Crítica: La Conquista del Planeta de los Simios (Conquest of the Planet of the Apes) (1972)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

Recomendación del EditorUSA, 1972: Roddy McDowall (Cesar), Don Murray (Gobernador Jason Breck), Hari Rhodes (MacDonald), Ricardo Montalban (Armando), Natalie Trundy (Lisa)

Director: J. Lee Thompson, Guión: Paul Dehn, basado en los caracteres creados por Pierre Boulle, Musica – Tom Scott

Trama: Es el año 1991. En este futuro alternativo, perros y gatos han desaparecido de la faz de la Tierra hace 8 años a causa de un virus desconocido. Los seres humanos han adoptado a los simios como mascotas, y su extrema facilidad para aprender los ha hecho evolucionar, siendo adiestrados para realizar tareas complejas. Pero en vez de ser ayudantes de las tareas humanas, con el paso del tiempo se han transformado en verdaderos esclavos. La humanidad también ha cambiado: ahora Norteamérica está regida por un gobierno autoritario que poda las libertades civiles y vive en permanente estado de alerta. Es que ya han pasado 20 años desde que Cornelius y Zira llegaran a la Tierra desde el futuro en la nave espacial de Taylor, y profetizaran un mundo dominado por los simios. Ellos fueron asesinados pero su hijo ha crecido bajo el cuidado de Armando, el compasivo dueño de un circo. Pero cuando Armando y el simio parlante llegan a la ciudad, sólo ven violencia extrema aplicada a los primates, lo que motiva la protesta del simio en voz alta. Su identidad secreta – la que celosamente guardaba Armando todos estos años – queda revelada, y se desata una búsqueda implacable del simio parlante. Este logra huir y se infiltra en un cargamento de simios recién llegado para adiestramiento. Pero Armando es apresado y sometido a extremos interrogatorios; en uno de ellos intenta escapar y perece. El simio se entera y en su furia comienza a una revolución, la que terminará con el dominio de los seres humanos sobre la superficie de la Tierra.

La Conquista del Planeta de los Simios Esta es la cuarta y penúltima secuela del blockbuster de 1968 El Planeta de los Simios. Hasta este punto todas las entregas de la saga han mantenido un nivel de calidad bastante constante, con la particularidad de hacer evolucionar la historia en tiempo y espacio de modo significativo.

Hay mucho de mito y charlatanería respecto a la evolución de la serie. Por ejemplo, que la calidad y los presupuestos fueron disminuyendo drásticamente, lo cual no es cierto. El Planeta de los Simios (1968) no es un filme perfecto ni tampoco uno costoso – solo contaba con tres escenarios, y el poblado simio no era precisamente un lujo de escenografía -. El gran mérito del film es el shock de ver el maquillaje y, por supuesto, la mítica escena de la Estatua de la Libertad. Pero las secuelas, si bien no tuvieron el mismo impacto que el primer filme, tuvieron el valor de crear una enorme y original historia épica que abarcaba miles de años y una gran cantidad de protagonistas diferentes, algo que ninguna saga conocida hasta este momento se ha animado a realizar – imaginen como seguiría Star Wars si Luke Skywalker hubiera muerto en la primera entrega, o Matrix Recargado sin Neo, Morpheus y Trinity -.

Otra característica de la saga es que, con mayor o menor calidad, nunca perdió sus ribetes de alegoría. En Regreso al Planeta de los Simios (1970) había visos torpes, pero en esta entrega hay repercusiones evidentes de lo que fueron los movimientos raciales de la Norteamérica de los 60 – y es por ello que la tercera secuela siempre resultó popular entre la audiencia negra -. De los filmes de la saga vistos hasta ahora, es quizás el más evidente y redondo en ese aspecto.

Y otra particularidad de la serie es que siempre tiene rasgos ridículos. Son los menos, pero siempre en cada uno de los filmes hay momentos más breves o más extendidos en donde los guionistas piden una suspensión exagerada de la credibilidad a la audiencia, cuando no generan directamente escenas camp. Pero donde la saga de El Planeta de los Simios triunfa es por atmósfera obtenida o por bombardeo de creatividad, lo que logra superar habitualmente los errores de pulimiento de los guiones.

A esta altura Paul Dehn ya estaba diestro en manejar la saga, y comienza a ir cerrando el círculo. Han pasado 20 años desde que Zira y Cornelius fueran exterminados, y el bondadoso Armando refugiara y criara a César, el hijo de éstos. En este futuro alternativo hay un gobierno totalitario que cumple todos los clisés de turno – uniformes neo nazis, población vestida con ropa idéntica, poda salvaje de libertades civiles, paranoia acerca de posibles conspiraciones / revoluciones en su contra -. Al frente está el gobernador Breck – un medido Don Murray – que no es el peor déspota cinematográfico de la pantalla pero al menos uno bastante inteligente y expeditivo. A esta altura ya sabemos que los perros y gatos desaparecieron de la Tierra a causa de una plaga – la que indirectamente podría ser un virus que la misión de Zira y Cornelius hayan traído del futuro simio -, y la humanidad adopta a los primates como mascotas. Muy al pasar se menciona que este proceso de domesticación provocó cierta evolución de los mismos – algo que explicaría su aumento de tamaño respecto de los animales reales -. Los simios son adiestrados en un campamento de enseñanza bastante rudimentario, que es donde el filme desarrolla posiblemente sus peores escenas.

Allí es donde aparecen los momentos camp del filme, en particular la escena del apareamiento de Milo con una chimpacé que le hace ojitos. Lo mismo pasa con el aprendizaje de las tareas habituales – la realidad es que muchas de esas cosas son bastante complejas para que las realice un simio normal -, en donde Roddy McDowall hace un par de monigotadas, como la secuencia donde aprende a lavarse las manos. Pero en general el flujo de la historia va muy bien, en especial con el duelo invisible entre Breck y Milo. La escena en donde Milo elige su apelativo en un libro de nombres – y decide llamarse Cesar – tiene buena tensión.

Obviamente no puede haber una evolución muy fluída en los preparativos de la revolución que arma Milo – por una cuestión de tiempos cinematográficos, donde los simios aprenden a obedecer a Cesar y son capacitados por éste -, pero también son buenas escenas. Pero los mayores méritos del filme estriban en la alegoría social y racial. Los nuevos esclavos que pasan a ser los simios, la violencia desatada contra éstos, su confinamiento a realizar trabajos simples, su situación de indefensión, y por supuesto el surgimiento del líder revolucionario. En particular en el choque de ideas entre MacDonald – el ayudante negro de Breck – y César, que lamentablemente es más breve de lo que uno quisiera. En un momento MacDonald le recuerda que su raza también fue esclava pero no por ello ha sido inhumana. El discurso final de Roddy McDowall es especialmente potente, y quizás uno de los mejores parlamentos de la saga.

O por lo menos su gran mayoría. Todo el clímax es ultraviolento, y el final debería ser – como es habitual en la saga – pesimista. El filme debería haber terminado con un Cesar eufórico y autoritario, linchando a Breck y desafiando a la humanidad. Pero el estudio forzó al director a añadir minutos finales en donde Cesar tiene un ataque de conciencia y resulta algo más compasivo, si bien su intención final es esclavizar a los humanos.

Como todos los filmes de la serie, logra superar sus propios errores con creces. Los decorados se ven bien – se filmó en la Universidad de California, en un sector de diseño futurista que incluso no estaba terminado al momento del rodaje -, y aunque hay escenas masivas, no son precisamente Spartacus. Las performances son sólidas, destacándose Roddy McDowell que pasa de la ingenuidad a la soberbia con gran facilidad. Cabría destacar que quizás la moraleja sea que uno termina convirtiéndose en aquello que combate. El Cesar del final del filme no se diferencia demasiado del totalitarismo de Breck de principios de la cinta.

Es una película bastante lograda, a pesar de J. Lee Thompson. En general considero que Thompson, después de la original Cabo de Miedo, comenzó un declive terrible, llegando a dirigir algunas bazofias como los vehículos cinematográficos de Charles Bronson o la blanda Las Minas del Ray Salomón (y secuela). Pero en 1972 aún tenía algo de talento, y aquí consigue un producto superior a la media.

THE PLANET OF THE APES

Los filmes de la saga de El Planeta de los Simios son: El Planeta de los Simios (1968), Regreso al Planeta de los Simios (1970), Escape del Planeta de los Simios (1971), La Conquista del Planeta de los Simios (1972), y Batalla por el Planeta de los Simios (1973). El Planeta de los Simios (2001) es la remake de Tim Burton del filme original. Posteriormente se iniciaría una nueva trilogía que reimaginaría el universo simio con El Origen del Planeta de los Simios (2011), El Amanecer del Planeta de los Simios (2014) y El Planeta de los Simios: la Guerra (2017). La Historia de El Planeta de los Simios es un artículo especializado de este portal, que narra la lucha del productor Arthur P. Jacobs para poder rodar el filme original de la saga.