Crítica: A Cold Night’s Death (1973)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA, 1973: Robert Culp (Robert Jones), Eli Wallach (Frank Enari), Michael C. Gwynne (Val Adams)

Director: Jerrold Freedman, Guión: Christopher Knopf

Trama: Laboratorio de Tower Mountain Research, a mas de 16.000 pies sobre el nivel del mar. Allí se llevan a cabo investigaciones en simios sobre el stress sufrido en condiciones extremas, las cuales son de gran utilidad para el programa espacial. El líder del proyecto es el profesor Vogel, del cual no se han recibido noticias en los últimos días. Alarmados por la falta de respuesta, los doctores Robert Jones y Frank Enari deciden viajar hasta el laboratorio, solo para encontrar el cadáver congelado de Vogel en el interior de la sala de comunicaciones. Creyendo que Vogel había perdido la razón – permaneciendo encerrado y desabrigado en una habitación carente de calefacción y con una temperatura que roza los 29 grados bajo cero -, deciden proseguir con el experimento, cuyas conclusiones deben ser entregadas en un plazo máximo de 3 días. Pero pronto queda en evidencia de que algo inusual pasa en el laboratorio, ya que los chimpancés utilizados para las pruebas han entrado en estado de pánico, el lugar aparece desordenado de un día para el otro, y las calderas amanecen apagadas. Entre la presión de la entrega del informe y la fiebre de cabina producida por permanecer encerrados en condiciones extremas, la desconfianza mutua entre ambos científicos se dispara hasta niveles altísimos, culpándose el uno al otro por intentar sabotear el proyecto. Pero los acontecimientos extraños continúan y Jones sigue sospechando que hay una causa externa y anormal, responsable de todos los sucesos… hasta que encuentra una cinta grabada por Vogel, la cual contiene una revelación tan asombrosa como aterradora.

A Cold Night's Death Y sí, amigos: seguimos revisando recuerdos de mi infancia – la mayoría de los cuales (asumo) deben ser comunes a toda una generación de fans del cine fantástico que bordean los 40 años -. En este caso, seguimos dando con un puñado de excelentes telefilmes producidos a principios de los años 70 por la cadena norteamericana ABC bajo el ciclo “La Película de la Semana”, y entre los cuales figuran una montaña de clásicos – algunos tremendamente conocidos, otros injustamente olvidados -, cintas producidas con dos mangos pero rebosantes de libertad artística y creatividad. Miren, sino, y anoten: Duelo (de Steven Spielberg), No le Tengas Miedo a la Oscuridad, las dos primeras películas de Kolchak, Killdozer!, el piloto de El Hombre Nuclear, Trilogía del Terror, y hasta el piloto fallido de la versión 1974 de La Mujer Maravilla (ése con Cathy Lee Crosby). Ahora sumamos al grupo A Cold Night’s Death (La Noche de la Muerte Helada), una de esas tantas películas que pasaban los domingos a la noche en el ciclo Casino Montecarlo del canal 4 de Montevideo, y que se trata de una pequeña joyita enterrada en las arenas del tiempo.

Resulta increíble como la gente trabaja mejor – y es mucho mas creativa – cuando sólo dispone de dos mangos para hacer un filme. En este caso basta con un par de decorados, algunos chimpancés y un par de actores conocidos y sólidos aunque lejos de ser primeras figuras – Robert Culp de Yo Soy Espía, y Eli Wallach, el cual casi siempre se defendió en el cine (como El Bueno, El Malo y El Feo, o Los Siete Magníficos) y de vez en cuando desembarcaba en la caja boba -. Tanto el guionista como el director no son nada del otro mundo sino experimentados veteranos televisivos, y aún con todo ello realizan un trabajo de equipo realmente impecable.

Lo que ocurre aquí es que A Cold Night’s Death funciona como una aceitada obra de teatro; y una realmente claustrofóbica. Un par de científicos reciben una alarmante transmisión radial proveniente de su colega, radicado en un desolado laboratorio ubicado a miles de metros de altura y en el cual experimentan situaciones de stress extremo con un puñado de chimpancés. El tipo habla como desquiciado y parece estar en un estado de irrefrenable pánico, tras lo cual la transmisión se corta. Al lugar llegan Culp y Wallach, dispuestos a llevárselo a la ciudad, pero lo encuentran muerto, congelado en el cuarto de radio, encerrado con una ventana abierta por la cual penetró el viento congelado de la montaña y terminó por aniquilarlo en cuestión de minutos. Para el espectador veterano las escasas pistas del enigma delatan enseguida el final – el científico chiflado dice haber hablado con Alejandro el Grande, Napoleón, Julio Cesar, y otras figuras enormes de la historia – pero, para el que peca de ingenuo, el desarrollo y la revelación resultan sorprendentes. Lo que sigue es una sucesión de hechos extraños, los cuales – vistos en perspectiva – no son mas que atentados a la vida de los dos científicos recién llegados. Cortan el agua, apagan la caldera, aparecen los ventanales abiertos… Culp sospecha de que hay alguien que los acosa, pero no logra resolverlo, y Wallach piensa que Culp está perdiendo la razón por culpa del stress. Pronto queda en evidencia que, aquello que los acecha, no se detendrá hasta ver a los dos científicos muertos.

En sí, A Cold Night’s Death no deja de ser un capítulo extendido de La Dimensión Desconocida hecho con solidez y talento. Tal como en la serie de Rod Serling, la revelación no deja de ser un chiste negro (alerta spoilers) de que los chimpancés se han vuelto inteligentes e intolerantes a los tremendos experimentos a los que han sido sometidos, razón por la cual comienzan a devolverle su propia medicina a los humanos. El final es particularmente impactante, con un semicongelado Culp, desesperado por explicarle a un sacado Wallach las conclusiones a las cuales ha llegado, y topándose con su negativa y un balazo en el estómago. Por otra parte, el ingenuo Wallach termina encerrado en el mismo cuarto donde pereció el primer científico, descubriendo que el chimpancé mas veterano del grupo es quien le ha preparado la trampa mortal. Quizás un monito de laboratorio no sea intimidante como un monstruo de tres cabezas, pero la revelación tiene algo de estremecedor, en especial por la mirada adulta que le despacha a Wallach a través del vidrio. Para ser una cinta modesta que dura apenas 70 minutos, es tremendamente efectiva (fin spoilers).

A Cold Night’s Death es una rareza difícil de conseguir. En YouTube se encuentra en versión original – aunque con calidad pobre – y, si logra bajarla, podrá conseguirle el archivo de subtitulos si revuelve un poco en la web. Ojalá pudiera obtener mas filmes como éste, solidos y efectivos, y ampliamente superiores a todo lo que vengo viendo últimamente. Será que vienen de una época en donde no existía Internet ni era tan popular la cultura pop, con lo cual los que escribían no eran amateurs ni fans sino guionistas profesionales de amplia trayectoria…. y donde se precisaba ser tan creativo como serio para poder mantener el puesto en el estudio que a uno le pagaba el sueldo.