Crítica: El Ojo: El Horror de Trollenberg (The Crawling Eye) (1958)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

GB, 1958: Forrest Tucker (Alan Brooks), Janet Munro (Anne Pilgrim), Jennifer Jayne (Sarah Pilgrim), Warren Mitchell (Profesor Crevett), Laurence Payne (Philip Truscott), Andrew Faulds (Brett), Stuart Sanders (Dewhurst), Frederick Schiller (Klein)

Director: Quentin Lawrence, Guión: Jimmy Sangster, basado en la miniserie escrita por Peter Key

Trama: El científico Alan Brooks se encuentra de viaje en Suiza, con destino al pico Trollenberg para reunirse con su amigo el profesor Crevett, quien lo ha llamado de urgencia. En el hostal donde se aloja se topa con una pareja de hermanas, las cuales han montado un acto de feria de clarividencia. Pero una de las chicas empieza a tener visiones de una criatura monstruosa rondando en la montaña. Mientras tanto Brooks se reúne con Crevett y éste le advierte de la existencia de una nube radiactiva que permanece fija en una de las laderas del pico. Brooks ya había pasado por una circunstancia similar y cree que se trata de una invasión alienígena, los cuales se están adaptando lentamente al clima terrestre. No pasará mucho tiempo antes de que la hipotesis de Brooks se convierta en realidad, y los alienígenas desciendan hasta el poblado de Trollenberg para empezar a exterminar a sus habitantes.

The Crawling Eye: The Trollenberg Terror The Trollenberg Terror es otra de esas joyitas que pueblan la cinematografía serie B de los 50 y 60. Está basada en una miniserie de seis capítulos de media hora emitidos por la BBC en 1956. Ante el suceso que había obtenido otra adaptación de miniserie a la pantalla grande como fue The Quatermass Xperiment (1955), los productores quisieron probar suerte con esta obra escrita por Peter Key. Adaptando la historia figura el libretista habitué de la Hammer Jimmy Sangster – responsable de X, The Unknown, y las versiones hammerianas de Dracula, Frankenstein y La Momia -. Es un filme competente durante el 90% de su duración hasta que aparecen los (d)efectos especiales. Lamentablemente los baratos FX arruinan en parte los méritos de la obra.

Rebautizada en Norteamérica como The Crawling Eye, la película tiene un buen clima de suspenso. Aquí hay un pueblito suizo en donde aparecen decenas de alpinistas mutilados – sorprendentemente para la época, las muertes son bastante gráficas -. El profesor Cravett ha llamado a su colega americano Alan Brooks para que lo ayude a investigar, ya que cree que las muertes se relacionan con la aparición de una nube estacionaria y radiactiva en una de las laderas de la montaña. Como los aliens no hablan, el libreto inventa el recurso de la existencia de una chica telépata, la que lee las mentes de los extraterrestres y así conocemos sus intenciones. Hay ritmo y suspenso, y los ataques tienen su cuota de tensión. Los personajes son heroicos e inteligentes, y lidian con el misterio de manera lógica.

Cuando los extraterrestres aparecen por primera vez, se ven impresionantes. Es un ojo gigante hecho de manera muy realista, con decenas de tentáculos mortales. El problema es cuando llega el clímax, en donde las criaturas (y las miniaturas) ya no se ven tan bien. Hay un bombardero que ataca a los bichos, pero pasa rozando a dos centímetros del techo de las maquetas. Es como si la producción se hubiera quedado sin dinero a último momento, y ni siquiera pudieron construir una maqueta más grande para abrir el plano. Todo está filmado muy de cerca y las marionetas y maquetas terminan resultando demasiado obvias, afectando la credibilidad de la historia.

En sí The Crawling Eye podría ser un antecedente de La Niebla de Stephen King. La idea es bastante parecida, sólo que aquí está montada con la misma onda de misterio científico típico de Nigel Kneale y las aventuras de su profesor Quatermass. Si no fuera por los FX baratos, The Trollenberg Terror podría haber sido excelente. Es una película que precisaba una remake; y en ésta, su versión original, termina resultando un filme sólido aunque con algunas aristas sin pulir.