Crítica: Cirque Du Freak: El Aprendiz de Vampiro (2009)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA, 2009: Chris Massoglia (Darren Shan), John C. Reilly (Larten Crepsley), Josh Hutcherson (Steve Leonard), Jessica Carlson (Rebecca), Michael Cerveris (Sr. Tiny), Ray Stevenson (Murlaugh), Ken Watanabe (Sr. Alto), Salma Hayek (Madame Truska), Patrick Fugit (Evra Von)

Director: Paul Weitz, Guión: Brian Helgeland & Paul Weitz, basado en las novelas Cirque du Freak, The Vampire’s Assistant & Tunnels of Blood de Darren O’Shaughnessy

Trama: Darren Shan y Steve Leonard son dos adolescentes que deciden ir a la función estreno del Cirque Du Freak, el cual ha llegado a su ciudad. Pero allí, entre todos los fenómenos, Steve descubre que uno de los participantes del show resulta ser el ancestral vampiro Larten Crepsley, al cual ha visto en su larga colección de libros sobre lo sobrenatural. Steve decide confrontar a Larten en su camerino, exigiéndole que lo convierta en vampiro ya que su vida es muy infeliz. Larten lo echa pero, mientras tanto, Darren ha quedado fascinado con la gigantesca araña venenosa que utilizaba el vampiro en su acto, y decide robársela. Las cosas se salen de control cuando la araña pica accidentalmente a Steve, dejándolo al borde de la muerte, y Darren acude a Larten en busca de ayuda. Este decide suministrarle el antídoto a Steve, a cambio de que Darren se convierta en un vampiro y sea su asistente, abandonando al resto de su familia y uniéndose al circo. Steve se salva y Darren simula su muerte… pero muy pronto facciones rivales de los vampiros – conocidas como los vampaneze y comandadas por el misterioso Mr. Tiny – empezarán a desarrollar un extraño interés en el adolescente. Y Darren descubrirá que su presencia puede marcar el principio de una guerra entre las dos razas.

Cirque Du Freak: El Aprendiz de Vampiro El autor irlandés Darren O´Shaughnessy escribió la saga de Cirque Du Freak entre el 2000 y el 2004, compuesta de doce libros divididos en cuatro trilogías. Es una serie de fantasía adolescente, apuntada a un público similar al de los libros de Harry Potter. Como en Hollywood están desesperados por disparar otra franquicia millonaria similar a la del mago con anteojitos, se apresuraron a adquirir los derechos, y aquí comprimieron una trilogía entera (!) en un solo filme. Aún cuando entre los créditos figuren gente de talento como Brian Helgeland, Cirque Du Freak: El Aprendiz de Vampiro es definitivamente mediocre. Decenas de problemas afectan al filme, siendo el principal de ellos el hecho de que no resulta muy interesante.

Al mando está Paul Weitz, quien con su hermano Chris dirigieron el megahit American Pie y después decidieron hacer caminos separados. Chris Weitz dirigió otro aborto como fue La Brújula Dorada, y ahora es el turno de Paul de arruinar una posible franquicia fantástica desde el vamos. Quizás la historia no sonase tan tonta si otro libretista le hubiera tirado una bomba y la hubiese reconstruído desde cero, o si otro director – ¿Tim Burton? – la hubiese tomado y tratado a los personajes con más cariño. A final de cuentas hay algo fascinante con el tema de los circos, su mundo de criaturas bizarras y sus posibles implicancias con lo sobrenatural, que ha sido tratado más de una vez y con mejor tino, como la miniserie Carnival de HBO. Por otro lado, la idea de un chico convertido en vampiro suena – a pesar de sus resonancias mórbidas – medianamente interesante. En Crepúsculo mostraron que semejante escenario podría servir para crear una historia de superhéroes dark, solitarios y melancólicos. Pero lo que aquí hay termina siendo ni chicha ni limonada.

El tema es que es un filme plagado de problemas. El principal es la espantosa performance del protagonista adolescente, que parece una versión joven de Edward Albert, tiene una irritante voz nasal, y es un tronco actuando. Con carisma cero, es imposible que nos interese su suerte. El resto del casting es raro pero está bastante pasable. John C. Reilly carece del physique du rol para hacer de vampiro, pero su performance nos hace olvidar sus facciones de payaso. Hay un montón de talentos contratados para hacer de fenómenos, pero tienen tan poco tiempo en pantalla que sólo resultan en cameos olvidables. Por el lado de los vampaneze – vampiros brutales que se alimentan de sangre humana y no dudan en matar -, todos sobreactúan de manera sideral pero, a final de cuentas, es lo que corresponde al rol de un villano.

Si los problemas sólo fueran de casting, quizás el resultado final hubiera sido mejor… pero no. El libreto va a los saltos, y hay eventos exagerados cada dos minutos. Nadie dice por qué Darren debe pagar su ofensa convirtiéndose en vampiro. Tampoco la historia da demasiadas motivaciones para que Steve se convierta en un asesino, con la excepción de que sea un sicótico por naturaleza y el libreto omita explicar ese detalle al público. Y cuando llega el clímax, uno ya tiene una ensalada en la cabeza y le importa un pito lo que le ocurra a esta gente. Incluso el final es profundamente insatisfactorio, dejando montones de cabos sueltos de la historia, previstos para desarrollar en una futura secuela que jamás llegará ya que el filme fue un fracaso total en la taquilla.

El tema de fondo – más allá del horrendo casting del protagonista – es que comprimieron demasiada historia en poco tiempo (son tres libros metidos con calzador en 90 minutos!) y a nadie le preocupó la fluidez del relato. El director Paul Weitz es inepto para manejar la historia e intentar imitar a Tim Burton sin éxito. Al menos con Burton los fenómenos hubieran tenido más tiempo en pantalla y hubieran ganado nuestra simpatía.

Cirque Du Freak: El Aprendiz del Vampiro es una pérdida de tiempo. Mediocre en el mejor de los casos, arruina todas las posibilidades que tenía semejante historia. Los ejecutivos de Hollywood siguen gastando dinero en comprar libros idiotas dándoselos a directores y libretistas idiotas… y siguen quemando dólares sin tener dos dedos de frente. Así es como nos enteramos de estudios endeudados que se van a la quiebra en más de una ocasión. Y mientras sigan por el mismo camino, no podrán quejarse del destino que les toca en suerte.