Crítica: Cooties (2014)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA, 2014: Elijah Wood (Clint), Rainn Wilson (Wade), Alison Pill (Lucy), Jack McBrayer (Tracy), Leigh Whannell (Doug)

Director: Jonathan Milott & Cary Murnion, Guión: Ian Brennan & Leigh Whannell

Trama: Fort Chicken, Illinois. En las granjas locales que crían pollos se ha desatado una epidemia, pero nadie se ha dado cuenta. El virus ha infectado todos los productos derivados de las aves, incluyendo los nuggets que suministran a las cantinas de las escuelas locales. Lo peor es que el virus transforma en zombies a quienes ingieren los alimentos contaminados, lo cual ha desatado una horda de niños canibales que han tomado por asalto a sus establecimientos escolares. Clint Hadson es un fracasado con pretensiones de escritor al cual le ha tocado hacer una suplencia en el colegio del pueblo, justo en el momento en que la epidemia zombie estalla con toda su virulencia. Ahora se encuentra atrapado en el edificio con un puñado de profesores que han sobrevivido al ataque, pero que se encuentran varados debido a la masividad de la epidemia. Para colmo sus celulares quedaron en la oficina del director – un maniático enemigo de la tecnología -, la cual desborda de chicos infectados. Ahora el plan es ir hasta esa oficina, obtener la llave de uno de los autos, y escapar de allí lo más rápido posible; pero para ello deberán improvisar escudos y armas, debiendo lanzarse a una vorágine de muerte y destrucción para hacerse paso en la multitud de canibales pero… ¿tendrán el coraje como para matar a un niño, aún a sabiendas de que éstos quieren devorarlos a dentellada limpia?.

Cooties Cotties tiene la simiente de una película de culto gloriosa, pura y dura. El argumento es atroz, la ejecución irreverente, y el gore llega a puntos en donde te deja haciendo arcadas – muchas veces sin necesitar efectos especiales; tan sólo rodando el procesamiento industrial de los pollos y el efecto de la descomposición en la carne -. El problema es que, con un primer acto genial y lleno de energía, el filme se empantana en el segundo y arriba boqueando al final. Da la impresión de que los escritores – Leigh Whannell, co autor de Saw y los mejores filmes de terror de James Wan; Ian Brennan, co creador de la melosa serie de televisión Glee – se quedaron sin nafta al llegar a la recta, y después no supieron bien cómo terminar lo que habían empezado. El resultado final es una comedia deliciosa que pierde el rumbo y entrega mucho menos de lo que promete.

Si el género de los zombies es, por origen, metafórico y contiene algún tipo de lectura sociológica, Cooties debería ser una sátira sobre la niñez surgida a la sombra de los tiempos que corren. Vale decir, esas generaciones de pibes que son mas bravos que el diablo, manipulan y enfrentan a los adultos, viven con la cabeza enterrada en la tecnología, y terminan criándose solos debido a la indiferencia de los mayores que los tienen a su cargo. Te da la impresión de que la mayoría de los chicos que aparecen en el filme son accesorios de sus familias, y que ninguno funciona realmente como persona o ha recibido el respeto que se merece. Comenzando por Patriot, un pendex ultramaldito que fue bautizado así porque nació el 11 de setiembre de 2001, fue criado por algún supremacista blanco, y se cree un elegido de Dios que va a liderar los Marines en su cruzada sagrada contra los “morenos con cabeza de toalla” (sic!). O el pibe devenido zombie que va corriendo al auto de su madre mientras los profesores – desde la azotea – intentan alertar a la mujer que su hijo ya no pertenece a la raza humana. La mina se la pasa texteando con el celu, actualizando su estado en Facebook y abre la puerta de manera automática sin ver siquiera si lo que entra a su auto es su hijo, un ladrón o un monstruo del infierno. Encima el filme tiene el buen tino de masacrar pibes – eso sí que es valentía artística e incorrección política -, lo cual te despierta el apetito. Súmele a eso un atleta con dislexia y cerebro vacío, una profesora histérica con fobia a las violaciones (y que tiene un botón de pánico munido a su falda, el cual deja sordo a cualquiera que se encuentre a su alrededor en un radio de 10 metros), un escritor mediocre y fracasado con aspiraciones de Stephen King, un profesor gay de ciencias naturales, y un instructor de educación sexual que tiene los cables seriamente cruzados y hace preguntas incómodas a los chicos al estilo de Peter Graves en Dónde Está el Piloto?. ¡Ah!. Eso sin contar que al tipo le gusta hacer la autopsia – con las manos desnudas – de los pibes que asesina.

Todo esto suena genial y ciertamente funciona de maravilla en la primera media hora. Incluso cuando los chicos comienzan a atacar a los profesores, la carnicería se da en primerísimo plano. El problema es cuando uno de ellos asesina con saña a uno de los niños, lo cual le plantea una crisis de conciencia … y es allí donde el filme se clava de punta. Es cierto que el escenario es bastante limitado – un puñado de tipos atrapados en una escuela; ¿qué mas pueden hacer mas que correr de salón en salón? – pero un poco de creatividad hubiera ayudado para que las cosas se mantuvieran irreverentes y en movimiento; lástima que Cooties se clava en los diálogos estáticos, intentando darle tridimensionalidad a los personajes – ¿alguien les dijo que esto se trataba de masacrar pibes zombies de la manera mas sangrienta posible? -, algo que no era necesario. Y cuando llegamos al tercer acto, el mismo se ve forzado, con gente que revive de la nada, incursiones a cualquier lado, un enfrentamiento campal armado Dios sabe cómo… Ni siquiera las tramas pendientes de los personajes tienen resolución – y menos, la resolución de semejante escenario a escala global -, lo cual termina siendo frustrante.

Cooties vale la pena por la primera media hora, pero después pierde envión de una manera salvaje. Hay unos tímidos cabeceos para recuperar el ritmo, pero el filme ha perdido su personalidad y entusiasmo – como si hubiera sido terminado por otro guionista -. Honestamente me resulta dificil recomendarlo por algunos minutos de gloria y una hora de declive constante; a lo sumo diré que, si uno se topa con ella y es gratis, el resultado puede llegar a ser pasable; de lo contrario se enfrentará a una película llena de posibilidades abortadas, lo cual termina convirtiéndose en un auténtico desperdicio.