Crítica: Color Our of Space (2019)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA / Portugal / Malasia, 2019: Nicolas Cage (Nathan Gardner), Joely Richardson (Theresa), Madeleine Arthur (Lavinia), Elliot Knight (Ward), Tommy Chong (Ezra)

Director: Richard Stanley – Guión: Richard Stanley & Scarlett Amaris, basados en El Color que Cayó del Espacio de H.P. Lovecraft

Trama: Los Gardner han llevado una vida sufrida. Theresa, la madre, acaba de salir de una dura batalla contra un agresivo cáncer que ha puesto en riesgo su vida. Nathan, su esposo, ha decidido que lo mejor para todos es pasar una temporada en el campo, lejos de la locura de la ciudad, y curándose las cicatrices entre ellos mismos. Pero el trance le ha dejado serias secuelas a sus hijos – Jack no presta atención a nada y vive con miedo, Lavinia ha perdido la fe y se ha volcado a la magia y el oscurantismo, Benny se la pasa drogándose con la marihuana medicinal de su madre – y, por mas voluntad que le ponga Nathan, las cosas no mejoran. Pero el destino de los Gardner cambiará radicalmente cuando un meteorito se estrelle en el patio de su granja. Porque no se trata de una mera roca metálica caída del espacio sino de una fuerza invisible, extraterrestre y maligna, la cual comenzará a alterar poco a poco la conducta de los Gardner y mas tarde provocará mutaciones de todo tipo en el lugar… convirtiendo a la granja en un escenario que no es de este planeta.

Crítica: Color Our of Space (2019)

Cuando era chico me gustaba mucho H.P. Lovecraft. Era asiduo a conseguir sus cuentos y novelas por canje en la Librería Ruben en mi Montevideo natal. A pesar de que su prosa era risible – esos horrores inenarrables, esos monstruos indescriptibles con nombres larguísimos dotados cincuenta vocalas y una o dos vocales -, el tipo tenía ideas diferentes a todos los demás. Alquimistas que resucitaban muertos (y que eran capaces de revivir a Jesús por unos pocos minutos), puertas dimensionales que daban paso a criaturas abominables, seres inmensos – la maldad encarnada – morando en el espacio fuera de nuestra sospecha y esperando el momento para abalanzarse sobre la humanidad. Sip, el tipo no escribía sobre vampiros, hombres lobos o fantasmas sino que creaba sus propios monstruos, dando a luz lo que se conoce como los mitos de Cthulhu.

El Color que Cayó del Cielo es uno de sus cuentos mas populares. Básicamente es la crónica de un testigo que presencia cómo cambian las cosas en una granja a partir de la caída de un meteorito. No solo la gente se vuelve loca sino que la fauna y la flora mutan, dando a luz cosas que no son de este planeta. El narrador escapa, dando cuenta de que la granja de sus amigos es ahora una zona prohibida y con el temor de que ese cáncer caído del cielo termine por propagarse hasta cubrir por completo a la Tierra.

Si la idea les suena, es porque hace poco Annihilation (2018) usaba la misma premisa y la plasmaba de manera fantasmagórica en manos de Alex Garland. Es obvio que Jeff VanderMeer admira a Lovecraft y decidió hacer su propia versión de la historia, mucho mas moderna y ambiciosa. En cuanto al cuento hubo varias adaptaciones previas – una, demasiado liberal, con Boris Karloff en 1965, y otra con Will Wheaton en 1987, excesivamente efectista -, ninguna de las cuales vale la pena prenderles una vela. Acá el honor le corresponde a Richard Stanley, el mismo que hizo Hardware y El Demonio del Polvo (que no es una película para adultos), y cuya leyenda se erige sobre el infernal rodaje fallido de La Isla del Doctor Moreau (1996). Stanley trabajó durante años en el proyecto, dando a luz un guión salvaje y super creativo; pero lo que a Stanley se le escapó de la ecuación fueron los egos monumentales de Val Kilmer (estrella hot del momento) y Marlon Brando (el cual era el divismo puro en persona), los cuales empezaron a torpedear el rodaje hasta el punto de forzar a los productores a despedir a Stanley y contratar de apuro a John Frankenheimer – director de prestigio si los hay, pero que en esos momentos iba en declive acelerado a causa del alcoholismo -, el cual terminó manufacturando algo mucho mas mainstream y menos sórdido. La historia sobre La Isla del Doctor Moreau versión Stanley se puede ver en Lost Soul: The Doomed Journey of Richard Stanley’s Island of Dr. Moreau (2014), el cual pertenece a un mini subgénero de documentales que se puede llamar “obras maestras jamás filmadas” y al cual pertenece Jodorowski’s Dune (2013).

El Color que Cayó del Cielo es una obra de amor de Stanley. Su madre le leía libros y cuentos de Lovecraft cuando eran niño (y después le devolvió el favor cuando su madre estaba muy anciana, no podía leer y estaba muriendo de cáncer), así que siempre persiguió la posibilidad de llevarla a la pantalla grande. Pero la mala fama del despido de La Isla del Doctor Moreau (y su trabajo a la sombra, como libretista y documentalista en contadas obras a lo largo de estos 24 años de ausencia) le complicaron la vida a la hora de buscar financiación para el proyecto. Entra SpectreVision la productora de Elijah Wood – y Stanley se topa con el socio de Wood, Josh C. Waller (que acá hace de sheriff), el cual es un fanático confeso de Lovecraft. Con apenas 6 millones de dolares de presupuesto Stanley se dió maña para darle vida al cuento de sus sueños, incluso apañándose para sumar un par de estrellas (en decadencia) como Joely Richardson y el eterno Nicolas Cage, el cual amenaza en cualquier momento con un comeback memorable.

Color Out of Space se siente como una película setentosa. Luces brillantes contra la cámara, niebla, ambiente mas de sorpresa que de genuino terror – aunque Stanley se da maña para generar un par de sustos importantes, está a años luz de lo que John Carpenter podría haber hecho con semejante proyecto -. Las cosas comienzan lento y los secundarios bordean lo abominable – en especial Madeleine Arthur, la que hace de adolescente malhumorada (y practicante de magia negra!; a quién se le ocurrió semejante estupidez?) con un ego enorme y viviendo en su propio mundo, hasta el punto de resultarle indiferente cuando su madre se rebana los dedos por accidente al cortar zanahorias en la cocina -, pero la llegada del meteoro lo cambia todo. Es una masa candente que derrite todo a su alrededor, emana un aura fucsia y empieza a carcomer el suelo hasta desaparecer en un pozo sin fin. Y a partir de allí empieza a influenciar todo lo que vive y crece en la granja de los Gardner. Sip, hay un intento de darles un contexto dramático pero no nos importa. Nos importa ver las nuevas flores e insectos que empiezan a aparecer en el lugar, y esa radiación fucsia que parece enloquecer a todos, en especial a Nicolás Jaula que amenaza con ir a full overdrive en cualquier momento…

Lo que tiene Color Out of Space es que no sabés qué esperar a cada momento. El meteorito es una fuerza de pura maldad que infecta todo y no sabemos como va a mutar. Ya sea alteraciones en el tiempo, interferencia estática con todo medio de comunicación, contaminación de las napas freáticas que indica que todo esto se va a desparramar por toda la zona… y capacidad para alterar el ADN de todos los seres vivientes, dando a luz criaturas de pesadilla. Porque en un momento Stanley entra en la zona de confort de Carpenter y da a luz engendros al estilo de The Thing, como combinando varios animales en un ser horripilante de varias cabezas que chillan al unísono… o fusionando dos humanos en lo que debe ser la escena mas espeluznante y lograda del filme.

Si Color Out of Space no es una obra maestra es porque el libreto falla con algunos personajes. El casero que compone Tommy Chong (sii, Tommy Chong!) está de más; el hidrólogo que compone Elliot Knight carece de personalidad y los adolescentes son irritantes. Stanley los pone en vereda sobre la media hora final en donde pasa de todo, y en donde no hay estupideces juveniles como las selfies, el desprecio por los padres y el maltrato hacia los hermanos. Stanley hace un buen trabajo, impresiona y entretiene; pero con un mejor cast y con otro director – que fuera hasta el hueso a la hora de mostrar las abominaciones – hubiera sido una obra maestra. Aún así Color Out of Space es altamente recomendable: la sobreactuación infernal de Cage hace juego con la situación y, de las adaptaciones del cuento de Lovecraft, está es por lejos la mejor… aunque hubiera precisado un par de dolares mas y algo de sintonía fina en el libreto.