Crítica: Chillerama (2011)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA, 2011

Segmento “Espermazilla”: Adam Rifkin (Miles Munson), Sarah Mutch (Louise), Owen Benjamin (Larry), Ray Wise (Dr. Weems), Eric Roberts (General Bukkake); escrito y dirigido por Adam Rifkin (4/5 atómicos)

Segmento “Yo fuí un hombre – oso adolescente”: Sean Paul Lockhart (Brent Corrigan) (Ricky), Anton Troy (Talon), Gabby West (Peggy Lou); escrito y dirigido por Tim Sullivan (2/5 atómicos)

Segmento “El diario de Ana Frankenstein”: Joel David Moore (Adolf Hitler), Kristina Klebe (Eva Braun), Kane Hodder (Meshugannah); escrito y dirigido por Adam Green (3/5 atómicos)

Segmento “Zom – B – Movie”: Richard Riehle (Cecil Kaufman), Corey Jones (Tobe), Kaili Thorne (Mayna); escrito y dirigido por Joe Lynch (3/5 atómicos)

Trama: Hoy es la última noche del autocine Kaufman, ya que mañana las topadoras habrán arrasado con todo para comenzar a edificar un nuevo mall. Por ello el dueño, Cecil Kaufman, ha decidido tirar la casa por la ventana, proyectando las películas más atroces y salvajes nunca antes vistas. Pero, mientras la función tiene lugar, uno de sus ayudantes ha sido mordido por un zombie y rápidamente comienza a infectar a los asistentes a la proyección. En el primer filme – Espermazilla – un hombre tiene problemas de producción de espermatozoides y recibe una medicación experimental… la cual da a luz un engendro gigantesco que viola y devora a cuanto ser viviente se le cruce en el camino. En el segundo – Yo fui un hombre oso adolescente – un muchacho se encuentra indeciso sobre su sexualidad… hasta que es mordido por una pandilla de gays mutantes, convirtiéndose en un depredador sexual que asedia a los varones que surfean en la playa donde concurre. Y en el tercer filme – El diario de Ana Frankenstein – Hitler encuentra el diario del barón Frankenstein y decide proseguir con su infame obra, creando una criatura a partir de miembros de cadáveres… los cuales proceden de las victimas judías de los campos de exterminio, y lo cual derivará en impensables consecuencias cuando el monstruo cobre vida.

Chillerama (2011) Hay películas condenadas a perder plata desde el vamos, y Chillerama (que uno podría traducir como Chillido-rama) es una de ellas. Es una obra nerd hecha para nerds como nosotros, tipos que nos hemos devorado toneladas de peliculas malas de ciencia ficción y terror, y que sabemos quién es Lloyd Kaufman o por qué tal secuencia representa un homenaje a El Amanecer de los Muertos de George A. Romero (oh, si, cuántos años desperdiciados en esto y qué poca vida propia… pero qué lindo!). Entraría dentro del micronicho de comedias de culto por el culto en sí, completamente autorreferenciales, dentro de la cual puede inscribirse Me Llaman Bruce, la dupla de Grindhouse, Alien Traspass o Amazonas en la Luna (por citar las primeras que se me ocurren). No esperen que gente normal vaya corriendo a verlas; es un homenaje a las cosas que nos gustan, a lo que se suma una parva de chistes atroces como para llevar las cosas al límite y que la gente comente y las desparrame boca a boca (precisamente se me ocurre un chiste sobre esto y el general Bukkake que interpreta Eric Roberts en el filme… pero creo que sonaría de total mal gusto).

Como suele ocurrir en los compilados de historias, hay una de ellas que actúa de lineamiento general. En este caso, hay un autocine a punto de ser demolido y su dueño – Cecil Kaufman, mezcla de Cecil B. DeMille y Lloyd Kaufman, el fundador de los atroces estudios Troma – está decidido a estrenar, en su última noche de función, las cintas más salvajes que posee en su depósito. Uno de los ayudantes del dueño ha sido muerto por un zombie – en un particular caso de necrofilia, ver para creer – y pronto comienza a morder y a contagiar a todos en el autocine. Lo que sigue es una copia bastante fiel de Demonios (1985) de Lamberto Bava, con un montón de muertos vivientes haciendo chanchadas de todo tipo y color en un cine mientras la parejita principal intenta escapar. A diferencia de Bava, acá el tono es mucho más zarpado, con zombies fornicando cuerpos despedazados o practicando sexo oral con cabezas cercenadas.

Ya ahí ustedes tienen una pista de lo que pueden encontrarse en el filme. Durante todo el tiempo Chillerama se decanta por lo atroz, y aún con los cuidados puestos por los directores para que la platea entienda que nada de esto va en serio, eso no quita que haya veces en que la pelicula resulte chocante. A esta altura del partido creo que no hay necesidad de reiterar que no soy un puritano, pero lo atroz, si no es gracioso, sólo resulta repulsivo. De todos modos la galeria de situaciones bizarras que atraviesa Chillerama es tan grande que, en menos de dos segundos, pasamos de una a otra, y todo queda sepultado bajo una tonelada de excesos en cortísimo tiempo.

La historia central – del autocine – está ok, con homenajes varios a los filmes de zombies (tanto de Romero como italianos). Descolla un cálido monólogo de Richard Riehle sobre la extinción del cine tradicional a manos de la tecnología moderna, lo que constituye una muestra del amor de los responsables de la cinta sobre el género al cual homenajean y parodian. Esta historia es responsabilidad de Joe Lynch, un tipo cuyo título más conocido es una secuela de la saga Wrong Turn.

En cambio, en donde Chillerama descolla es en el primer segmento – Espermazilla -, en donde un espermatozoide mutante gigante ataca Nueva York. Es una clara parodia al cine de monstruos de los 50, y es el capitulo más trabajado de los cuatro. La sucesión de chanchadas es inacabable (seguimos con los chistes fáciles), y a mi juicio es aquí donde figuran las escenas más graciosas. El segmento le corresponde al más conocido de los cuatro directores, Adam Rifkin, responsable de los libretos de Small Soldiers, MouseHunt y Underdog entre otros títulos.

El segundo segmento es definitivamente flojo. Aquí hay una idea buenísima pero ejecutada para el demonio. Imaginen la típica comedia de hombres lobos adolescentes – la pandilla de licántropos que infecta al chico débil de la secundaria; la fascinación del muchacho al descubrir sus nuevos poderes; su rebelión a aceptar su nuevo estado como permanente y a dañar a los demás -, con la diferencia de que el muchacho se transforma .. en un gay enorme, peludo y vestido con ropas de cuero (un “oso”, como le dicen los yanquis). El protagonista no es otro que Brent Corrigan, una megaestrella del cine porno gay (trabajando aquí con su nombre real), y que ya ha actuado con anterioridad en otras peliculas mainstream (como Another Gay Sequel: Gays Gone Wild!). Aún con todos esos ingredientes, Yo fui un hombre oso adolescente fracasa de manera miserable. Hay demasiadas canciones, largas e insípidas – ya que el segmento intenta, al mismo tiempo, parodiar a las películas playeras de los sesentas, como las comedias musicales de Annette Funicello y Tommy Kirk -, y Corrigan no tiene demasiada vena cómica.

El tercer segmento intenta emparchar el bache dejado por Yo fui un hombre oso adolescente. La idea de un monstruo Frankenstein judío persiguiendo a Hitler es hilarante, pero da la sensación de que la anécdota está estirada demasiado – todos los segmentos tienen 30 minutos exactos de duración, como para asegurar que no existan recelos entre los directores, pero no estoy seguro que todas las historias ameriten semejante tiempo -. Joel David Moore (Avatar) le pone un montón de energía a su Hitler caprichoso y sexópata, mientras que la criatura (que parece una mezcla de Golem y rabino mutante) está protagonizada por Kane Hodder… Jason en la saga de Martes 13.

Es posible que los 4 atómicos que le damos aquí sean excesivos, pero Chillerama tiene un contagioso e irreverente espíritu juvenil que es de celebrar. No está lograda, pero tiene energía y es refrescante… y a mi – con eso – me basta y me sobra para recomendársela a los amigos que leen esta columna.