama: Campamento alemán en el frente ruso, 1943. La sucesión de derrotas parece interminable para las fuerzas de la Whermacht. Al frente ha llegado el ambicioso capitán Stransky, quien ha pedido el traslado personalmente desde la pacifica Francia ocupada. El propósito de Stransky es obtener a toda costa la Cruz de Hierro para honrar la tradición militar de su apellido prusiano. Pero Stransky queda a cargo del sargento Steiner, una figura tanto mítica como problemática de las fuerzas alemanas. En un ataque ruso a la trinchera, el teniente Meyer se hace cargo de una contraofensiva que logra frenar a las fuerzas soviéticas, pero perece en el intento. Y Stransky se apodera de los honores que corresponden a semejante acción heroica. Extrosionando al teniente Triebig para que firme un testimonio, sólo falta la firma de Steiner como testigo para que Stransky reciba la Cruz de Hierro; pero ante la negativa de Steiner, el ambicioso capitán terminará por tenderle una trampa, dejando al sargento y su tropa desprotegidos tras las líneas enemigas.

La Cruz de Hierro Este es uno de los últimos filmes del mítico Sam Peckinpah. Peckinpah era un artesano especializado en westerns que obtuvo fama internacional con el clásico La Pandilla Salvaje (1969), y seguiría con una seguidilla de filmes memorables como Los Perros de Paja (1971), La Fuga (1972) y Pat Garrett y Billy The Kid (1973). Los filmes de Peckinpah sorprendieron por su violencia explícitamente sangrienta y a la vez estilizada, lo que puede sintetizarse en carnicerías bien coreografiadas. Lo que en realidad hizo Peckinpah es tomar la posta del estilo visual que Arthur Penn ya había marcado en el clásico Bonnie And Clyde (1967), y llevarlo al siguiente paso. La influencia de Peckinpah en el cine de acción moderno es notable; de más está decir que todo lo que ha hecho John Woo es simplemente plagiar el estilo del director.

Para finales de los 70 Peckinpah se despachó con este extraño film de guerra, en donde la historia estaba vista desde la óptica de los alemanes. Obviamente debió haber sido un proyecto que no entusiasmó a nadie, ya que el film terminó siendo financiado por productores independientes (uno de ellos, Wolf C. Hartwig, producía filmes porno en Alemania), y con recursos limitados que se terminaron antes del rodaje, lo que motivó que el climax resultara improvisado a último momento y dejando a la trama principal trunca. Con una producción conflictiva, Cross of Iron apareció en las pantallas en 1977 y pasó sin demasiada pena ni gloria.

El tema es que La Cruz de Hierro no funciona como debería ser. Si uno analiza cada una de las porciones de la historia, las mismas no están mal filmadas (e incluso hay segmentos inspirados), pero en conjunto parecen piezas de distintos rompecabezas. Peckinpah aporta su habitual estilo excesivo como es costumbre, con sangrientas matanzas en primer plano rodadas en cámara lenta, y violencia explícita por doquier: desde cadáveres desmembrados flotando en los ríos hasta cuerpos aplastados que tapizan las rutas de escape. A diferencia de otros filmes del género de la época, aquí la matanza no es aseptica y Peckinpah pinta un mundo en guerra mucho más real que las superproducciones pristinas habituales de Hollywood. Además de la carnicería, el otro elemento innovador es el sexo; desde las tendencias homosexuales del teniente Triebig (que son explotadas para su beneficio por Stransky) hasta la memorable secuencia donde los hombres de Steiner irrumpen en un campamento de reclutas rusas, en donde hay abundancia de desnudos, intentos de violación e incluso una castración rodada de manera muy gráfica.

Pero, mientras que Peckinpah pinta el mundo de la guerra de modo realista, violento y sangriento, el desarrollo dramático parece ir a trasmano y resulta torpe, cuando no poco creíble. Los personajes tienen actitudes extrañas. El guión los aparta de los clisés habituales, pero cae en errores nuevos. Que la tropa de Steiner recoja a un niño que es recluta ruso y lo mantenga en secreto en su bunker durante días suena altamente improbable; que los subordinados y los oficiales se insulten cara a cara o hablen mal abiertamente de Hitler también parece incoherente; y a todo esto no le ayuda el desarrollo del personaje de Stransky, que parece escrito en tono de caricatura (hay momentos en que parece un comic relief). La primera mitad del film es pesada, a pesar de las explosiones, ya que se desarrolla dentro de los bunkers y los diálogos no están muy inspirados. Toda la secuencia donde Steiner es herido y enviado al hospital parece desconectada del resto de la historia, si bien Peckinpah se da el lujo de mostrar las mutilaciones de la guerra en primer plano. Pero nada de todo esto funciona. Los personajes son muy reflexivos o muy idiotas, sacan conclusiones intelectuales que difícilmente un soldado podría realizar… no se ven como personas naturales.

La segunda mitad está un poco mejor, donde el film cae en una narración más estandarizada – la traición de Stransky y la carrera por su vida del pelotón de Steiner tras las líneas enemigas -, pero el final es definitivamente decepcionante. Al final Steiner acepta despreocupadamente la masacre de su pelotón por las ordenes arbitrarias de Stransky… y termina por dejarlo con vida. Dramáticamente es débil y absurdo como clímax.

Obviamente las intenciones del guión es convertir al relato en un alegato anti belicista. Pero los diálogos y las situaciones son muy desparejos y poco creíbles. Las actuaciones están bien, no hay nada horrendo o ridículo en el film, pero sin embargo no funciona. Es posible que Peckinpah sea muy bueno filmando acción pero muy blando a la hora de rodar secuencias dramáticas. El guión precisaba una mayor pulida, en vez de decir tantas obviedades. Los únicos personajes realmente interesantes son los de la dupla de James Mason y David Warner, pero el resto se porta de manera caprichosa. Por todo esto es que La Cruz de Hierro termina siendo una rareza: es un film que no hace nada mal, pero tampoco hace las cosas demasiado bien. Simplemente es débil e inconexo dramáticamente.