Crítica: Comando (1985)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA, 1985: Arnold Schwarzenegger (John Matrix), Rae Dawn Chong (Cindy), Dan Hedaya (Arius), Vernon Wells (Bennett)

Director: Mark L. Lester, Guión: Steven E. de Souza

Trama: Varios ex soldados de élite han sido asesinados y John Matrix parece ser el próximo. El es el último de una unidad especializada que, años atrás, comandara una misión en Centroamérica para deponer al general Arius, el sangriento dictador de la república de Val Verde. Pero ahora Arius le ha seguido el rastro y, habiendo secuestrado a su hija, obliga a que Matrix regrese a Val Verde para encontrarse con el presidente y asesinarle, so pena de liquidar a la niña. Sin embargo Matrix ha logrado escapar del avión que lo trasladaba a Val Verde y con apenas 8 horas de plazo – el tiempo de vuelo que existe entre Estados Unidos y Val Verde – debe apurarse a rastrear a los conspiradores hasta que éstos se den cuenta de que el plan no va según lo previsto. Dotándose de un arsenal y pulverizando a los matones a su paso, Matrix se abrirá camino – a sangre y fuego – hasta llegar a Arius, derrotar a sus fuerzas y liberar a su hija, castigando con la muerte a aquellos que se han atrevido a desafiarle.

Comando A mediados de los 80 Arnold Schwarzenegger estaba intentando hacerse un camino en el cine, algo que era realmente difícil (y escasamente duradero) para un tipo con sus características. Digo: el antecedente hasta ese momento era la tanda de musculosos ex Misters Olympia que habían migrado a Italia durante la década del 60 para interpretar toneladas de filmes de Hercules, Maciste y otros héroes sudados del peplum, y los cuales habían pasado por la pantalla grande sin demasiada pena ni gloria. Incluso el propio Arnie pasaría fugazmente por el género en sus comienzos, estelarizando Hércules en Nueva York (1969) – la cual figura entre los mayores bochornos de su carrera -. Y para 1985 este teutón inexpresivo la había pegado con un par de títulos taquilleros – la saga de Conan; el clásico Terminator (1984) -, amén de que tenía que salirle al cruce de Sylvester Stallone – tan en boga con sus filmes de Rocky y Rambo -, razón por la cual había un duelo de musculosos en la taquilla. El cuánto podía durar esta moda era impredecible en aquel momento… aunque la historia terminaría por demostrar que estos tipos fueron muchísimo mas inteligentes de lo que uno podía anticipar, manejando su carrera con tal destreza que se la apañaron para prosperar (y después sobrevivir como íconos de culto) durante mas de 3 décadas, convirtiéndose en un fenómeno tan sorprendente como inaudito.

Comando es una de las tantas bazofias hipercafeinadas que Arnie hizo en su momento para asentar su poder de taquilla. Ok, todo el mundo la ama y la disfruta pero, si uno la ve con ojos cínicos, podrá apreciar que se trata de un filme mediocre que hoy en día iría directo a video y no se diferencia demasiado de los bodrios que hacen Steven Seagal o Jean Claude Van Damme en los últimos tiempos. Como protagónico Arnie sigue actuando de manera robótica e inexpresiva como si ésta fuera otra secuela de Terminatorel austríaco nunca fue un buen intérprete pero después agarraría cierta calle como para defenderse con cierta decencia actoral incluso en comedias como Un Detective en el Kinder o Gemelos -. El problema es que el libreto lo obliga a actuar, generando un puñado de escenas tan incómodas como ridículas – en especial esos espantosos 5 minutos iniciales en donde debe hacer de papá bondadoso y juguetón con una pre púber Alyssa Milano – que hoy resulta un bochorno ver. También es cierto que el libreto no lo ayuda: Steven E. De Souza podrá ser el padre del cine de acción moderno (siendo el autor de Duro de Matar) pero acá su libreto apesta por los cuatro costados. Es una galeria mal cocinada de pésimos personajes, coincidencias molestas, diálogos horrendos y motivaciones traídas de los pelos. Desde los villanos estúpidos hasta el absurdo personaje de Rae Dawn Chong – la cual es forzada por Schwarzenegger a participar de su fiesta de asesinatos y explosiones, y después decide quedarse por su propia cuenta… sin siquiera tener un interés romántico en el héroe -, la mayoría de los acontecimientos de Comando lo dejan a uno crujiendo los dientes. Digo: no era muy dificil hacer todo esto un poco mas potable (o menos idiota) sacando una palabra de aquí, poniendo una coma allá, dándole algo mas de lógica a los diálogos… pero al parecer todos los de la producción estaban de acuerdo con el libreto y decidieron sintonizar con él, sumándole alguna de las peores performances del cine de acción de la década del 80. El peor de todos es Vernon Wells, quien se ve como un Village People fofo y malhumorado, y ni por asomo parece un reto valedero para el pulcro y fornido Arnold Schwarzenegger.

Aún con toda esa idiotez imperante, Comando es una película que se deja ver y hasta se disfruta. La violencia está bien coreografiada y la historia está contada con mucho ritmo. Es una bobada válida como pasatiempo, ya que todo el tiempo pasan cosas y hay momentos en que los latiguillos de Arnie tienen su gracia (como cuando deja ir a David Patrick Kelly por el precipicio) pero, cuando la acción para y esta gente empieza a hablar, mas vale taparse los oidos.

Algunos clásicos de nuestra adolescencia no resisten el paso del tiempo, y Comando es uno de ellos. El problema es que la audiencia de hoy es mucho mas cínica (e infinitamente menos crédula) que la de hace treinta años. Para ellos, Comando envejeció mal y deja a la vista todos sus defectos, siendo presa de la crítica indiscriminada. Ok, las explosiones son lindas y hay alguna que otra cosa, pero el resto deja mucho que desear, con lo cual lo único que salva al filme de la quema es la nostalgia de los espectadores bien entrados en sus cuarenta, los cuales serán indulgentes con la película a costa de sus propias añoranzas.