Crítica: Jóvenes Brujas (The Craft) (1996)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

Recomendación del EditorUSA, 1996: Robin Tunney (Sarah Bailey), Fairuza Balk (Nancy Downs), Neve Campbell (Bonnie), Rachel True (Rochelle), Skeet Ulrich (Chris Cooper), Assumpta Serna (Lerya), Christine Taylor (Laura)

Director: Andrew Fleming, Guión: Andrew Fleming & Peter Filardi

Trama: Sarah Bailey es una chica conflictuada que se muda a Los Angeles junto con su familia. En el pasado Sarah ha intentado suicidarse y ahora los Bailey se esperanzan de poder recomenzar sus vidas en una nueva ciudad. Pero en el secundario Sarah no termina de integrarse,… al menos hasta que conoce a Nancy Downs y sus amigas Bonnie y Rochelle. El trío tiene su propia carga de problemas – padrastros alcoholicos y abusivos, cicatrices fisicas y emocionales, compañeras de escuela que las discriminan por su raza -, con lo cual no tardan demasiado en volverse buenas amigas. Pero la verdadera intención de Nancy es reclutar a Sarah para completar un cuarteto y, de ese modo, cumplir con los ritos de iniciacion en las artes de la brujería. Sarah está de acuerdo y pronto el cuarteto descubre el enorme poder de la magia, lo que sirve para reestablecer el equilibrio en sus vidas. Pero Nancy desea más y ahora ha involucrado al Gran Espiritu, el cual la ha poseído y le ha dado dones descomunales; pero semejante poder la está enloqueciendo y se está convirtiendo en una amenaza tanto para sus amigas como para ella misma… a menos que Sarah encuentre el modo de poder detenerla.

Crítica: Jóvenes Brujas (The Craft) (1996)

Antes de la idiotez pasteurizada de Charmed, existió esta pequeña comedia adolescente con ribetes oscuros que cautivó al público y se convirtió en un éxito de taquilla. Aquí hay una combinación de talentos que logran resultados superlativos con lo que, en otras manos, hubiera sido una película corriente. Y si no fuera por el forzado tercer acto, Jovenes Brujas hubiera podido ser un pequeño clásico. Ok, quizás la historia no es enteramente original, pero está orquestada con intensidad y el libreto es inteligente. Y todo eso ya es demasiado inusual en el cine que nos toca ver hoy en día.

The Craft no deja de ser una típica estudiantina yanqui. Están los segregados y están los chicos / chicas con clase que se dedican a hacerle la vida imposible a los primeros. A esto se le incorpora la magia y ¡voilá!, la situación se da vuelta. No hay mucha diferencia entre lo que hacen estas brujas adolescentes y lo que le ocurría a Carrie, en donde los poderes sobrenaturales de turno servían para que la protagonista se ganara el respeto social. Y si bien esta película no llega al nivel de análisis sicológico que el filme de Brian de Palma, Jovenes Brujas tiene su propio perfil humano – algo más light pero muy bien desarrollado -. Estas chicas viven vidas desastrosas por una u otra razón, y la magia (como si fueran superpoderes) les brinda la oportunidad de tener un balance. Hasta uno llega a aplaudir cuando las chicas desatan su galería de pequeñas venganzas sociales, algunas más crueles que otras.

Ciertamente el show está ayudado por un casting impecable. Robin Tunney es muy sólida como protagonista, mostrando un buen rango tanto cuando hace de chica débil y traumatizada como cuando se convierte en una persona decidida, gracias a la seguridad en sí misma que le transmiten sus poderes. Está Neve Campbell – demostrando una vez más que sólo tiene talento para lloriquear -, en dupla con su futuro coprotagonista en Scream, Skeet Ulrich. Pero quien se roba el show es, por lejos, Fairuza Balk. Con su maquillaje dark, Balk posee una presencia salvaje y dominante, y cuando el filme la decanta en villana a modo full, pareciera la encarnación femenina del Joker de Batman. Pero la Balk tiene un rango interpretativo enorme, y puede cambiar de sicótica cínica a desprotegida adolescente en cuestión de segundos. Es una lástima que no haya obtenido la carrera posterior que su talento merecía.

Por supuesto, el problema con Jóvenes Brujas es el último acto, que se ve forzado y excesivamente recargado de efectos especiales. Hasta ese momento la historia era impecable – uno sentía compasión por estas chicas, y se alegraba que obtuvieran una merecida revancha gracias a sus poderes -, pero el libreto decide forzar la marcha y convertir a Fairuza Balk en una sicótica asesina en cuestión de un par de escenas. Si bien uno puede ver de lejos el desequilibrio del personaje – desde el momento en que invoca al Gran Espiritu y provoca una matanza de animales marinos en la playa en donde realizan la ceremonia -, el ensañamiento con el caracter de Robin Tunney tiene algo de gratuito. A esto se suma tanto el duelo final como la revelación a último momento que Robin Tunney es una superhechicera clase A. Y si, los tiempos están un poco forzados… de más.

Aún con ese detalle, Jóvenes Brujas es una película excelente. Tiene ese mojo de los grandes filmes, en donde uno queda atrapado con la trama y disfruta la historia. Después, si hay desprolijidades o si le falta originalidad en algunos momentos, no interesa: el resultado final es muy gratificante, y eso es lo que importa.

THE CRAFT

Jóvenes Brujas (1996) – Jóvenes Brujas: Nueva Hermandad (2020)